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Era Lunes por la tarde, se encontraba dando vueltas por la casa intentando hallar aquello que se le había perdido de un segundo a otro, estaba un poco desesperado pero no lo suficiente como para entrar en pánico. Soltó un suspiro lleno de frustración a la vez que se dejaba caer sobre el sofá, estaba seguro de que tardaría un poco en encontrarlo pero pronto lo haría, no se daría por vencido tan fácilmente.

Dejando atrás esa preocupación caminó hasta la cocina para preparar algo de comida, su madre ya estaba despierta por lo que ambos podían comer juntos.

Estaba muy nervioso pues faltaba poco para conocer a la persona para la cual trabajaría. Aunque había estado memorizando palabras como:

"Será un placer trabajar para usted"

"Haré lo mejor que pueda"

"No se arrepentirá de haberme aceptado"

Sabía que estaba grave, en verdad que lo estaba. No había pensado en otras palabras que no fuesen esas y, obviamente, le temblaría todo el cuerpo por no saber que decir cuando conociera a su jefe, cuando aquel hombre lo mirara a los ojos y le hiciera preguntas que, lo más probable, no podría responder con facilidad.

Sintió algo líquido recorrer sus dedos y miró su mano, se había cortado un poco con el cuchillo todo por estar pensando en cosas negativas y estarse preocupando demasiado cuando aún no llegaba el día que tanto esperaba y que lo estaba carcomiendo por dentro con rapidez.

—¿Qué te pasó? —. Preguntó la mujer un poco alarmada cuando se dio cuenta de que uno de los dedos de su hijo tenía sangre.

—No es nada grave, solo me corté. Estoy bien —. Aseguró mientras abría la llave del agua del lavaplatos para limpiar su herida y luego ponerse un curita.

—Debes tener cuidado cuando estés en la cocina, hay varios objetos con los que te puedes lastimar —. Dijo con una sonrisa en sus labios. 

El menor la miró y asintió para después volver a lo que estaba haciendo.

La mujer ladeó un poco la cabeza y negó mientras se cruzaba de brazos y se recargaba en la barra. Podía notar que algo le pasaba a su hijo, no sólo por el simple hecho de que se había cortado mientras picaba un poco de zanahoria, sino también por su ceño que estaba ligeramente fruncido y que su mirada era un poco triste y, su semblante en sí, demostraba bastante preocupación. Ella sabía a que se debía eso.

Su hijo tenía miedo de no agradarle al jefe y que su esfuerzo se viera tirado a la basura en un par de minutos, sino es que menos.

—¿Sigues inquieto por lo que vendrá mañana? —. Al decir eso el joven se tensó un poco y bajó la mirada.

Si que lo estaba.

—Escucha, deja de atormentarte con cosas como esa. Entiendo que estás muy preocupado pero no es bueno que sigas de esa manera —. Sinceró la mujer colocando una mano sobre el brazo de su hijo. —Todo estará bien, no pienses en otra cosa que te haga sentir incómodo y nervioso, estoy segura que lo harás excelente —. Aclaró con una sonrisa.

—Gracias. Espero que así sea —. Su madre le regaló una sonrisa y salió de la cocina.

El menor debía hacer caso a las palabras de su progenitora, no tenía por qué continuar con eso en su mente; todo estaría bien y se quedaría bastante tiempo con ese empleo.

Sin más, prosiguió con lo que estaba; preparar la comida.

Pasada una hora, Wooyoung empezó a acomodar la mesa y colocar un par de platos y vasos, para él y su madre ya que eran los únicos que vivían en esa pequeña casa. Nadie los visitaba y en el vecindario no tenían amigos con los que platicar e invitar a comer, sólo eran ellos dos y nadie más.

Lo intenté // SanwooWhere stories live. Discover now