sorry for leaving you

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Segunda parte de "crowley"

No había duda, el pelirrojo era más que relevante para él, pero más allá de su presencia importaba él, lo que le pasaba. Por lo cual el hecho de que lo tuviera a su lado le seguía doliendo como si no estuviera.
Se veía decaído, sabía que se sentía incómodo y eso era mucho peor que cuando no podía verle a la cara, sentía que él era el culpable de que se sintiera así.

Luego se fue distanciando de a poco. El rizado le llamaba por teléfono a donde vivía y este no le contestaba, siempre era recibido con el sonido de la contestadora, solo en ciertas ocasiones podía escuchar al verdadero Crowley hablarle y era deprimente, hablaba con voz baja y con tono melancólico, de igual forma sus pláticas se resumían en Aziraphale tratando de dejar su angustia para contestarle del mejor tono con la esperanza de animarle, pero al oír las cortas respuestas de 'simple rutina' a sus preguntas todo eso se desmoronaba y su tono se tornaba igual -o un poco menos- triste al de su pareja.

Por simple lógica dedujo que lo que tenía al demonio así tenía que ver con eso que lo había separado de él en primer lugar, pero ya no tenía oportunidad de preguntarle por más que insistiera. Su primera oportunidad fue esa misma noche el pelirrojo fue a visitar al ángel.























"Bueno, querido, ahora sí puedes decirme a donde fuiste." el contrario solo se limitó a mirarle sin pronunciar nada.

"¿Sabes que, ángel? Mejor no, no importa."

"Pero-pero cariño, ¿por qué no? Quiero saber." en ese momento no le dió tanta importancia, pensó que su fatigada voz se debía a que estaba cansado y necesitaba un merecido descanso.

"No importa, Aziraphale, enserio. " y no quiso insistir más para no causarle molestia a su novio.























Luego volvió a preguntar sobre lo sucedido cuando por suerte le respondía el teléfono, pero igual obtenía una respuesta negativa.

Vió los libros frente suyo y recordó con amargo gozo la última vez que lo llamó 'ángel'.
El más alto lo tenía tan acostumbrado a los motes de ese tipo que cuando le llamaba por su nombre le resultaba raro.
No es necesario decir que seguía extrañándole cuando era más que obvio, de tanto que lo hacía sentía que se le había hecho un agujero con ayuda de su angustia y ansiedad, agujero que le ocasionaba náuseas.
No solo de forma metafórica, literalmente sentía que en cualquier momento vomitaría todo lo que había consumido en el día. No sabía si se debía a que su débil cuerpo humano no aguantaba con todo o era psicológico las ganas de desechar.

Más de una vez en el día quiso llorar con la simple idea de que en todo lo que le pasaba a Crowley era culpa suya y que lo mejor era alejarse de él para su bien y que no le había dicho nada de el fin de su relación por el miedo de como él reaccionaría a sus palabras.
Luego alucinó con esas veces que Crowley bromeaba con que todos los veían como una pareja de casados y que no podía esperar al día en que realmente lo fueran, cosa que al rubio le emocionaba muchísimo. Quería intentar tener un cuerpo femenino -o tal vez no, podía probar con su corporación habitual- para usar uno de esos preciosos vestidos de novia que veía en los estantes mientras daba paseos.

Pero parece que sus planes serían arruinado por un no-se-que o no-se-quien que le hacía tanto daño a su amado.

Los días pasaban mientras mantenía su mente ocupada en que la librería siguiera a pie mientras trataba de no concentrarse tanto en los malestares que le rodeaban. Gabriel y Sandalphon aún le hacían visitas para ver como iba todo en la tierra, por lo cual tenía que verse lo más tranquilo que pudiese.

Más de una vez quiso teletransportarse a donde vivía Crowley para cuidar de él, pero sentía que empeoraría las cosas y terminaría gritándole que ya no quiere saber nada de él y que lo deje en paz. Y le frustraba, porque quería demostrarle cuanto le amaba, que si no le hablaba era porque no quería que lo interpretara como una hostigamiento a su persona y sobre todo en su estado emocional. También quería decirle que recientemente se había dado cuenta de que se cumplía un año desde que detuvieron el Armagedon y que los planes que habían hecho para celebrar quedaban cancelados ya que no pensaba que el pelirrojo se alegraría de la nada y viniera a la librería.


































¿A ustedes no les pasa que piensan en algo grandioso y maravilloso que quisieran que les sucedieran pero automáticamente lo eliminan de sus pensamientos? ¿Y luego sorprendentemente, como si de un milagro se tratase, se hace realidad? Para la buena fortuna de Aziraphale así fue.

Ese mismo día en donde se cumplía un año del 'armagedon't' un muy animado Crowley entró a la librería causando un susto en su pareja.

"¡Ángel!" tenía una resplandeciente sonrisa, esas que Aziraphale amaba ver, tenía un gran ramo de flores de colores brillantes y una caja de chocolates, de los favoritos del rizado. "Corre, tenemos un picnic al cual llegar, para luego pasear en Saint James y luego, ¡al Ritz!" exclamó con entusiasmo para abrazarlo y plantarle millones de besos en sus redondas mejillas pintadas de rosa.

El desconcertado de Aziraphale asintió torpe por la energética actitud de su novio, pero no quiso preguntar, solo tomó su brazo para ser escoltado al vehículo del demonio.

Puede que Crowley no le haya querido decir que era lo que lo tenía tan triste*, pero era algo que prefería que su ángel no supiera, para protegerlo, era literalmente su motivo de existir y no pensaba dejarlo, solo quería mimarlo como se merecía y no pensar en nada ni en nadie. Solo, borrar lo malo y disfrutar todo momento con el ser celestial más estúpidamente lindo que conocía.





















*duerman a este Crowley, me cae dlv aunque lo haya excusado en la tercera parte.

𖤐⤸₊˚we are an angel and a demon • ⁱⁿᵉᶠᶠᵃᵇˡᵉ ᵒⁿᵉˢʰᵒᵗˢWhere stories live. Discover now