Capítulo 21: Un paso adelante

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Mi hombro seguía doliendo pero la herida ya casi se había cerrado por completo. Ridículo, no había cambio en el Helheim pero seguía sanando igual de rápido. Los caninos de Vali habían llegado a traspasar la tela y desgarrar mi piel por la fuerza con la cual me había mordido y el hecho que fueran sus verdaderos dientes, pero no era como si me importara. Él había tardado un buen rato en recomponerse del todo, y dudaba que esa fuera una carga de la que se pudiera olvidar, pero al menos había juntado la suficiente fuerza para pretender que estaba bien.

¿Qué demonios podía decirle si lo que creía era correcto? ¿Que no era su culpa haber desgarrado el cuerpo de Narfi hasta lo irreconocible y haber arrancado sus tripas para que Odin las utilizara como sogas al atar a Loki? ¿Que no había sido él, sino el lobo feroz en que Odin lo había maldicho para llevar a cabo semejante masacre? Maldita sea, mi hermano se había comido a caperucita y todas esas tontas historias sobre le lobo malo. Sí, había encontrado el modo de burlar a Odin e intercambiar lugares con su propio hijo, pero eso no cambiaba lo que había hecho. Tampoco reviviría a Narfi o liberaría a Loki. El Dios se había dejado atrapar para que sus hijos no tuvieran que seguir pagando.

—¿Qué sucedió? —preguntó Robin y sacudí mi cabeza en negación.

—Nuestro nombre puede tener un poder que ningún otro líder, jamás, lograría siquiera igualar. Los grandes héroes, las personas que hicieron las más grandes hazañas, todos fueron Loksonn. Pero créeme cuando te digo que nadie jamás querría llevar ese apellido —respondí.

—Yo lo haría —dijo Robin y le sonreí tristemente.

—Pero tú estás loco. Vamos, la casa de Hela es más acogedora que su patio.

Vali no perdió tiempo en irrumpir, Baldr tampoco dejó de vigilarlo por su actual estado de ánimo. Quería decirle que era en vano discutir con Hela, aun cuando se suponía que él la conocía mejor que yo, pero sabía que no me escucharía. Kian lo siguió de cerca como su guardia, lo cual me dejó a solas con tres brujos. De nuevo. Suspiré antes de entrar, era mejor terminar con este maldito asunto de una vez para no volver a poner un pie en el Helheim nunca más. Maldita sea, ya me había hecho esa promesa antes y aquí estaba de nuevo.

—No beber, no comer, no sumarse a la fiesta —repetí mientras cruzaba el umbral—. ¡Y Robin, nada de hablar con Shakespeare o Julio Cesar o alguien de ese estilo!

—¿Y Freddie Mercury? —preguntó él.

Al diablo, el brujo era imposible. ¿Cómo demonios discutir con él? Aunque sabía que Queen era su banda favorita y Robin era capaz de hacer cualquier cosa por tocar la mano de Freddie Mercury, incluso incentivar mis trampas al tomar otras identidades si con eso conseguía meternos tras bambalinas. Lo habíamos hecho, o él lo haría. ¿El maldito tiempo no era suficiente dolor de cabeza como para agregar que al parecer no existía en el Helheim? La maldita mansión seguía en plena fiesta como cuando la había dejado con la fuerte música haciendo vibrar el suelo y los bailarines por todas partes. El maldito infierno era un excelente lugar para pasar el rato después de la muerte, lástima que no existiera nada para mí entonces.

No tenía la menor idea de lo que los brujos se esperaban del infierno, si siquiera creían en uno o lo llamaban de ese modo, pero definitivamente no era lo que esperaban. Había un gran contraste entre el patio terriblemente mal cuidado de Hela, y su mansión que lograba que las fiestas de fraternidades lucieran como pequeñas niñas con traje de ballet. Sinceramente, no tenía la menor idea de dónde Hela sacaba la música, o la comida, o todo lo que había, o los... No, los invitados eran fáciles de conseguir para ella. ¿Cuántos muertos habría? De saber esto, las personas dejarían de ver tan mal a la muerte. Al menos aquellas que tenían una oportunidad luego.

Inténtalo si puedes (Trilogía Nina Loksonn #2)Where stories live. Discover now