⊰CAPÍTULO 31⊱

718 97 20
                                    

Salí de los camerinos con el vestido negro de nuevo, ese que por obligación me hicieron poner antes de venir. Cuando salí, había más personas a fuera, con todos los asientos a punto de explotar con tantas personas en él.

Agradecía que, gracias a la poca luz, el maquillaje y un diferente traje, nadie ahí me reconoció, aunque muchos giraron para darme una segunda mirada. Busqué al hombre italiano con la mirada, pero ya no estaba en el lugar de antes. Miré a la mesa donde estaba Rahmij junto a Sev, tranquilizándome al instante de ver solo a Rahmij en ella, sosteniendo demasiado nervioso los tacones.

—¡Por fin! —saltó aliviado de la mesa cuando me vio. —¡Carajo! ¡Tú si sabes meterte en problemas, niña!

Sonreí un poco divertida por su drama. Estaba demasiado alterado, era la primera vez que lo veía de esa forma, y actuaba exactamente como una mamá gallina.

Sin esperarlo, me arrastró hasta llegar de nuevo a nuestros viejos puestos en la barra. Sus ojos miraban a cada lado, buscando algo que no sabía o no lograba entender.

—Gul casi me asesina cuando supo dónde estabas. —susurró, sin dejar su drama. —¡Se suponía que debíamos pasar desapercibidos y tú vienes y te encueras toda!

Mis mejillas ardieron un poco, pero no pude evitarme reír porque sí había estado usando cuero. Rahmij me dirigió una mirada asesina, abriendo la boca para seguirme echando la broca, pero detuve su discurso presidencial con un solo movimiento de mi mano.

—¿Viste a dónde se fue el sujeto italiano?

Rahmij me miró receloso, con un escaneada a mi cuerpo y luego mirando directamente a mis ojos.

—Tú no eres Amelee. —confirmó.

Fruncí el ceño. —¿Y entonces quién soy?

Él dio un paso, me demostraba que no estaba de juegos, que era bastante peligroso.

—Dime algo que solo Amelee sabría.

Rodé los ojos.

—No tengo tiempo para esto Rahmij, creo que ese tal Fernando es el hombre que buscamos.

Rahmij siguió mirándome receloso.

Suspiré desesperada.

—Destruí el poemario porque me molesté con Gul. —solté, esperando que fuera suficiente para pasar la prueba.

—Dime el nombre de mi hermano y te creeré. —arqueé las cejas, bastante confundida.

—¿El nombre de Sebastián? ¿Por qué eso te quitaría las dudas?

Rahmij suspiró aliviado. Sonrió de esa forma floja y descarada que tenía. —Solo tú, Gul, Darron y yo sabemos el nombre de él.

Me ahorré todas las preguntas que tenía acerca de ello. No debíamos perder nuestro tiempo, con todo el rato que duré en cambiarme y luego salir, el tal Fernando ya se habría ido y nuestra pista para conseguir a Sarah se habría perdido.

Rahmij dijo que el hombre tomó este camino antes de desaparecer de sus ojos, la mujer del lobby nos detuvo antes de ir directos al ascensor. Nos obligó a registrarnos y a pagar por una habitación, me hirvió la sangre cuando me entregó una tableta de pastillas anticonceptivas, como si esto se tratara de un motel y no de un hotel de lujo.

La habitación que nos dieron fue una en los últimos pisos, la perfecta excusa para andar de piso en piso buscando al hombre sin que nadie nos dijera nada si parábamos en el último. Me preguntaba dónde estaban en esos momentos Sebastián y Darron, ¿por qué nadie se daba cuenta que ese hombre italiano era a quien buscábamos? Ni siquiera Rahmij me terminaba de creer.

Pacto con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora