🌸Rojo🌸

718 103 47
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


—¡Bì xià! Los seres de la ciudad infernal están inquietos desde hace unos días. Se ha propagado el rumor de la presencia de un demonio que atormenta nuestras tierras, amenazando con llevarse todas las almas que se crucen en su camino. Bì xià, le ruego que nos brinde su orden y nos encargaremos de eliminar esta amenaza —.

—¡Bì xià! No podemos permitir que alguien invada nuestro territorio y cause estragos a su antojo —.

—¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Vamos a derrotarlo!!!—

—Bì xià Liú, cumpliré sus órdenes —.

Liú Huó se encontraba sentado en un imponente trono hecho de huesos negros, masajeando su sien con irritación mientras escuchaba las quejas. Con calma, levantó la mano y dio una señal a su guardia personal sin necesidad de levantar la mirada. Con un simple gesto, el servidor hizo una reverencia y partió para ocuparse de ese pequeño dolor de cabeza. De vez en cuando, algún demonio temerario se aventuraba en sus tierras, creyendo poseer suficiente poder como para desafiar su autoridad.

Liú Huó se levantó lentamente después de que las puertas principales se cerraran. Observó al grupo de seres que se inclinaban ante él y caminó con calma hacia una de las numerosas puertas que rodeaban el gran salón real, sin pronunciar una sola palabra. —¡Despídanse de Bì xià Liú!—

El eco de sus palabras resonó antes de que un silencio sepulcral se apoderara del lugar y la oscuridad se extendiera a través de la puerta, desconcertando a todos aquellos que ingresaran al palacio con la intención de profanar los grandes tesoros que el rey infernal había acumulado a lo largo de los siglos.

Liú Huó sacó lentamente un pequeño pétalo de loto de su túnica. Era una hermosa y delicada joya de jade, meticulosamente tallada por el artesano más hábil. En las elegantes manos blancas del emperador, brillaba como una de las gemas más preciosas. Ese objeto no era más que la llave que permitía salir del palacio una vez se ingresaba a las oscuras dimensiones creadas por el gran Huáng dì de Dì Yù.

El emperador Huó contempló el pétalo por un momento antes de insertarlo cuidadosamente en el pequeño tallado de la puerta, encajando perfectamente con aquella magnífica obra de jade blanco. Entró lentamente, dejando atrás la oscuridad de aquel sombrío espacio.

Cuando las puertas se cerraron por completo, una luz deslumbrante iluminó el lugar. En cuestión de segundos, Liú Huó se encontraba en lo más alto del palacio. El ala estaba completamente iluminada por pequeños lotos flotantes, como almas diminutas volando en el salón. Era una tranquilidad desconocida para los habitantes de Heiyu. Era como adentrarse en una dimensión alterna, alejada del bullicio cotidiano de la ciudad infernal

, donde las almas danzaban y celebraban en una festividad interminable. Tan animados y ruidosos como cabría esperar en una ciudad sin ley.

Huáng dì Liú caminaba lentamente entre esas pequeñas luces hasta llegar a unas cortinas blancas de chifón de seda, decoradas con un exquisito bordado de oro. Cerró los ojos mientras apartaba con delicadeza esas cortinas, revelando una cama forjada completamente en el cristal más puro y reluciente. Sobre ella reposaba un hermoso hombre con largos cabellos platinados y un pequeño lunar en forma de flor en su frente, que le otorgaba un aire especial. Huáng dì de Dì Yù se sentó lentamente junto a aquel ser, aparentemente dormido en un apacible sueño, y con una adoración sublime en sus ojos, acarició su pálida mejilla. Había tanto amor como tristeza en su mirada mientras lo observaba, una mirada que revelaba un profundo anhelo.

Bai Lian HuaWhere stories live. Discover now