Capítulo 19: ¿Cómo crearías tu infierno?

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Dos hijos. El magister tenía dos hijos. Sabía eso, pero los demás tendían a olvidarse de Robin luego que él hubiera renunciado a su nombre. Aunque Holland había sabido de Robin antes. ¿Debería haber ido a Venecia primero? No lo había pensado entonces, tampoco recordado. ¿Pero qué podía hacer la logia del tiempo respecto a mi situación? Estaban todos locos, y estaban obsesionados con que el tiempo no podía ser cambiado. No me creerían si les dijera que esta realidad no era cierta. Y cuando los locos brujos temporales no te creían, sabías que estabas jodida.

Quería arrancarme los molestos guantes, pero los brujos ya bastante mal me miraban sin que estuviera exhibiendo mis promiscuas manos. Se sentía demasiado irreal caminar por los pasillos de la escuela, recordando lo que había sucedido la última vez que había estado aquí. Ignoré como siempre al secretario fuera y entré directamente en la oficina del director. Me detuve enseguida. Recordaba la primera vez que había sido herida con plata, se había sentido tan extraño y surreal, como si hasta ese entonces me hubiera creído invencible y algún desconocido acabara de demostrarme cuan idiota había sido. Sí, era más resistente que un cambiaformas normal, pero seguía siendo tan mortal ante la plata como cualquier otro. Había mirado el corte sin comprender el dolor a pesar de sentirlo, sin reaccionar del todo, sabiendo que esa sangre era mía y esa herida era real pero sin entender cómo había sido dañada.

Al menos por ese instante, me sentí del mismo modo al ver al brujo sentado detrás de su escritorio. ¿En qué clase de retorcido sueño estaba? ¿Qué era lo que el Helheim estaba haciendo conmigo? No era ni un temor ni un deseo, me había quitado a Holland pero el magister estaba vivo, había tantas cosas mal y tantas cosas bien en este sitio. Sentí el escozor en mis ojos pero me contuve de derramar lágrimas. ¿Sabría cuántas horas había llorado su muerte? ¿Imaginaría que era la primera persona que había logrado hacerme llorar de ese modo por su pérdida? Le había rogado a Hela hasta quedarme sin voz, le había ofrecido a Loki cualquier cosa a cambio de obligar a la diosa de los muertos a que lo devolviera, le había suplicado a Odin misericordia no por mi sangre sino por el inocente que había pagado.

—Min far... —susurré.

El magister levantó la vista de los documentos que estaba leyendo, sus inteligentes ojos se fijaron en mí sin reconocerme. Estaba vivo. ¿Qué demonios importaba si no podía correr y lanzarme a sus brazos como tanto deseaba? El brujo bien podría odiarme con todo su ser y yo sería la persona más feliz del mundo por poder verlo una vez más. Tuve que repetirme que no era real, pero en esta ocasión convencerme de la verdad era más difícil que cuando había lidiado con el kitsune. Entonces el kitsune solo había tomado su apariencia, pero este brujo tenía sus mismos gestos también, se sentía igual estar en su presencia.

—Me encuentro ocupado en este momento. ¿Tiene una reunión programada? —preguntó el magister.

—Es una emergencia —dije enseguida—. Necesito hablar contigo.

—¿Quién eres?

—Nina Loksonn —respondí y su serena expresión no cambió.

—No estaba al tanto que me visitaría, prinssese —dijo el magister—. Tome asiento, estoy seguro que puedo dedicarle unos minutos.

No quería unos minutos, quería que me hablara de esa tonta idea de la coexistencia y me llamara por mi nombre, deseaba ver la calidez en su mirada cuando insistía en sus buenas intenciones y repetía que yo era una buena persona a pesar de lo que yo misma creyera. La última vez que lo había visto había besado mis manos, me había llamado hija; y ahora me trataba como si fuera cualquier otro extraño. No pasé por alto la desconfianza cuidadosamente oculta en su expresión, tampoco sus gestos secos y fríos cuando me senté frente a él. Estaba actuando como el líder político que era, aceptando mi presencia solo por mi status y para no ofenderme.

Inténtalo si puedes (Trilogía Nina Loksonn #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora