crowley

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Suspiró pesadamente causando que su cálido aliento empañara parte del ventanal de la librería.
Estaba decaído, muchísimo, ningún libro de toda su colección lo despejaba de sus pensamientos, tomó nuevamente de su cocoa para regresar su vista a las afueras del local.

Sólo era una calle más del Soho, pero no era la calle lo que lo tenía melancólico, era un exacto lugar, ese lugar donde infinidad de veces había sido estacionado el auto de cierto demonio que no abandonaba sus pensamientos.

Hace semanas no lo veía. ¿Por qué?, no lo sabía, pero lo extrañaba a morir. Extrañaba verle el rostro, sentir su mirada mientras gozaba de algún alimento, alcoholizarse hasta perder el conocimiento a su lado, tener largas charlas debatiendo cosas o hablando de las cosas que les gustaban o simplemente dar un paseo por las calles de Londres. Cosas por el estilo.
Igual extrañaba el delicado tacto que tenía con su piel al tomarle la mano, como a veces ponía su cabeza en su regazo para que repartiera dulces caricias en su cabello, también cuando le robaba besos en la mejilla y se hacía el desinteresado cuando volteaba a verlo.

Volvió a suspirar. De sólo recordarlo, algo le dolía y le hacía sentir vacío.

Dejó su taza en su escritorio para ir al fondo de la librería donde estaba su despacho. Ahí mismo había un libro, que tenía una diferencia a los demás. Ese libro contenía fotografías.
Lo tomó, volvió a su escritorio, se sentó y empezó a hojearlo.

Las fotografías eran muy viejas, pero aún así se mantenían en buen estado, algo de lo cual Aziraphale estaba más que orgulloso. Tomó la primera fotografía que llamó su atención, y como era de esperarse, era una fotografía de Crowley.
Sí, así como leyeron, el ángel tenía una fotografía del pelirrojo. Pero no solo una, sino un poco más de veinticinco si su cuenta era aproximada.

Con la yema de los dedos repasó cada facción de su rostro, le parecía cada tramo lo más maravilloso que había visto, sus cejas, la forma de sus ojos, como su cabello estaba ordenado desde el más mínimo detalle, los labios que ha tenido la fortuna, de más de una vez, probarlos y deleitarse con ellos como si del mejor postre del universo se tratase.

Sonrió con lástima y sintió los ojos ocuosos, respiró hondo y se dió permiso para llorar por la ausencia de Crowley. Lo extrañaba tanto que le parecía insano, pero eso era lo que menos le importaba en ese momento.

Siguió con las fotografías sin frenar sus lágrimas derramadas que se marcaban en sus mejillas, cada fotografía que veía solo le hacía recordar un tramo del porqué amaba tanto a Anthony J. Crowley.

Tomó un descanso para respirar profundo y limpiar sus lágrimas.

"Te extraño tanto, Crowley." soltó viendo el libro con fotografías.

"Yo también te extrañé, ángel." si no reconociera tan bien esa voz, hubiera gritado de pánico, pero solo se limitó a ver la entrada del local y encontrarse a su Crowley con la cabeza baja.

Saltó de su asiento y corrió adonde el más alto abrazándolo como nunca, escondiendo su rostro en el pecho del contrario por lo mientras este lo abrazaba por las caderas.

"Perdón por irme, es que-" el rubio lo interrumpió.

"No quiero explicaciones de tu abandono, quiero disfrutar tu regreso."

𖤐⤸₊˚we are an angel and a demon • ⁱⁿᵉᶠᶠᵃᵇˡᵉ ᵒⁿᵉˢʰᵒᵗˢWhere stories live. Discover now