Capítulo XIII: Pesadilla

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La persecución se volvió difícil en el instante que las gotas cayeron con fuerza, nublando mi vista y volviendo lodo a la tierra

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La persecución se volvió difícil en el instante que las gotas cayeron con fuerza, nublando mi vista y volviendo lodo a la tierra. Cada paso se hacía más pesado y la ansiedad por ser atrapada no se dispersaba con el agua cayendo. Necesitaba esconderme, refugiarme y avisar a mi madre que estábamos en peligro.

Cuando la carretera ya estaba frente, respiré, sintiéndome aliviada y ello me llevó a ser derribada por aquel fortachón.

—Creíste que te habías librado, ¿verdad? — me se burló manteniendo mi cara al suelo —Estamos a las afueras de Monte Molt, cerca de todo bien, una zona cerrada. Nadie vendrá a salvarte, niñita.

Sentía el aguan infiltrarse en mis fosas nasales, el ambiente volverse más pesado y la esperanza alejarse. Mis manos ardían, aquella vieja herida en el tobillo parecía menguar y el dolor de ser arrastrada al bosque era demasiado para mí.

—Y-yo... — empecé a decir, tosiendo debido al frío del lugar y los golpes recibidos. Aquel, quién me llevaba a una posible muerte se detuvo, al pendiente de mis palabras —No necesito que nadie me salve. — Sonreí, orgullosa y endeble, para caer inconsciente por una patada en la cara.

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Pensé que habían pasado horas cuando me volví a despertar, pero la oscuridad y la humedad del ambiente me reveló que solo estuve inconsciente unos cuantos minutos. La lluvia había bajado, el frío parecía seguir bajando y aquel fortachón hablaba con alguien por celular. No podía escuchar adecuadamente lo que decía, estaba lejos y yo bastante jodida.

Me arrastré siendo lo más imperceptible para tomar una roca grande, podía estarme muriendo, pero eso no impedía que buscara escapar. Mi deber era salvaguardar a mi madre, a mis amigos, por encima de mí. Sentía mis huesos crujir y arder dado el tiempo bajo la lluvia, pero aun así tomé con ambas manos aquella piedra y corrí para noquear a mi captor.

Él, quién estaba discutiendo por celular y con la seguridad de tenerme desmayada, no se percató de nada hasta que sintió el impacto de mi golpe en la nuca.

—¡Maldito seas! — bramé por la situación. No tenía con qué matarlo, ni amarrarlo o amordazarlo; y estaba igual o peor que cuando reviví. —Espero no verte...

Le retiré su chamarra para cubrir mi cuerpo, la blusa rota y las manchas de sangre no figurarían muy bien para cualquiera si me viera. Anduve mientras, tanteando en búsqueda de mi bolso hasta dar con él. Desafortunadamente no sirvió de mucho pues mi teléfono parecía estar muerto, así que resignada caminé sobre la acera con el frío golpeándome. En estas situaciones solo había un lugar donde podía llegar.

El negocio de comida china estaba cerrando sus puertas cuando me recargué sobre su puerta y espanté a Rosa y a su abuelo. Parecían no acostumbrarse a que una adolescente llegara a su local media muerta o media viva. Curioso, porque ya me había sucedido dos veces anteriormente. Quizá algo asfixiante porque no tengo una relación muy cercana con ambos dados mis planes.

AmeliaWhere stories live. Discover now