🌸Fin de la guerra, un nuevo comienzo.🌸

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El campo de batalla había quedado en un sepulcral silencio. Uno a uno los seres creados por el poder de Feng Xù, había empezado a desmoronarse como pequeñas hojuelas de ceniza en el agua.

El sonido de las armas cayendo a la tierra, el olor oxidado de la sangre que corría como pequeñas vertientes alrededor y la agitada respiración de los presentes. Todo había quedo atrás, lo estaba viviendo, pero era un panorama muy lejano a mí.

Posé mis manos sobre mi vientre, apreté firmemente como tratando de abrazarme a mí mismo, necesitaba el consuelo de aquellas grandes manos que meses atrás habían adorado y amado mi cuerpo. Necesitaba el amor, la compasión y la ternura de aquellos brazos que protegían mi sueño. Sin embargo, todo aquello no existía más.

Cerré los ojos unos segundos intentando ordenar mis pensamientos, mire a mi alrededor, habíamos ganado, no obstante, nadie celebraba, no había ni una aclamación del aclamado vitoreo, solo un silencio sepulcral.

Se habían formado en un gran círculo rodeándome por completo, sus miradas iban al suelo, sus armas clavadas en la tierra húmeda y sus brazos formando un arco en señal de respeto a la vida que se perdió en nombre de esta aclamada victoria de paz.

Tome la empuñadura de mi espada, la sostuve fuertemente clavándola en la tierra, me levante lentamente intentando no caer ante mis piernas flácidas.

Podía sentir el poder despertando dentro de mí, podía sentir aquella energía vibrante en mi cuerpo, pero ¿De qué me servía ahora? Mis piernas temblaban como gelatina ante los sucesos, mi pecho dolía como si clavaran mil puñales en él y mi corazón se desquebrajaba lentamente ante cada segundo.

Mire con pesar y odio a aquel ser bajo mis pies. Aquel ser culpable de mi mayor desgracia. Por primera vez en mi vida, logre comprender lo que era el verdadero odio, logre comprender que es el rencor y, como ese veneno te consume lentamente hasta lo más recóndito de las entrañas.

—Alteza...—

Lu Xiao se acercó lentamente a mí, posos su mano en mi hombro y me miro a los ojos con preocupación. —Termino... Alteza—.

Li Song dio tres pasos adelante quedando al lado de Lu Xiao, me miro con tristeza y comprensión, tomo mi mano apretándola con fuerza y negó con suavidad antes de hablar. —Es hora de irnos Alteza, todo acabo aquí, no tienes que seguir—.

Sentí como un nudo se me formaba en la garganta, quería hablar, quería negarme, quería ser fuerte ante la mirada atenta de todos a mi alrededor. Pero apenas mis labios se abrieron, no pude contener las lágrimas, un jadeo ahogado salió sin previo aviso y una tras otra las lágrimas empaparon mi cara de la forma más lamentable. —El «llanto ahogado» ... No está «llanto ahogado» ... Nunca más «llanto ahogado»—.

De repente sentí unos cálidos brazos rodeándome, un olor familiar y aquella apacible vos que poco a poco voy mermando mi llanto. —Está bien, sácalo todo, no guardes nada, está bien, nosotros aún estamos aquí «tocar el vientre» ... Él también está aquí y nos quedaremos a tu lado—.

Me aferre fuertemente a los brazos de Yang Mei, deje salir todo mi dolor, solo habían pasado unos segundos, tal vez unos minutos, sin embargo, el dolor me desgarraba por dentro. Una tortura que perduraría hasta el final de los tiempos. ―No pude salvarlo, yo... no pude salvarlo «llanto ahogado» ...—

Yang Mei me aparto lentamente y poso sus manos en mis mejillas, me miro con sus ojos rojos y sonrío. ―Él quería que vivieras fuera de todo mal, él quería que todos vieran tu grandeza, tal vez no este para ver las maravillas que harás, pero estoy segura de que él estuvo orgulloso de ti hasta el último segundo. Xuě Tiān, Liu Huó vivió y murió por ti, por tu vida y, es por ello que tienes que vivir cada segundo al máximo, no dejes que esto te derrumbe «Mano en el vientre». Aún tienes por quien vivir, por quien ser fuerte, él no te dejo en las sombras, él se aseguró de que jamás toques la soledad—.

Posé la mano en mi vientre, sentí el pequeño movimiento dentro den mí, no pude evitar morder con fuerza mi labio inferior. Desvié la mirada y la fijé ante el cuerpo inconsciente y agonizante de Feng Xù. Me aparte de Yang Mei, afirme la espada incrustada en el pecho de Feng Xù y gire con fuerza arrancándola de la forma más dolorosa que pude.

Feng Xù se estremeció en el suelo, abrió los ojos de golpe y miro soltando un gemido doloroso antes de volver a caer inconsciente.

Había cerrado los canales de cultivo de Feng Xù y había destruido por completo su núcleo. Era cuestión de tiempo para que se desangrara y muriera, pero aquello sería demasiado piadoso de mi parte.

Mire a Li Song y Lu Xiao, limpie la espada manchada de sangre y apunte hace el cuerpo en la tierra. ―Llamen a Tae Min, curen sus heridas y hagan lo imposible para salvarlo—.

Todos me miraron consternados y sin poder entender, no obstante, aun así, Lu Xiao no dijo nada y camino lentamente recogiendo el cuerpo moribundo. ―Li Song, ve por Tae Min—.

Li Song me miró fijamente, apretó sus puños y partió con rapidez en busca del solicitado. Yang Mei poso su mano en mi hombro con duda pregunto lo que todos querían saber. —¿Por qué lo dejas vivir? ¿No, merece la muerte? —

Chou Tai que hasta el momento se había mantenido en absoluto silencio, dirigió su mirada hacia Feng Xù, sus ojos ardían en odio puro y aun con sus dientes apretados y chirriando, contesto lentamente las dudas de Yang Mei. —Morir, es demasiado lujo para una basura como él—.

—¿Ah?—.

Chou Tai relajo levemente su mirada y respiro profundamente antes de dirigirse a la joven diosa frente a él. —Feng Xù, no solo provoco la muerte del Rey Liu Huó, sino que arrebato miles de vidas en esta guerra. Su muerte jamás pagará todo el daño que provoco. Es por ello que su peor castigo, es vivir...—

Palacio Black Lotus, Imperio Heiyu.
(Xuě Tiān)

—Alteza, hemos dejado al prisionero en la mazmorra de la torre Yánluó. El gobernante Tae Min se ha encargado personalmente de tratar sus heridas. Informa que su condición está fuera de peligro y que, con un poco de poder espiritual en su organismo, puede despertarlo cuando desee—.

Levante la cabeza lentamente ante sus palabras, habían pasado diez noches desde que la guerra llego a su fin, Tanto Feng Xù como Wu Rong, fueron tratados y encarcelados en la torre Yánluó. No había logrado salir del palacio, cada día el asistente entraba por aquellas grandes puertas y se arrodillaba anunciando una petición.

Cientos de seres, dioses, humanos y demonios aclamando mi presencia, peor lo único que había en mi cabeza era el suceso de muerte de Liu Huó una y otra vez.

Pero por fin, luego de tanto tiempo, tenía algo que realmente me motivaba a salir fuera de las paredes del imponente castillo de Liu Huó. Me levante con rapidez, ordene mi ropa, mi cabello y aspire profundamente antes de darme el impulso de ver su cara.

—¡Alteza! ¡Está aquí! Permítame acompañarle, no debería...—

Alce mi mano deteniendo las palabras del joven guardia fuera de la puerta donde se encontraba Feng Xù, él se silenció de inmediato y bajo la cabeza en gesto de respeto, saludo de acorde el protocolo y abrió lentamente la puerta, dejando contemplar una oscuridad absoluta.

Mire fijamente al guardia, ordene la retirada de todos los que estuviesen cerca y aun en un estado dubitativo, asintió sin decir nada y ordeno a todos retirarse del lugar.

Entre lentamente cerrando las puertas, asegure el sitio con calma. Aun en la penumbrosa oscuridad podía observar perfectamente el cuerpo maltrecho de Feng Xù.

Su respiración era algo agitada, el sofocante y venenoso aire de Heiyu no es conveniente para un simple cuerpo humano, pero está bien, porque él no es un humano cualquiera, porque por más que no haya un núcleo en su cuerpo, él jamás morirá.

Pose mi mano en su pecho, lo mire fijamente mientras pasaba energía a su cuerpo, sus ojos aun cerrados temblaban con ansiedad y, lentamente fue abriendo los ojos, aquellos ojos fríos y llenos de maldad, ajenos a toda su futura desgracia. —Es hora de despertar en tu nueva realidad, Feng Xù—

Bai Lian HuaWhere stories live. Discover now