17. Inminente

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Cuando llegué a casa conecté el teléfono y, apenas encendió, traté de hablar con Diana

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Cuando llegué a casa conecté el teléfono y, apenas encendió, traté de hablar con Diana. Los mensajes no le llegaban y las llamadas me mandaban al buzón de voz. Contacté a Daniel en un intento de encontrar algún tipo de información sobre ella. Él tampoco sabía nada; en realidad, estaba bastante enojado por lo ocurrido.

«Art, no sé dónde ni cómo está, y la verdad, no me importa; estoy empezando a cansarme de sus desplantes, lo que le hizo a Lu fue demasiado. Y sí, somos amigos desde hace años, pero habría que ponerle un alto. Te lo digo así de claro: si ella no cambia, no volveré a hablarle, y te sugeriría que hicieras lo mismo si no quieres que te arrastre a su miseria».

Recibido a las 11:22✓✓

Nunca había visto a Daniel tan molesto; de hecho, empecé a sentir pánico por el cambio abrupto que estaba dando nuestra amistad en los últimos días. Todo parecía estar desmoronándose ante mis ojos, no podía perder a las dos personas que me quedaban, eran lo único que tenía para seguir sobrellevando mi vida.

Mientras respondía al mensaje, cargada de emociones e intentando convencer a Daniel de que estaba exagerando, escuché la puerta de entrada; mierda, lo que me faltaba: eran mis padres, que acababan de llegar. Cerré con pestillo, intentando evitar que viniesen a molestar. Mis esfuerzos fueron inútiles, pues a los pocos segundos ya tenía a mi madre tocando a la puerta.

—¿Tantos días sin vernos y no puedes salir de tu cuarto siquiera a saludar? 

Maldije en mil idiomas a mi mala suerte. No me quedó más remedio que abrir.

—Hola —dije con desgano nada más encontrarme con la cara de mi madre.

Ella lanzó un suspiro, mostrando su desaprobación hacia mí, antes de contestar:

—Hola, hija. Ve a la cocina; trajimos la cena, ayuda a tu hermana a servirla.

Acababa de llegar y ya me estaba dando órdenes. Digo, al menos podría haberme preguntado cómo estaba.

—Ok, voy en un rato —respondí cortante.

Quería terminar de hablar con Daniel y no iba a poder hacerlo, ya que en mi casa estaba prohibido usar el teléfono mientras estábamos en familia.

—No, Artemis, no en un rato, ahora —ordenó alzando la voz.

—Bueno —solté cortante y me dispuse a bajar las escaleras luego de dar un portazo.

Minutos más tarde, cuando todos ya estábamos cenando, mientras yo seguía con los nervios de punta, mis padres empezaron a hablar sobre los negocios que habían realizado en su viaje y mi hermana les siguió el rollo contándoles sobre el trabajo de su novio y acerca de las revisiones que había realizado en la empresa. Mi mente se puso en automático, solo podía pensar en mis amigos y en lo que me esperaba el lunes cuando los volviese a ver. Y bueno, de rato en rato, mis pensamientos se escapaban a rumiar la idea de que quizás me había pasado un poco con Nicolas cuando me fui de su casa.

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