Capítulo 20: Lealtad sobre todo

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Podía sentir el acompasado tic toc del reloj contra mi cuello. Abrí los ojos pero no me moví de donde estaba tirada en el suelo. Aquella horrible sensación seguía aferrándose a mi mente mientras me repetía que no había sido real. Nada más que una ilusión. El Helheim seguía siendo el páramo sin vida que recordaba, un sitio oscuro y vacío. No sentía nada bajo mis dedos a pesar de estar tocando el suelo. Tampoco podía sentirme respirar o mi corazón latir. Era como si mi cuerpo no reconociera que estaba viva. Pero estaba consciente, eso era suficiente para decirme que estaba con vida. De lo contrario estaría en medio del slid, hundida en el río de espadas.

No me moví. Era incapaz. Los recuerdos de la vez anterior no dejaban de torturarme, lo que acababa de experimentar tampoco ayudaba a calmarme. Me concentré con todas mis fuerzas en el tic toc del reloj, ese objeto debía ser inmune a cualquier cosa, incluso el maldito Helheim. La marca en mi brazo también ardía, pequeños detalles a los que estaba tan acostumbrada y ahora necesitaba tan desesperadamente para no tener un ataque de pánico. Estaba sola en la tierra de los muertos. No quería estar aquí, no debería estarlo de nuevo. Me había dicho que no permitiría que volviera a suceder.

No estaba respirando. Maldita sea, quería respirar más que nada pero no podía sentirlo. Esto no estaba bien. Tenía que calmarme, porque lo último que necesitaba ahora mismo era un maldito ataque de pánico. Estaba segura que alguien me estaba llamando pero no me moví. ¿Era mucho pedir que Hela cuidara un poco más su maldito patio? Unas flores coloridas por allí, alguna estatua bonita por allá, algún estúpido flamenco rosa de plástico en alguna parte... ¡Tal vez de ese modo las personas no se quejarían tanto por el sitio!

—¡Nina!

Me senté enseguida al oír su voz. El brujo estaba aquí también, viendo lo horrible que resultaba el Helheim, no sintiendo nada tampoco. ¿Habría estado atrapado en su propio infierno también? ¿Habría sido tan malo como el mío? Él estaba bien y consciente, eso era todo lo que me importaba. Necesitaba encontrar a los demás y asegurarme que también estuvieran despiertos. Era peligroso quedarse demasiado tiempo aquí. ¿Habría tardado en romper su ilusión? Miré mis manos solo para comprobar que no tenía mi anillo. Por un instante creí que tendría un ataque al ver mi pálida piel. Tiré mi manga hacia atrás, la marca también estaba visible, señalando detrás de mí. No había cambio en el Helheim.

Toqué con desesperación mi rostro. Los cortos mechones de cabello cubrían mis ojos, mis orejas estaban ligeramente en punta, sabía que las malditas marcas estaban visibles... Maldita sea, el río de espadas era horrible pero un mal necesario. ¿Cómo podía haberme olvidado de esto? Doble mis piernas, esto estaba tan mal. ¿Cómo demonios no lo había pensando? Enterré las manos en mi cabello y bajé mi cabeza intentando ocultarme lo mejor que pude. ¿Por qué diablos el sitio tenía que estar tan desierto? ¿Dónde estaba el slid cuando lo necesitaba?

No recordaba nunca antes haberme sentido tan vulnerable y expuesta. Intenté controlarme pero mi cuerpo estaba temblando por su propia cuenta. No era justo, el Helheim no era nadie para despojarme del cambio de este modo. Esto no estaba nada bien. Tan solo quería ocultarme y encontrar algo con lo cual cubrirme pero incluso el mismo suelo estaba tan seco como si esto fuera un desierto. Casi grité al sentir sus pasos detrás. No debía verme, nadie debía hacerlo. Quería encontrar las palabras para decirle aquello pero me era imposible.

Me quedé completamente quieta al sentir el ligero peso sobre mis hombros, aún más cuando la capucha cayó delante de mí cubriendo parte de mi visión. Por un momento ni siquiera fui capaz de pensar por la sorpresa. Toqué el borde de su capa sin terminar de creerlo, él nunca se deshacía de esta. ¿Qué demonios podía entender un brujo sobre lo que era para un cambiaformas ser despojado de su cambio? Pero aquí estaba, rompiendo una de las principales reglas de la logia. Al menos esta no era del tipo que podría serle letal. ¿Se podía morir ya estando en el infierno?

Inténtalo si puedes (Trilogía Nina Loksonn #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora