🌸Lágrimas doradas, una espina el corazón🌸

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Los días habían pasado lentamente; la relación con mi progenitor había mejorado fluidamente con el transcurso del tiempo. Incluso por un segundo, olvidé en medio de qué estábamos. Pero la desgracia y los malos sucesos me perseguían desde el día en que nací.

Caminaba lentamente por los pasillos. Mi padre había reunido a sus aliados, aunque fuera sorprendente que, aun luego de miles de años, aún tuviera seres leales a él. Sabíamos que la guerra se acercaba. No me había aparecido en el plano celestial y mis informantes traían noticias cada vez más catastróficas del aquel imperio. Y aunque resurgir y tomar el trono era importante, sacar a mi madre de la Torre Yánluó lo era mucho más. Por lo tanto, no había vuelta atrás ni segundas opciones. Sabía que Liu Huó estaba débil, que las esporas lo consumían día a día y, con un poco de paciencia, acabarlo no sería un gran problema. Todo habría sido perfecto si no fuera porque un pequeño rumor llegó a mis oídos.

Desde que Feng Xù entró en nuestros planes, siempre sentí aquella aura penetrante y podrida a su alrededor. Y aunque decir eso de mi parte podría ser hipócrita, en aquel ser no podía encontrar ni una sola pizca de humanidad. Pero ¿qué podía hacer cuando se mostraba como mi única opción? Mi padre lo había traído y de alguna forma me estaba dando todo lo que necesitaba para combatir contra los tres reinos. Tenía el plano mortal totalmente a mis pies; el plano celestial era un caos y DíYú, solo era cuestión de tiempo que perdiera a su rey. Luego de ello, tomar el reino infernal bajo el mandato de mi padre sería totalmente sencillo. El plano celestial estaría en su punto más débil con el regreso del antiguo rey infernal, y yo podría ascender al punto más alto sin ninguna sospecha. Claro que era un sueño muy dulce. Porque luego de analizar cuidadosamente, no había nada que le favoreciera y sin nada a su favor, ¿qué es lo que lo motivaba a liberar nuestro camino?

Debí ser demasiado ingenuo para no ver sus planes; eran tan evidentes que casi caía en la ridiculez. Fue el rumor de que habían profanado Yánluó lo que me alertó de sus actos. La curiosidad es una cuchilla de doble filo; tal vez si no hubiera indagado, habría llegado al final creyendo que tenía todo en la palma de mi mano, justo para dejar todo a sus pies. Dos guardias sombras de Wun Zheòn llevaban meses vigilando las tierras de Heiyu. Fue al tercer día de la profanación que uno de ellos llegó frente a mí casi sin vida. Sus palabras helaron mi alma como si hubiera muerto en ese instante. Corrí abruptamente hacia la habitación que tiene la puerta a su dimensión. Negué todo el camino los sucesos, rogué porque fuera mentira, pero todo quedó claro cuando abrí aquella puerta.

Ante mis ojos estaba él, Feng Xù, sentado elegantemente en un extremo de la mesa de la habitación. En una de sus manos tenía una pequeña taza de té que zarandeaba suavemente, jugando con el líquido en su interior; en su otra mano tenía una cadena espiritual, las mismas cadenas forjadas en Yánluó, y aquellas cadenas estaban firmemente enredadas al cuello de mi madre. Ni una sola palabra salió de mi boca, mis músculos se congelaron al igual que mis pensamientos. Intenté respirar, pero todo el aire de mis pulmones se había esfumado. Mi madre estaba amordazada y me miraba con terror y dolor en sus ojos. Su ropa sucia, su cabello desarreglado y su cara magullada hacían que mi corazón doliera de una forma indescriptible. La única persona que me había amado y protegido toda mi vida estaba en manos del ser más despiadado de la existencia misma. Él tenía mi corazón en sus manos y su sonrisa no hacía más que decirme que lo sabía.

—Veo que aquella sombra escurridiza llegó anticipando las noticias. ¿Vamos, por qué me ves así? ¿No estás feliz de ver a tu madre? Creí que estarías emocionado de saber que está viva aún.

Di dos pasos al frente y mi mano se movió involuntariamente hacia ella, como si intentara alcanzarla, pero el terror a que desapareciera congelaba mi cuerpo. Él sonrió con más altivez ante mi acto y negó suavemente, jalando la cadena y haciendo que mi madre cayera bruscamente al suelo. Sentía mi corazón desgarrarse y el miedo consumiéndome no hacía más que empeorar mis actos.

Bai Lian HuaWhere stories live. Discover now