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La adrenalina recorriendo su cuerpo, el viento fuerte entrando por las ventanillas, el sonido del motor, el miedo invadiendo su cuerpo... en fin, ese momento no le agradaba para nada.

Salir de la casa de Choi no fue nada fácil, a pesar de que obtuvieron la ayuda de DongHo, ya que este les cuidaba la espalda. Sin embargo, no contaban con que al salir de esa mansión, el padre del pelinegro los viera irse. Inmediatamente aquel hombre subió a su camioneta, poniéndola en marcha y pisando el acelerador hasta el fondo, quería alcanzarlos. Johnny era quien iba manejando el auto en el que iba con el rubio, quién solo se limitaba a agarrarse con fuerza de su asiento; le temía a la alta velocidad de los vehículos, le gustaban las carreras y persecuciones, pero no le gustaba ser parte de una. Tenía miedo a morir, o sufrir un accidente que lo llevara al hospital.

La situación se había salido de control, supuso que insistir tanto a su amigo para que lo sacara de ese lugar, no había sido su mejor idea, puesto que ahora se encontraban siendo perseguidos por el hombre, que por cierto no parecía tener intenciones de dejarlos con vida, ya que, en cada oportunidad que tenía, dirigía su camioneta al auto del cobrizo, para darle un fuerte golpe; uno que obviamente hacía que Johnny perdiera el control por unos cuantos segundos.

-¡¿Quién es?! -. Cuestionó en voz alta al escuchar que un mensaje llegaba a su celular.

El rubio, con manos temblorosas, tomó el móvil y abrió el mensaje, para luego leer el texto.

-Es Byoung Gon, dice que vayas a esta dirección -. Dijo con temor.

Acercó el celular a su amigo para que este lo leyera de rápido, y mantuviera toda su atención en la carretera.

-Bien, sujetate fuerte -. Mencionó antes de dar la vuelta, de golpe, en una esquina, haciendo que las llantas traseras del vehículo derraparan, y que un sonido chillón se hiciera presente.

Wooyoung se abrazó al asiento con fuerza, al mismo tiempo que cerraba sus ojos, odiaba las esquinas de las calles. Vió como la camioneta de Choi se pasaba de largo, y por un momento sintió un gran alivio, pensó que lo habían perdido, pero no fue así. El mayor había cortado vuelta, y ahora se encontraba mucho más cerca de ellos, el miedo comenzó a incrementar en el cuerpo del rubio, y su respiración se volvía agitada.

-¡Johnny! ¡Tengo miedo! -. Gritó el menor al ver qué el auto contrario les seguía.

-Te voy a proteger, así que no tengas miedo -. Susurró, acelerando un poco más.

De la nada, cuando ya estaban a casi poco de llegar, el sonido ensordecedor de las sirenas de la policía se hicieron presentes. Cuatro patrullas iban tras la camioneta negra, parecía como algún tipo de juego, en donde el ganador sería quien atrapará a su objetivo. Vaya que un pequeño enfrentamiento entre padre e hijo, podía conllevar a un problema gigante, del cual sería complicado salir sin que alguien perdiera.

El corazón del joven rubio latía a mil por segundo, sentía que el alma se le saldría del cuerpo en algún momento.

Llevaba ya varios minutos intentando contener esas ganas de gritar y llorar, estaba evitando esa sensación de querer abrir la puerta del auto y saltar al duro pavimento, bien, esa no era una gran idea.

Lo que sucedió después, dejó a varias personas atónitas ante tal escena, una muy horrible para cualquiera.

-¡Johnny, cuidado! -. Gritó el menor, alarmando al cobrizo.

Un auto salido de quién sabe que lugar, se interpuso en su camino. Johnny, en un intento de no chocar con dicho automóvil, giró el volante con rapidez, sin embargo, no fue lo mejor que pudo hacer, puesto que, teniendo en cuenta la velocidad a la que iba, y el hecho de que pisara el freno para tratar de detenerse, el auto salió despedido al aire, volcándose así, varias veces.

Lo intenté // SanwooWhere stories live. Discover now