~•~•5•~•~

703 84 21
                                    

El sonido de su alarma llegó directo a sus oídos por lo que se levantó de su cama con un poco de rapidez, luego de darse una corta ducha y vestirse, salió de su habitación a la vez que metía su celular y billetera en una pequeña mochila color negra.

No estaba apurado pero no quería llegar tarde.

—Ya me voy, madre —. Habló a la vez que hacía un ademán de mano.

La mujer se encontraba aún recostada en su cama.

—No vayas corriendo. Lo harás bien, ahora vete —. Dijo la señora Jung mostrando una sonrisa.

El menor sonrió y asintió con entusiasmo, al menos ya no estaba nervioso ni nada por el estilo. Al contrario, estaba preparado para todo y estaba seguro que su esfuerzo valdría la pena. No se daría por vencido tan pronto, y más si aún no lo había intentado.

—Bien. Nos vemos al rato —. Aseguró para luego despedirse y salir de la casa rumbo a la parada del autobús.

El trayecto fue un poco rápido ya que casi no había autos circulando por las calles. Sin darse cuenta ya estaba caminando hacia la entrada de aquel gran edificio, una empresa bastante reluciente y la más famosa de todas.

Bien pudo haber conseguido un trabajo en una cafetería, alguna tienda de ropa o en algún otro lugar pero sabía que el dinero que ganaría no sería lo suficientemente bueno como para cubrir los gastos e ir cubriendo parte de la deuda que tanto los estaba matando. Sin embargo, ahí estaba, había logrado conseguir un trabajo en aquella empresa tan reconocida. Nunca lo habría imaginado.

Entró al elevador y presionó el botón que tenía gravado el número cinco, no tuvo que esperar mucho ya que algunos iban al mismo piso que él y uno que otro al piso ocho. Una vez fuera se pudo dar cuenta que algunas personas, por no decir que casi todas, estaban apuradas, yendo y viniendo con documentos en sus manos. Sus semblantes no demostraban felicidad ni simpleza, sino más bien preocupación y pequeña frustración.

Cuando estaba por ir hacia la oficina del señor Song, sintió como una mano lo tomó del antebrazo y lo jaló con un poco de brusquedad, algo para nada agradable, miró a la persona que lo mantenía agarrado y frunció un poco el ceño, el rubio parecía demasiado apurado.

—Perdón por arrastrarte de esa forma, eso sólo que necesito que me ayudes a arreglar la sala de juntas, sé que es muy temprano pero el tiempo corre rápido así que tenemos que comenzar desde ya —. Soltó el rubio sin siquiera hacer una pausa para respirar por lo que empezó a sentir ganas de salir corriendo una vez que entraron en la sala.

—Ren, tranquilo. Respira primero —. Habló Wooyoung con calma. —¿Qué te tiene así? O... Más bien, ¿Qué le pasa a todo mundo? Están corriendo de un lado a otro como si fuesen animales —. Confesó.

El rubio lo miró con seriedad y luego relajó los hombros, al parecer el menor no tenía ni idea de lo que pasaba, tal vez por eso no estaba ni un poquito alterado.

—Ayer el presidente, que es amigo del jefe, llamó para decir que llegarían a las once pero... —. Hizo una pausa para luego iniciar con su labor, acomodar y dejar impecable la sala de juntas.

—Pero... ¿Pero qué?

—Llegarán una hora antes —. Dijo con unos nervios bastante evidentes.

Wooyoung seguía sin comprender nada, que el jefe llegara una hora antes no era la gran cosa, o al menos para él puesto que para los demás empleados era la muerte. Sin llegar a mencionar otra cosa con respecto al tiempo, o al CEO, prosiguió a ayudar al rubio ya que notó que éste estaba recogiendo los documentos que aún yacían sobre la gran mesa de vidrio que había en la sala.

Lo intenté // SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora