Capítulo VI: Madre

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— Muy buenos días a todos nuestros televidentes

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— Muy buenos días a todos nuestros televidentes. El día de hoy iniciamos con una desgarradora noticia, en la madrugada de este sábado, alrededor de las cuatro de la madrugada se encontró el cuerpo sin vida de la joven Yadira dentro de una bolsa de basura. Como se había mencionado anteriormente, era una de las chicas desaparecidas en lo que iba del año y quién sus familiares esperaban encontrar. Todo esto fue posible luego de que reportaran de una fuerte disputa dentro del bar Todo bien, negocio que ya había sido acusado de ventas de drogas, armas y personas de manera ilegal.

Solía desayunar tranquila y restándole importancia a las noticias que transmitían con cada mañana, pero mientras la reportera se encargaba de dar su nota la expresión de mi madre se volvía cada vez más pálida. Todo bien estaba sobre la carretera que atravesaba Monte Molt y quizá era el lugar de trabajo de mi madre. Había llegado asustada, tiene moretes encima y la policía procederá a estar más atenta a la salida y entrada a esta pequeña ciudad en medio de la naturaleza.

— Las autoridades han determinado clausurar el lugar durante una semana mientras se realizan las investigaciones y cubren cualquier prueba en contra de este recinto sospechoso. Como medida de seguridad se les recuerda a los habitantes de Monte Molt no aventurarse a salir durante las noches mientras estos casos sigan ocurriendo en el norte del país.

No pude disfrutar de la comida, la sopa se había enfriado junto al ambiente que compartía con Jennifer. Suspiré cansada, ayer había sido un día de mierda y todo pronosticaba que hoy sería igual. Todo este tiempo me había dedicado a sacar la mierda de la vida de Camila, pero nunca había reparado en el embarro que tenía mi madre.

Me llenaba de ira. Mientras yo dormía mi madre había sido golpeada y amenazada. Uno o varios pusieron sus manos encima de ella, pero aun así corrió a casa para verme. Con las prendas manchadas, el aroma a cerveza, su cabello despeinado y la cara magullada. El amor que me efectuaba, sobreponiéndome encima suyo, me llenaba de rabia.

— ¿Estás bien? — me atreví a preguntarle luego de ser consciente que ninguna seguía comiendo.

— Si —. Me respondió en automático, una respuesta vacía y consoladora, quizás. Pareció darse cuenta de mi incomodidad y pronto añadió lo siguiente. — No te preocupes, Camila. Jennifer está bien.

— Para —. Le pedí luego de escuchar como volvía a referirse con su nombre — Odio que te refieras a ti misma por tu nombre... Eres mi madre, ¡Mi madre!

— Camila, por favor no grites. — me regañó cual infante, ignorando mis palabras.

— ¡¿Cómo no quieres que grite, mamá?! — respondí algo acalorada por la preocupación, pero luego de levantarme reparé en las discusiones anteriores y volví a hablar — Lo siento. No quería gritarte mamá, lo siento... Es solo que no quiero verte así.

No hubo respuesta. Solo acarició mi cabeza y me regaló una sonrisa que no alcanzó a iluminar su bello rostro. Pasó de verme a recoger los platos e ir al fregadero. Ya cuando volteó y quiso decirme algo fui incapaz de escucharle debido al ruido de su teléfono, alguien le estaba llamando. Iba a pedirla que repitiera lo anterior, pero se escabulló a la intimidad de su cuarto.

AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora