Capítulo 11: Las fieles estrellas

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El kottbullar siempre tendría mi corazón, pero el gravlax había sido exquisito. Podría casarme con el kottbullar, y tener de amante al gravlax. O quizás simplemente estaba delirando por tener el estómago lleno de deliciosa comida. Estaba cansada, y en el buen sentido. Mis pies se sentían tan bien luego de haber bailado alrededor de la fogata durante la vigilia, mis pulmones libres luego de cantar, y mi estómago estaba más que satisfecho por la comida. Eso sin mencionar las cinco botellas de Sake que habíamos vaciado entre los tres. Mi mente seguía un poco entumecida por eso, del buen modo. Había extrañado la clásica diversión nocturna al viejo estilo de los cambiaformas.

Lo único que le había faltado, había sido acampar bajo las estrellas y la aurora boreal. Pero no se podía tener todo a la vez en la vida. Me conformaba con una cama decente, más de lo que había esperado de parte de los kitsunes pero, de nuevo, su sistema de seguridad patrocinado por la empresa dioses de la muerte me había dejado unas buenas heridas. Aún sentía el escozor y sabía que tendría que soportarlas unos pocos días más, pero definitivamente ya no se sentían tan mal como antes. No era la primera vez que resultaba herida con plata, y tampoco sería la última por lo que era mi vida.

No pude dormir. Tampoco era como si lo deseara. No había momento del día que odiara tanto como cuando llegaba el instante de dormir. No quería tener que cerrar los ojos, solo para sentir el castigo de Loki como si lo estuviera experimentando. ¿Podía considerarse sueño si no eran más que pesadillas de ácido cayendo sobre mi rostro? Me encantaría preguntarle a Vali cómo hacía para dormir sabiendo lo que le esperaba al cerrar los ojos, o si al igual que yo luchaba en vano cada noche por no ceder al sueño. Debía ser peor para él considerando que había llegado a conocer a Loki, y era su primogénito en vez de un descendiente directo de quién sabía cuántas generaciones...

Suspiré y me puse de pie, no había modo alguno en que permaneciera en una cama esperando esa tortura. Deslicé la puerta a un lado y crucé en silencio el angosto corredor. Todos los kitsunes debían encontrarse fuera al ser criaturas nocturnas en su mayoría por lo que el lugar lucía desierto. Sabía que Holland debía estar molesta conmigo por haberle mentido, y preocupada por mis heridas. La preocupación terminaría por ganar su frágil furia. Pero considerando la hora, ella debía de estar durmiendo. No era tan mala persona como para despertarla. Quizás debería haber aceptado la oferta de Kian por compañía nocturna, pero nunca había sido buena al tomar decisiones personales.

Me detuve tan pronto como vi a Robin. ¿En serio? ¿De todas las personas que podía cruzarme tenía que ser el brujo demente? La marca en mi brazo ardía por lo que no podía ser un kitsune intentando jugar conmigo, de nuevo. Pero él ni siquiera se inmutó ante mi presencia. Lucía tan normal y tranquilo como siempre, sonriendo de aquel modo infantil que solo él tenía. No lucía como si casi hubiera muerto esta noche, posiblemente porque este Robin todavía no lo había experimentado. ¿Qué tan mal estaba si comenzaba a ser capaz de distinguirlos? Suspiré, dudaba mucho que la versión actual de él fuera capaz de sonreírme ahora mismo. ¿Y qué demonios me importaba si así era?

—¿Sigues molesta conmigo? —preguntó él y apenas me contuve de reír.

—No tienes idea.

Non voglio che tu sai arrabbiata con me —dijo Robin y sacudí apenas mi cabeza.

—No tengo la menor idea de lo que acabas de decir. Mi italiano es tan básico y malo como tu nórdico.

—Lo sé. Aunque he mejorado un poco con mi nórdico.

—Ya quisieras.

—Logn ikke jeg —dijo Robin y sonreí sin poder evitarlo.

—Acabas de decir que eres una mentira —dije y él hizo una mueca—. Ikke logn jeg. Eso significa que es cierto. Aunque considerando que eres un brujo, seguro tendrás ese error típico de niño de pronunciar primero el jeg. Ni siquiera sé de dónde demonios has sacado eso.

Inténtalo si puedes (Trilogía Nina Loksonn #2)Where stories live. Discover now