Capítulo XI: La bruja

637 106 291
                                    

Lunes por la mañana, la rutina de las mañanas sigue intacta con la única diferencia que ahora mi madre trabajaría por las tardes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lunes por la mañana, la rutina de las mañanas sigue intacta con la única diferencia que ahora mi madre trabajaría por las tardes. Las clases se volvieron a reiniciar luego de que pasara una semana de la desaparición de Alexa y volver de Saint-Nuk una institución segura. Mientras, mi madre y yo aprovechamos para reír con los chismes de celebridades que pasan en las noticias.

—Dios, ¿En serio están cancelando a aquella artista por algo tan ridículo? —cuestionó mi madre mientras terminaba de servir el desayuno y escuchaba a los conductores burlarse.

—Bueno, la gente está loca. — le respondí tranquila mientras meneaba la cuchara en mi taza de café.

Madre solo asintió y se enfocó a comer, gracias a los sucesos que venían ocurriendo desde inicios de año terminaron cambiando la sección de los noticieros para no alertar más a los televidentes. Algo ridículo y poco conveniente para mí, dado que aún me daba lata manejar el internet y conseguir noticias verídicas para trabajar.

Recogí mi lugar y pasé por última vez al baño para admirar mi reflejo. Los moretones, las manchas y palidez de mi rostro había desaparecido con el paso de los meses. Acomodé el flequillo que recién me había puesto y salí del apartamento no sin antes despedirme con un beso de Jennifer. Venía bajando las escaleras cuando un llamado entró al teléfono y respondí.

—¿Bueno? — pregunté por costumbre dado qué no revisé el remitente.

—¿Hablo con la mujer más bella de Monte Molt? — contra peguntó Max del otro lado de línea, sacándome una sonrisa boba.

—Sí, ¿qué necesitas, Max? — le respondí conforme me dirigía a la parada para tomar el bus y llegar temprano al instituto.

—Solo para informarte que ya salimos de Monte Molt Johana y yo. Nuestros permisos fueron concedidos limpiamente... no nos veremos en varios días. — esto último lo comento con un ligero tono abrumado, que suponía a los nervios por tomar de rehén a una mujer enferma.

—Si... — respondí vagamente mientras ascendía a la unidad y depositaba mis monedas en las manos del chofer —Cuídense mucho, cuida de Johana... nosotras estaremos bien acá... espero.

Los siguientes minutos transcurrieron rápido entre bromas de Max, insultos por parte de Johana y una charla sobre las clases. El ciclo escolar pronto iba a terminar, no faltaba mucho para las vacaciones de verano y la búsqueda de universidades para ser alguien en la vida. No fue hasta que colgué la llamada estando dentro del salón de clases que pensé en el futuro. Nunca antes lo había sopesado, y no sabía si podía permitirme la ilusión de uno, no teniendo un reloj en el pecho.

—Buenos días. —me saludó Clementina, tomando el asiento de Max y cubriéndose así de las miradas que le regalaba la clase.

Yo solo asentí y fijé mi vista al frente. Sin la reina problemática los chicos estaban más tranquilos, quizás mostrando su verdadera naturaleza, esquivos y serios al no tener aquella droga que te altera. Una droga que lleva de nombre Alexa y corrompe a todo aquel que se le junta. Tan pronto cómo la chicharra sonó entraron juntos el profesor sustituto y Diego, quién ya me había olvidado su existencia hasta mirarlo.

AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora