63. Estrella fugaz

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La atención de toda la sala paso de la entrada triunfal de los Kovac, hacia los derrotados Miltmeyer. Nicolas ahora estaba de pie, su semblante imponente había regresado y sus ojos cazadores estaban puestos en Adrián, el ambiente estaba cargado de pesadez, todos estábamos a la expectativa de quien daría el primer paso.

—¿Qué hacen aquí? —Nicolas fue el primero en hablar.

—Vinimos a disfrutar de la velada, a dar la bienvenida a nuestros nuevos socios —respondió Adrián con una calma impoluta.

—No pienso probar un bocado, si están aquí, es más, me niego a respirar el mismo aire que unos malditos ladrones traidores.

—¿Disculpa? Amelia, ¿vas a dejar que tu hijo nos trate así? Ya hemos demostrado con creces que no teníamos la culpa de nada, nos acusaron injustamente y lo menos que pueden hacer es recibirnos con amabilidad. Es una noche para festejar, no para seguir peleando —dijo el padre de Adrián.

—Nicolas, basta —le pidió su madre por lo bajo y tomándolo del brazo para que retrocediese.

Él hizo caso omiso y, por el contrario, se acercó aún más a ellos.

—¿Festejar? ¿Qué quieres festejar? ¿La contrademanda que le metiste a mi padre? ¿o el hecho de que ya vendiste la noticia a toda la prensa nacional?

Adrián esbozó una sonrisa incrédula mientras negaba con desaprobación, mirando a Nicolas.

—La contrademanda es solo un protocolo a seguir y la prensa se enteró por si sola, el caso ha ganado relevancia en las últimas semanas. ¿Es tan difícil admitir que cometieron un error? —Ivan Kovac, aún usaba un tono tranquilo, pero se notaba que estaba empezando a perder la paciencia.

El silencio se hizo presente, había la sensación de que nadie podía moverse ni un milímetro o la cosa explotaría.

—No pienso quedarme —dijo finalmente Nicolas, tomó su saco de la silla y se dirigió a la puerta principal dando zancadas iracundas, no sin antes pasar por el lado de Adrián y darle un fuerte empujón con el hombro.

Lo único que hizo Adri, fue poner los ojos en blanco y reír por lo bajo, Amelia, claramente avergonzada, se disculpó haciendo reverencias en dirección a todos los presentes y salió en una caminata rápida y nerviosa detrás de su hijo. En cuanto la presencia de los Miltmeyer había dejado el lugar, todos se aproximaron hacia los inesperados invitados.

—Este secreto te lo tenías muy bien guardado ¿verdad hermanita? —mencionó Pía mientras tiraba de mí—. Tienes que presentármelo.

—Ni loca, preséntate tu misma —dije soltándome de su agarre.

Me miró con cara de pocos amigos y se dirigió hacia los Kovac, que ahora estaban rodeados de gente. Parecía que el resultado del juicio les agradaba a todos menos a la familia de Nicolas. Estaba algo sorprendida por eso.

No me animé a saludar a Adri, a pesar de todo, las cosas estaban extrañas, debía tantear el terreno antes de intentar hablar con él de nuevo. Cuando el panorama se estuvo más calmado, todos se sentaron para recibir las bebidas y los entrantes. Tal como la última vez, los padres estaban una mesa y los hijos en otra. Cosa que en verdad agradecí porque en ese momento lo último que quería era estar cerca de mis padres.

Ann había estado pegada a Adri desde su llegada, se sentó a su lado y no dejaba de hablar con él mientras lo miraba con una enorme sonrisa, eso me estaba incomodando un poco, pero sabía que debía controlarme y no hacer nada estúpido. Sin embargo, durante la comida, Adrián me lanzaba una mirada de vez en cuando, no sabía descifrar que pretendía y eso me estaba poniendo nerviosa. Por otro lado, Pía no dejaba de hacerle preguntas, parecía estar intentando hacerse su amiga, cosa que también me estaba irritando demasiado.

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