Capítulo XVI: Peligro

404 68 241
                                    

A pesar de mi intención de correr lejos del incendio que crecía a pasos agigantados detrás mío, la sangre que derramaba junto al dolor que provocaba haberme trozado con los vidrios de aquel ventanal me limitaban aquella tarea

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A pesar de mi intención de correr lejos del incendio que crecía a pasos agigantados detrás mío, la sangre que derramaba junto al dolor que provocaba haberme trozado con los vidrios de aquel ventanal me limitaban aquella tarea. La cortina solo había servido para cubrirme por arriba, dejando mis piernas a su suerte para poder correr y dar el brinco.

Mis manos temblaban debido a la adrenalina, haciendo un poco difícil utilizar correctamente mi celular. Necesitaba comunicarme con alguien, asegurarme de que Clementina no estuviese cerca y pedir ayuda.

Me terminé refugiando bajo la sombra de un árbol, a unos cien metros o más. Respirando aire puro, limpiando mis pulmones. Había inhalado una gran cantidad de humo, y ahora solo observaba como el calor envolvía a la que fue una casa más de Dios.

—Mierda. —me dije mientras observaba un trozo de vidrio clavado sobre la piel de mi pierna, iba a doler removerlo. —Contéstame, por favor.

Aun cuando le suplique a la línea y rogué por la seguridad de quién podría ser una de mis amigas el teléfono seguía indicándome buzón de voz. Buzón, buzón, buzón. Maldita mierda tecnológica.

—¡Mierda!

Todo era una mierda. Ya no sabía si está era la jodida realidad o una pesadilla más, estaba odiando toda esta situación. Entre maldiciones logré remover el vidrio de mi piel y me vende con un trozo de tela. Iba a quedar una cicatriz horrible y me limitaría, pero necesitaba correr.

Seguí marcando al número de Clementina, con la esperanza de escuchar su voz y poder relajarme, necesitaba relajarme. No hubo respuesta, solo el sonido de sirenas me acompañaba durante mi recorrido. Estaba cansada, física y mentalmente, ya ni siquiera sabía que me impulsaba.

El crujido de las ramas y hojas secas me alertaron de una anomalía en el lugar, había llegado al parque, pero no podía olvidar que vivíamos rodeados de naturaleza y bosques. Precavida giré mi cabeza en busca de algún animal o persona que pudiese estar cerca, y poco grata fue mi sorpresa de ver a alguien a los lejos.

Traía puesta una máscara de animal bastante real, con el torso desnudo y torneado pero sus pantalones salpicados de sangre. Una soga caía de su mano y la velocidad con la que se acercaba aumentaba.

—¡Doble mierda! —repetí mientras huía en dirección a la ciudad, siguiendo con la insistencia de localizar a Clementina.

Cuando me acercaba a la vía me percaté como todo ahí estaba desolado debido al incendio, y ello facilitaba que otros hombres bajaran de una camioneta con el mismo aspecto del que me seguía desde dentro del bosque. Ya no era uno el loco enmascarado que me seguía, el número se había multiplicado a tres. Aun cuando mi tobillo parecía querer doblarse, hui, corrí como nunca lo había hecho en vida, brincando y zigzagueando entre tanto árbol.

Evité voltear en todo momento, era claro que sí cometía semejante estupidez terminaría tropezando. Cuando dejé de escuchar a los otros me detuve y escondí detrás de un enorme árbol. Nunca me había interesado la naturaleza y por lo mismo desconocía qué tipo era este, pero agradecía que fuera frondoso y viejo para desaparecer mi figura.

AmeliaWhere stories live. Discover now