⊰CAPÍTULO 35⊱

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Me removí incómoda al lado de Sebastián. Cada vez que se daba cuenta de lo incómoda que estaba, me dirigía una sonrisa tranquila que pretendía calmarme, pero solo lograba ponerme los pelos de punta de nuevo.

Apenas me vio, cuando llegó con Sev, dijo que le había gustado mi nuevo look. Pero lo que hizo que cada parte de mi cuerpo se redujera al sistema nervioso fue la mirada de Sev, fría, mirando de pies a cabeza a Sebastián y luego a mí, casi retándome a decir algo, a revelar lo ocurrido en el hotel.

Me volví a sonrojar al instante. Quería olvidar cada segundo de ese momento, al cuerpo de la chica, al tacón siendo clavado en su cabeza y a mí, con mi cabello de lunática y el vestido más arriba de lo recomendado.

También quería olvidar aquella mirada en el elevador, cuando solté lo que menos debía decir.

Ahora, Sebastián y yo estábamos en el lado con la pepa de sol, mientras Sev iba y venía con Rahmij y Darron por el portal hasta la montaña. De nuevo, dudaba de mi instinto de supervivencia, al quedarme ahí de pie con todos esos hombres. Pero me daba más terror el que me raptaran.

Si estar encadenada al cuerpo de Sebastián evitaría que lo hicieran, estaría con él todo el día. Después de todo, yo era un cabo suelto para el tal Fernando.

—¿Piensas que pueda ser una ilusión? —escuché la voz de Rahmij, luego viendo su cuerpo aparecer junto a Darron y Sev. Este último asintió, mirando cada pedazo de tierra que pisaba. —¿Producto de un ambrioso?

—Los ambriosos envenenan, sus ilusiones solo son producto de sus venenos. —habló Darron. —Esto es demasiado poderoso y sutil para ser causado por uno.

—¿Una ilusión en el ambiente? —murmuré, para mantener mis dudas conmigo.

—Las ilusiones siempre se aferran a algo para ser creíbles. —comenzó a hablar Sebastián a mi lado, pero aún así espantándome, de nuevo. —Es usual verlas en espacios como estos.

—Pero esto no estaba antes, cuando vinimos.

Él giró ligeramente su cabeza, lo necesario para que pudiese verlo a los ojos.

—Fuimos en la dirección contraria.

¿Qué mejor tortura que el de saber que tu amada estuvo todo el tiempo cerca de ti?

Entonces sí tenía razón. Pero, Sev antes ya había revisado el lugar de pies a cabeza, por lo que él debería saber de ese portal.

Fruncí el ceño.

—¿El portal pudo abrirse hace poco? —Sebastián giró interesado, pero con el rostro confuso, sin haberme escuchado del todo. —¿Ese portal se pudo abrir hace poco? Como, activarse.

Él se tomó su tiempo, pensando la respuesta.

—Puede ser.

—Porque él antes no estaba, ¿cierto? —Él me miró confundido, pero de todas formas asintió.

Bingo.

Di largas zancadas hasta llegar al lado de Sev, tragándome mi propia vergüenza y armada de todo el valor que pude recolectar en esos segundos de caminata.

—Necesito hablar contigo. —murmuré, mi mano encajada al rededor de su brazo, pero sin ejercer mucha presión. —A solas.

El ceño de Sev se frunció, mirando a mis antiguos compañeros de reojo. No tuvo que decir ninguna palabra cuando ambos dieron media vuelta y se fueron junto con Sebastián.

Pacto con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora