⊰CAPÍTULO 16⊱

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Mis manos no dejaban de sudar, por mucho que las limpiara cada dos segundos contra la tela de mi vestido se volvían a llenar de agua. Lo gracioso era que mi boca estaba seca, peor que todos los desiertos de todo el mundo juntos.

Algo me decía que quien estaba frente a mi era Rahmij, el dueño del animal que según Sev se llamaba Karina. Su olor era ligeramente diferente al de su hermano, fue algo que pude concluir después de estar tres segundos respirando su olor. Sí, seguía siendo molesto, hasta más fuerte que el de su hermano.

-¿No piensas hablar? -habló. Su voz era tan gruesa como su cuello. Si una serpiente lo mordía -o yo- ¿le dolería? Quizás no. Cruzó sus brazos, sus ojos se veían brillantes, como si hubiese leído mis pensamientos.

Me sonrojé hasta las raíces de mi cabello. Sacudí mi cabeza, él asesinó a mis padres, también a Gregori y a la chica de la heladería.

-¿Por qué asesinaste a mis padres? -dije por fin, intentando que mi voz saliera lo más firma posible.

Sus oscuras y pobladas cejas se arquearon.

-Ese fue tu deseo. -aseguró.

Mis ojos se abrieron en grandes dimensiones. Sentí como si el corazón se me hubiese expandido hasta querer explotar. Lo observé horrorizada.

-Eso no es cierto.

Él sonrió. No me creía, lo veía claramente en sus ojos.

-¿Por qué Gregori? ¿Por qué Ana?

-Eso es secreto. -metió sus manos en sus bolsillos. Se relajaba, lo sabía, como si esto fuese un tema cotidiano.

-¿Así como todo lo es? -demandé molesta. -Deberías ser un poco más amable y decirme por lo menos dónde está el Santo Grial.

Su gesto burlón bajó de repente, al igual que sus cejas hasta formar un profundo fruncimiento.

-Quiero hablar con tu hermano. -exigí, luciendo como una niña en pleno berrinche.

-Me temo que no podrás. —fruncí los labios, confundida. —Todos sabemos que buscas respuestas, muchas de ellas no podemos decirlas. Está prohibido. —Hizo una pausa, solo para darle más dramatismo al momento. —Y mi hermano tampoco las va a responder.

Lo observé indignada. —¿Dime por qué no puedo tener respuestas? ¡Yo estoy envuelta en todo este sucio juego!

Rahmij dio un paso a mi, todo su grueso cuerpo atrapando la luz con aquella chaqueta negra de cuero, luciendo como el típico chico malo que te tienta a probar lo prohibido. Miró a ambos lados, sus ojos luciendo un poco preocupados.

Mi tono de voz pudo alarmar a cualquiera que estuviese cerca, o llamar la atención de los chismosos. Él lucía como si hubiese revelado dónde tenían la sangre de Dios escondida o algo similar, porque lucía realmente preocupado.

Inspiró aire, tan profundo que las venas en su cuello se marcaron. Las puntas de mis dedos picaron por tocarlas, sentir si ellos también venían con tanto músculo como todo su cuerpo. Pero lucía como alguien que intenta agarrar paciencia para no golpear a alguien, esa mirada ya la vi mucho a lo largo de mi vida.

—Sarah, tu deber es encontrar a Sarah. Así vuelves a tu vida sin ningún problema ni preocupación. —Y soltó aquella cinta que ya parecía rayada de tango que la escuché en los últimos días. —Te diré esto solo porque no es revelar la verdad, pero si es un fragmento importante. —Otro paso, dos más y sus zapatos chocarían con los míos. —Intenta soñar con ellos, eso es lo que te llevará directamente a ella. Escucha cada cosa que ella diga, cada pequeño pensamiento.

Pacto con el diabloWhere stories live. Discover now