26. Vaivén

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(Tienen la canción "River Flows In You" al inicio del capítulo, por si tenían curiosidad de cómo se escucha)

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(Tienen la canción "River Flows In You" al inicio del capítulo, por si tenían curiosidad de cómo se escucha)

La canción empezó, el sonido dentro del estudio era envolvente y pronto la melodía había invadido todo el espacio. Empecé escuchando un piano sutil. Intenté concentrarme en lo que me hacía sentir. De inmediato noté algo parecido a tristeza o melancolía; sin embargo, de a poco se fueron agregando nuevas tonalidades y las emociones empezaron cambiar: ahora era como una mezcla de esperanza y desolación.

Empecé a moverme, intentando no pensar demasiado en lo que hacía; poco a poco fui sintiéndome más cómoda hasta que me dejé llevar. Tenía una lucha interior: una parte de mí sentía vergüenza extrema y me suplicaba que me quedase quieta y la otra me impulsaba a seguir experimentando con el sonido. Fue raro, pero de un momento a otro la canción me inundó, sentí como se me ponía la piel de gallina y el corazón empezaba a latir más fuerte, todo comenzaba a cobrar sentido.

Un golpe repentino hizo que la ensoñación se detuviese; tardé un segundo en darme cuenta de que había chocado con Adrián, fue gracias a su risa que me percaté de que se trataba de él.

—Perdón, no abras los ojos, sigue —dijo tomando mis manos que ahora se encontraban apoyadas sobre su pecho.

—Creo que ya perdí la inspiración —respondí mientras la canción aún sonaba de fondo.

Adrián no contestó, soltó una de mis manos y, sujetando la otra, caminó hacia el centro del cuarto. Mientras me dejaba guiar, me picó la curiosidad, así que entreabrí los ojos de manera disimulada; pude notar que él aún los tenía cerrados y que una tenue sonrisa se dibujaba en su rostro, el cual también expresaba una gran concentración. Cerré los ojos una vez más.

—Intenta sentir lo que estoy haciendo sin mirarme, trata de seguirme el paso guiándote por tus otros sentidos y también por la canción —me indicó levantando mi mano en el aire y haciéndome dar una vuelta.

Tropecé a medio camino y, por segunda vez, me sostuve de su torso para no caerme.

—Lo siento —solté incorporándome, en definitivo había perdido la concentración.

—A ver, tranquila —musitó Adrián, posando ambas manos sobre mi cintura. Pegué un respingo cuando lo hizo—. Perdón, ¿te es incómodo? —preguntó mientras alejaba sus manos de mí.

—No, no, solo fue... inesperado —titubeé.

Una sensación inexplicable me recorrió el cuerpo cuando percibí como sus palmas regresaban a la posición anterior.

—Bien, intenta centrarte en el piano, en como las notas cuentan una historia. —Me movió de manera sutil para un lado y luego para el otro—. ¿Sientes cómo las notas suben y bajan simulando el caos de la existencia? —preguntó mientras me soltaba.

Somos luz de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora