🌸Extra I🌸

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Los años pasaban lentos desde que fui nombrado príncipe heredero en el imperio Jade; la frialdad de aquel hombre al cual siempre había considerado mi padre, era cada vez más notoria ante los ojos de cada oficial celestial. Los ministros que continuamente me miraban con lástima, empezaron a mirarme con burla y altivez luego de adquirir mi posición como heredero del trono. Nadie se acercaría a mí en busca de favor, era más que claro que jamás había sido el favorecido.

La espina del odio se clavaba cada vez más profundo en mi alma y las ganas de vengarme eran cada vez más fuertes y difíciles de controlar. El hecho de que ahora el Huáng Dì se pavoneara con la consorte real todo el tiempo solo avivaba más odio y el dolor que arraigaba mi corazón.

Mi madre estaba siempre con una mirada fría, con un paso recto y la cabeza en alto, aun cuando los susurros y el cotilleo entre los pasillos del gran palacio celestial, eran pan de cada día. Y no entendía, no entendía como ella no decía nada, como aguantaba tanto... como no la consumía el dolor. Su porte elegante y su manera refinada de dirigirse al Huáng Dì siempre fue algo que no pude entender, pero ella solo me dedicaba una sonrisa y posaba su mano cálida sobre la mía dándome el confort que no sabía que necesitaba.

Cada paso, cada plan que durante años fui cosechando, ella se encargó de tejerlo apropiadamente para mí. Sabía que era cuestión de tiempo para que aquella mujer que yacía en los brazos del Yù Huáng Dà Dì, le concediera un hijo. Y así, mi madre y yo pasaríamos a ser la burla de los tres reinos, el desecho de los cielos.

...

Fue por un descuido que la conocí. Llevaba años intentando encontrar la manera de romper el sello del loto sin que el emperador se enterase, bajando a las vastas tierras de Dì Yù para poder liberar al gobernante de las sombras. Aquel día por alguna razón el Yù Huáng Dà Dì había ordenado doblar la seguridad en aquel lugar y liberaron a cuatro serpientes de arena para proteger los pilares sagrados. Fue en un descuido que una de esas bestias logro morderme y con gran suerte logre conservar mi brazo.

El dolor me consumía lentamente mientras intentaba con todas mis fuerzas esconderme en lo más vasto del imperio Hēiyù. Caí entre unas rocas cuando mis piernas dejaron de funcionar, me arrastré hasta lograr apoyar mi espalda en una superficie plana y con gran esfuerzo descubrí mi torso sacando mi brazo mal trecho.

Aquel estaba entre un color verdoso y azulado, los dos grandes agujeros que dejo la serpiente supuraban esa típica sangre negra con tintes dorados que me ataban como una cadena a un esclavo ante los caprichos del emperador. Esa inmunda sangre era la causa de todos mis problemas, era la marca que auspiciaba que no pertenecía a ninguna parte; un sucio híbrido, un bastardo, un ser nacido del más grande pecado, eso es soy a los ojos del Yù Huáng Dà Dì.

Mire a mi alrededor intentando buscar una rama u algún objeto que me ayudase a mantener el brazo recto; aparte del constante sangrado, podía sentir la quebradura en los huesos de mi brazo. Para mi desgracia no había nada cerca y el dolor cada vez nublaba más mi conciencia. Saque una pequeña daga de mi túnica y corte levemente mi brazo en cada hueco dejado por los filosos colmillos de la serpiente, apreté con fuerza hasta que empezó a supurar un apestoso fluido verdoso; sabía que eso no ayudaría mucho, seguramente el veneno estaba en todo mi sistema para el momento, pero me ayudaría a poder llegar a un lugar seguro.

Bai Lian HuaWhere stories live. Discover now