🌸Loto Blanco. El renacer de verdadero Jade 1/3🌸

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La guerra acrecentó cada día más. Los guerreros de ambos reinos caían como una colonia de hormiga ardiendo en llamas. Cielo, tierra e infierno luchando lado a lado por la paz y el bien común contra una fuerza que sobrepasa los límites imaginarios.

A cinco meses del inicio de la guerra, las fuerzas iban mermando cada segundo más por nuestro lado. Su Alteza luchaba a mi lado sin dejarme por un segundo y, aunque más de una vez nuestros enemigos intentaron separarnos, no lograron su cometido. Siendo aquello lo único positivo desde que esta infernal batalla empezó.

Con cada segundo mi preocupación aumentaba, podía sentir como cada minuto que pasaba, la fuerza y la vida en mí se iba esfumando como el aire que exhalo de mis pulmones.

Cansado de la interminable batalla, fije mi vista en una sola meta, avance ferozmente abriéndome paso hasta él. Feng Xù se encontraba justo en los pilares, en medio de la gran masacre.

Tan majestuosamente parado, mirando como sus creaciones destrozaban seres inocentes. Ni siquiera los bastardos que viven en el mismo DíYú osan de tal maldad en su interior.

Aun así, no importa que pensase de él, al fin y al cabo, quien tiene el poder, puede regodearse de lo que desea y, Feng Xù sabia mejor que nadie aquello.

Pero todo poder viene con un precio. No puedes provocar caos sin tener que sufrir en el proceso. No importa cuán fuerte seas, cuanto poder e incluso cuanto caos provoques. Todo tiene un costo y en algún momento él lo pagaría.

Me giré rápidamente blandiendo mi espada, Su Alteza me miro con seriedad, su respiración era errática, aun con los gritos y el sonido de las armas chocando, podía escuchar y divisar sus jadeos ante el cansancio.

Él sonrió al percatarse de mis pensamientos, movió sus pies como si bailase en el viento y, el movimiento de su espada hondeo entre sus enemigos librando el espacio que aquellos ocupaban. Cuando por fin llego a mi lado, con su cabello hondeando contra la brisa y su pálida piel manchada de sangre ajena. Tomo mi mano con fuerza y me miró fijamente con decisión.

Había fuego en su mirada. Sus ojos habían fijado el mismo objetivo que tenía en mi mente. —El estará junto a Feng Xù, no es necesario que vengas...

Adelante diciendo, el solo sonrió con zozobra y movió con agilidad su arma a un costado de mí. Me daleé hacia un costado y rodeé con mi cuerpo su frente atravesando al atacante que venía directo hacia él. Su Alteza me guiño en ojo y movió su espada rápidamente sobre mi hombro, atravesando perspicazmente la cabeza de un adversario. —El ya eligió su lado y, mi elección eres tú. Nada más importa.

No pude evitar sonreír. Mire a la distancia, Feng Xù estaba por lo menos a unos doce Li de distancia. Apreté fuertemente mis puños, respiré con profundidad y, volví la mirada hacia su Alteza antes de seguir abriéndome paso a Feng Xù.

Su Alteza posó su mano en su vientre, no pude evitar mirarle. Llevábamos cinco meses de una lucha sin descanso. Su Alteza había luchado a la par a mi lado, sin dormir, sin comer, sin ningún tipo de cuidado o privilegio. Su Alteza llevaba sus manos y su ropa manchadas de sangre, su piel tersa y sus rojizos labios estaban pálidos. Pero su mirada era feroz y el movimiento de su espada era totalmente letal. No pude evitar reírme con ironía ante los recuerdos del pasado, recuerdos donde maldije a su Alteza por su debilidad.

Aquel niño esculpido, de piel blanca y aspecto enfermizo. Ahora estaba luchando espada contra espada a mi lado. Portando a mí hijo de cinco meses en su vientre y sin un solo momento de descanso.

Si bien para un ser inmortal como nosotros, no es absolutamente necesario los sustentos diarios de los humanos. Como cualquier ser existente tenemos nuestro límite y, hoy en día su Alteza los había sobrepasado.

Negué espantando aquellos pensamientos, guíe mi mano sobre su vientre y lo mire fijamente. —Pase lo que pase, no dejes que nada les dañe. No te acerques más de esto, él te quiere a ti.

Su Alteza me miro con sus ojos rojos de cansancio. Negó con fervor mientras blandía su espada sin dejar de luchar. —¡Ni lo pienses! Iré contigo.

Le empujé suavemente haciendo una seña a Lu Xiao que se encontraba a unos pasos de nosotros. Su Alteza no tuvo tiempo de siquiera reaccionar para cuando me había movido lo suficientemente lejos.

Miré por última vez hacia él y negué con calma mientras hondeaba mi espada defendiéndome de los atacantes. —¡Liu Huó!

Sus gritos golpearon mi pecho con fuerza. Lu Xiao lo afirmaba fuertemente mientras usaba sus sombras para mantener a los enemigos alejados. No podía permitir que Feng Xù tomara ventaja de nosotros. Sabía muy bien que temía a su Alteza, por alguna razón tenía claro que el único ser capaz de brindar el verdadero equilibrio a la existencia, era Xuě Tiān.

Feng Xù sabía muy bien que, si no le destruía antes de que su Alteza descubriera su poder, no lograría jamás salir de su encierro, aun si mantenía a Wu Rong junto a él. —Lo siento su Alteza. Tienes que mantenerte a salvo...

Mire fijamente a mi objetivo. A pesar de todos los seres que se encontraban luchando y la gran distancia que nos separaba, pude sentir su ferviente mirada en mí.

Aquellos ojos violáceos me miraban con altivez, él sabía perfectamente bien que mi vida estaba en su límite. Pero jamás debió subestimar mi voluntad de mantener a salvo a mi familia.

Sabía perfectamente que no había vuelta atrás. Tome con fuerza mis espadas acumulando toda mi energía en mis manos. La sangre fluyo por mis dedos mezclándose con el frío metal del arma espiritual.

La energía que corría en mi cuerpo exploto de tal manera que todo a mi alrededor fue expulsado a un Li de distancia. Feng Xù sonrió, extendió su mano apareciendo su arma espiritual. Una fina espada de jade verde, la tomo con fuerza entre sus dedos y se impulsó con ferocidad hacia mi dirección.

Después de tantos meses, la verdadera batalla por fin daba inició. —¡Feng Xù!...

Bai Lian HuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora