Capítulo VIII: Asesina

703 176 165
                                    

Era extraño

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.

Era extraño. No lograba conectar mi cerebro con lo que sucedía. Estaba tirada en el suelo y quién siempre me favorecía había sido la misma persona que me empujó, y ahora un desconocido me ofrecía su mano con una linda sonrisa.

Bueno, quizá todo él me parecía lindo y por eso mi piel se estremecía por un simple apretón de manos. Tenía algo que me arrebataba la mirada, no podía dejar de mirar fijamente sus ojos negros y su sonrisa seductora.

—Entonces... ¿Te vas a levantar? — me volvió a preguntar y me sonrojé por mi desliz. Asentí rápido y me levanté, quedando muy cerca de él y con un extraño calor envolviéndome.

Solté su mano y me encaminé a mi lugar, no necesitaba más atención, pero a este chico nuevo le pareció sensacional quitar al chico que se sentaba detrás de mí para hacerme compañía.

» Me tienes que estar jodiendo. «

Cada uno de los alumnos pasó de mirar a Alexa para curiosear en Max. Un chico nuevo, llegando tarde, envuelto en misterio y una extraña amabilidad conmigo, era algo de admirar. Todos menos Diego nos perdían de vista, y no sé por qué eso me decepcionó.

La clase continuó, entre risas y papeles volando sobre las butacas. No había respeto hacia los profesores, no siendo secuaz de la hija del director. Ya no sabía ni que estudiaba o cómo estar sentada en medio de tanto bullicio me beneficiaba. Pronto la campana resonó en los pasillos, dando aviso del receso y animando a todos.

—Que estúpido —. Me dije mientras guardaba mis libros y rebuscaba el almuerzo que me había preparado mi madre.

—¿Puedo comer contigo? — me preguntó de repente Max, sorprendiéndome.

— ¿Qué? — preguntaron al unísono Johana y Clementina, chicas que también me sacaban el susto por su acto de acompañarme durante el receso.

—Soy nuevo, quiero ayuda —. Se excusó para luego reír, no podía adivinar si eran nervios o burla por lo obvio.

—Hay más personas en esta clase, ¿Sabes? —le respondió la morena problemática mientras tomaba mi mano.

—Oigan... yo también tengo opinión — les hice saber, pero fui ignorada.

—Pero ella me gusta —. Agregó luego de tomar mi muñeca disponible y jalarme hacia él. Pronto una escena de un par de niños peleando por un juguete vino a mí, no permitiría acciones tan infantiles que pudiesen dañarme más.

—¡Alto! —reclamé casi gritando, ambos me miraron y suavizaron el agarre de mis muñecas.

Clementina, quién se había mantenido quieta al igual que un espectador decidió intervenir tomando la mano de su amiga. Agachó su cabeza, avergonzada por la actitud de Johana y tomaron su distancia. Al contrario de ellas, Max seguía con su mano encima de la mía.

—¿Qué tanto me miras, bicho raro? — le cuestioné con tono de reproche para después zafarme y mantener una cierta distancia.

— Me gusta apreciar aquello que me gusta — su respuesta tan desvergonzada me tomó por sorpresa, sonrojándome de improviso y obligándome a voltear a otro lado. —Que linda te miras.

AmeliaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz