⊰CAPÍTULO 30⊱

750 101 7
                                    


Estaba aburrida, aburrida hasta el punto en que quería meterme un balazo con la pistola que me había dado Sev. Rahmij me veía bastante nervioso a mi lado, bebiendo a pocos sorbos su whiskey con limón. Yo tenía mi limonada brasileña intacta, con el limón decorativo en mi boca, masticándolo como si se tratase de chicle.

Por lo que sabía, ninguno sabía exactamente el rostro de la persona que buscábamos, solo el nombre y un posible apellido. Yo no sabía nada, ni el nombre, ni apellido, ni rostro. Me debía confiar del instinto de Rahmij y su conocimiento sobre lo que iba a suceder.

Me molestaba el ser la "carnada" en este lugar minado de Dios sabe qué, podía haber vampiros y yo ni lo sabría. Según Sev, el hombre —no recordaba si se trataba de un maldito demonio, ángel o un ambrioso— tenía una gran debilidad por las mujeres, más en específico una mujer humana con "buenas pechugas", o así lo definió Darron.

Rahmij se removió incómodo. Carraspeo su garganta, girándose de cara al escenario donde estaba una delgada chica con poca ropa meneando las caderas de lado a lado. No me hacía ni cosquillas en el alma, la música supuestamente sensual me daba migraña y aquellas luces led impactando directamente en mis ojos me dejaban ciega.

—¿Puedo ir al baño? —casi sollocé, llamando la atención de Rahmij.

Me miró con el ceño fruncido. —¿Sola?

Blanqueé los ojos. —Estoy segura que alguna otra chica habría dejado que entres con ella al cubículo, pero eso me incomoda.

Él sonrió, mordiendo un poco sus labios para evitar soltar aquella carcajada que brillaba en sus ojos. Al menos Sev fue generoso al dejarme con alguien que me agrava, si me podía con Darron seguramente ya estaría despellejándome en algún rincón y con Sebastián, no, había algo demasiado intenso en él que no me hacía sentir cómoda.

A diferencia de todo el casino, el baño se encontraba completamente vacío, cada cubículo con las puertas abiertas. Me metí en el último de la línea, casi terminé plantando la cara en la taza por mi pésimo equilibrio en los tacones, pero logré sostenerme del dispensador de papel. Seguramente este era el tipo de estupidez que quería ver Sev.

Hice de mis necesidades con completa tranquilidad, tarareando una melodía aleatoria en mi cabeza, todo hasta que la puerta fue azotada y casi salté fuera de la taza.

—¡Es un maldito! —chilló una mujer, posiblemente la chica que había azotado la puerta.

Intenté divisar de quién se trataba viendo a través de las rendijas de la puerta. No es como que conociera a todo el mundo ahí dentro, pero era chismosa y, me gustaba el chisme completo.

Una chica pelirroja y otra peli azul estaban dándome la espalda, viéndose en el espejo mientras sus manos de movían por sus pequeñas carteras en busca de algo. Sus vestidos parecían salidos de los 20's, sus cabellos largos rozando sus caderas.

—¡Ese maldito me las va a pagar! ¡Hablaré con mi papi para que le de una lección! —siguió chillando la mujer, ahora sabía que era la pelirroja.

Mi mano subió automática a apretar mi nariz, el olor a almizcle con sulfuro estaba tan intenso en el aire que me daban ganas de vomitar.

—Sabes que no puedes hacer nada, Jasse, él está protegido por tu ya sabes quién. —Su amiga peli azul parecía ser la sensata en el asunto, o en cualquier aspecto de tu vida.

—¡Él me intentó asesinar! ¡Ni porque lo proteja la mismísima madre de puta va a dejar de pagarlo!

Casi pude sentir los ojos en blanco de su amiga, pero su bufido fue perfectamente audible.

Pacto con el diabloWhere stories live. Discover now