50. Manipulador

476 46 65
                                    

Tomé unos segundos para tranquilizarme, sequé mis lagrimas y me dispuse a regresar dentro. Entendía los sentimientos de Adrián, comprendía porque no quería escucharme, pero eso no me quitaba el sufrimiento. Intenté enfocarme en la idea de que: él no era el tipo de persona que te saca de su vida para siempre, solo por cometer un error ¿verdad?, me obligué a responder que «no» a esa pregunta, de lo contrario, iba a colapsar ahí mismo.

Cuando entré de nuevo en el salón, me sorprendí al ver que la banda ya estaba en el escenario, tomé un largo suspiro al caer en cuenta, de que tendría que presenciar a Adri en su máximo esplendor: luciendo perfecto y cantando como un ángel. Para rematar, debía de soportar la idea de que probablemente, lo había perdido para siempre. Eso me carcomía las entrañas.

—¿Qué hacías ahí afuera? —preguntó Nicolas, cuando me reuní con él y sus amigos, en la pequeña salita.

—No necesito darte explicaciones de lo que hago.

La amabilidad había desaparecido de mi sistema, solo tenía ganas de despotricar contra todos.

—Tranquila, Solo te hice una pregunta, ¿qué bicho te picó ahora? —Se escuchaba relajado, como si todo fuese una maldita broma.

—Solo salí a tomar algo de aire —respondí cortante.

—Está bien, baja un poco los humos cascarrabias —dijo en tono jocoso.

Me acarició la espalda con suavidad, cosa que me sorprendió, pero me calmó al mismo tiempo.

—Vamos a ver que tal tocan esos cabrones —animó Julián al grupo.

—Sí, tengo ganas de que mis oídos sufran un poco —bromeó Nicolas y me tomó de la mano, para caminar hasta la sala principal.

—Prefiero quedarme aquí —dije deteniéndome en seco.

Nicolás me observó frunciendo el ceño.

—Deja de actuar así Artemis, todos nos están mirando y ya me hicieron algunas preguntas incomodas, sobre lo de antes —advirtió, susurrándome al oído.

Luego, observó a su alrededor con cautela. Entonces, rodeó mi cintura por detrás y me empujó disimuladamente, hasta que nos encontramos en medio de la multitud, que estaba frente al escenario. Me sentí molesta, pero no iba a armar otro drama, me repetí que solo debía aguantar por unas cuantas horas más. De verdad que no necesitaba más problemas esa noche.

Hasta ese punto, había evitado mirar a Adrián, sin embargo, en cuanto empezaron a tocar, más en concreto, cuando él empezó a cantar, me fue imposible no darle toda mi atención. Su voz, fue como un imán invisible, que me llamaba a gritos y me hechizaba sin remedio.

En cuando levanté la vista, el corazón me dio un vuelco, tenía los ojos fijos en mí, estaban hinchados y rojos, parecía haber llorado. Me invadió la ansiedad, en especial, porque Nicolas estaba detrás de mí, sujetándome por la cintura. Intenté alejarme disimuladamente, pero en cuanto di el primer paso, sentí sus labios sobre mi cuello. Tardé unos segundos en reaccionar.

—¿Qué haces? —le cuestioné empujándolo con disimulo.

—Intentando actuar como tu novio, ¿no habíamos quedado en eso?

—No hablamos nada sobre fingir contacto físico, ¿No era suficiente con venir juntos y tomarnos de la mano?

Lo escuché emitir una tenue risa sobre mi nuca.

—Ay Artemis, tú y yo, sabemos perfectamente, que no hace falta fingir el contacto físico. ¿O qué? ¿Solo te gusta besarme cuando estamos a solas?

De nuevo, sentí que sus manos atrapaban mi cintura y que sus labios se posaban en mi cuello. Esta vez, un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Renegué contra mi cuerpo por disfrutar el contacto.

Somos luz de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora