Capítulo IV: Manipulación

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Cuando salí de clases el dolor en mi tobillo era agudo, al momento de correr fui inconsciente y me forcé lastimando nuevamente mi pie

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Cuando salí de clases el dolor en mi tobillo era agudo, al momento de correr fui inconsciente y me forcé lastimando nuevamente mi pie. Seguía olvidando el hecho de que estaba ocupando un cuerpo joven, débil y herido. Al separarme de Diego y divisar a las seguidoras de Alexa me fingí lamentable para atraerlas hacia mí y brindarles la seguridad de mi débil estado. Me dirigí a la plaza y caminé hacia las escaleras que conectaban al estacionamiento subterráneo, cojeando y sin voltear atrás, siendo consciente de lo práctico que era ir hacia aquellos baños. Eran pocos los autos estacionados, no había gente y la luminosidad del estacionamiento era muy baja.

Ciertamente no tenía ningún plan en mente para lograr obtener alguna información de aquellas dos, pero pronto me llegaría el plan perfecto, y lo lograría sin necesidad de sacar aquel cuchillo de cocina. Todavía no tenía motivos para matar a alguien, bueno, a algún estudiante. Así como atravesé la puerta, dejé sobre el lavamanos mi mochila y me observé directamente al espejo. Seguía siendo extraño no encontrar mi mirada cristalina, la cabellera rubia y los labios de cereza. Era Camila, la adolescente que vivía intimidada. Una chica poco atractiva y sin autoestima.

- Hoy te demostraré cómo resuelve las cosas una reina, Camila. - le dije a mi reflejo para luego enjabonarme mis manos. Sus voces resonaban más fuerte al igual que sus pasos, en unos instantes atravesarían la puerta y yo las recibiría con una sonrisa. - Sorpresa.

Al ir discutiendo entre ambas no se percataron de mi presencia luego de ingresar al baño hasta que les dirigí la palabra y miraba con una sonrisa y los brazos cruzados. La castaña y más pequeña de las tres me miró en seco y señaló con su asqueroso dedo para incriminarle mis actos a su compañera.

- Ves. Te dije que esta perra era consciente de que la seguíamos. - me miró y luego le dirigió la misma mirada a su amiga, si es que lo eran. Ciertamente fue su voz la que me alertó, si no sonara tan aguda y estridente, quizá hubiese podido lograr su cometido,

- ¿Y eso qué importa? Seguimos siendo dos. No podrá pararnos. - le respondió mientras reía y sacaba de su bolso una lata. Desconocía su contenido, pero me molestaba más como se expresaba, ignorándome. Grave error.

No pude evitar carcajearme enfrente de ambas chicas, la seguridad con la que afirmaba aquella castaña sobre someterme solo me causaba ternura, quizá antes les era fácil intimidar a Camila, pero ya no era ella. Aquella que llegó peleando con su compañero pronto me dirigió una mirada hostil, perdiendo los estribos le arrojó sus cosas a su compañera y se abalanzó contra mí. Era un resultado que esperaba, pero tampoco esperaba fuera tan predecible, me recorrí a la izquierda evitando el impacto de su puño contra mi cara. Volví a moverme y con la distancia adecuada la golpeé con mi mochila, la cual había cargado con varios libros para hacerla pesada, lastimando su cara y empujándola en dirección a la pared.

El impacto la aturdió, pero eso aún no me generaba ventaja, así que volví atinar a su rostro, provocando que su cráneo chocara contra el muro. Se desmayó por el fuerte impacto y yo ya tenía la ventaja de la situación. Dejé en el piso mi mochila y me acerqué a la otra chica que se había refugiado en la esquina, tonta y asustada había permanecido observando como atacaba a su amiga. Le tomé un mechón de su cabello rizado, no tenía intención de hacerle daño, era demasiado débil esta chica como presa que solo me generaba la emoción de intimidarla.

AmeliaWhere stories live. Discover now