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Llevaba unos cuantos minutos peleando con un archivo, el vicepresidente Song le había dicho que tenía que ordenar por número y alfabéticamente los documentos escaneados que estaban guardados en la computadora.

Comenzaba a desesperarse pues estaba seguro que había seguido al pie de la letra las indicaciones del mayor pero, por lo visto, su trabajo no se había guardado y ahora debía volver a hacer todo desde el principio, podía hacerlo pero lo malo es que ya no le quedaba tiempo. Escuchó que tocaron la puerta y se sobresaltó ya que lo más probable era que fuese el señor Song. Lo despedirían y de eso no había duda.

—Adelante —. Dijo con la voz nerviosa y los ojos cerrados.

Escuchó como la puerta fue abierta y luego unos pasos aproximarse a él.

—Señor Song, lo lamentó yo no...

—¿Tan mayor soy? —. Dijo el contrario.

Wooyoung abrió los ojos con lentitud al oír esa voz que, obviamente, no era la del subjefe Song por lo que soltó un suspiro de alivió al notar que solo era una chica de cabello un poco largo y de color rubio, lo miró con una sonrisa.

—Perdón señorita, creí que era el vicepresidente —. Confesó y el contrario rodó los ojos con fastidio al escuchar la palabra "señorita".

—Uno, no soy señorita, soy un chico y mi nombre es Choi Minki, puedes decirme Ren, y dos, no soy tan grande de edad como para que pienses que soy el señor Song —. Aclaró a la vez que tomaba asiento en una silla.

El contrario se quedó en silencio sin saber que decir pues estaba apenado por haberle dicho señorita cuando se trataba de un chico con el que hablaba. Nunca antes había conocido a un chico con un cabello que le llegaba al hombro, era extraño pero no se atrevería a juzgarlo de ninguna manera; si lo hacía significaría que las enseñanzas que su madre le brindó se estarían yendo directo a la basura para no volver.

—Lo siento, amm... Joven Choi, por decirle de esa manera —. Sinceró con la mirada puesta en el rubio que estaba sentado frente a él.

—¡Oye! —. Gritó asustando a Wooyoung, quien lo miró con miedo —. No me llames de usted, no me gusta. Prefiero que me digas Ren —. Sonrió.

—Bien, jov.... Ren —. Corrigió con una sonrisa nerviosa.

Sentía que el rubio lo golpearía en cualquier instante para cobrar venganza.

—Así está mejor. Ahora habla, ¿Qué sucede? El señor Song me envió por el archivo de los documentos que, se supone, ya ordenaste pero... Por lo que veo algo anda mal. Habla —. Dijo Ren a la vez que se cruzaba de brazos y veía al contrario con una ceja arqueada.

Desvió la mirada a la pantalla de su computadora e hizo un gesto de confusión, seguía sin poder resolver el problema y con la presencia del rubio se sentía aún más presionado. Debía decir lo que le pasaba, no quería ser regañado.

—Yo...ordené cada documento como me lo pidió el señor Song pero... No sé que pasó. Cuando volví a abrir la carpeta me di cuenta que estaban como al principio, me refiero a que volvieron a revolverse y... Ya no tengo tiempo. Los quiere a la una y ya son las doce cincuenta y dos —. Confesó con un tono de voz triste y un semblante que daba a entender que estaba por soltar a llorar.

Ren lo miró y asintió, se levantó de la silla y rodeó el pequeño escritorio para poder estar al lado del menor y ver lo que ocurría. Cuando se percató de lo que pasaba no pudo evitar soltar una pequeña risa por lo que el contrario lo observó con el ceño un poco fruncido pero aún con su mirada preocupada.

—Escucha, cuando acabas de trabajar con los archivos, lo que debes hacer al terminar es guardar todo porque si no lo haces y te sales así nada más pues... Es obvio que todo estará como en un principio —. Aclaró mientras tecleaba un comando para que la información quedara guardada.

Lo intenté // SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora