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Se levantó de la cama aún con un poco de sueño. Caminó hasta el baño para poder lavar su cara, cepillarse los dientes y colocarse ropa decente puesto que no quería causar una mala impresión con el señor que anteriormente había conocido.

Al abrir la puerta de la habitación se topó con aquel chico de cabello café que el día anterior iba acompañando al señor Lee. Ahora que lo miraba más de cerca podía percatarse de que el chico tenía una linda sonrisa y unos ojos de un color café claro.

—El señor Choi me dijo que pasara por usted, así que he venido —. Dijo el pelicafé con una pequeña sonrisa formada en sus labios.

El rubio bajó la mirada. No le gustaba la idea de ir a ayudar a un completo desconocido a quien sabe dónde.

—Le avisaré al señor Choi —. Dijo cerrando la puerta para ir hasta la habitación del mencionado pero una mano en su antebrazo le detuvo.

—Él no está, salió temprano junto con el señor Park —. Aclaró el chico con mirada tranquila.

Bueno, al parecer vería a su jefe hasta las cuatro, algo que era malo pues no podría ayudarlo.

—¿Nos vamos? —. Preguntó el pelicafé al darse cuenta que el menor no decía nada.

Wooyoung asintió no muy convencido de ello pero prefirió seguir la orden que el día anterior le había dado su jefe. Ese momento no era el mejor para que el mayor se enojara con él.

Mientras el pelicafé mantenía su vista en el camino, ya que iban en un auto, el menor iba perdido en sus pensamientos.

En lo único que podía pensar era en aquella sonrisa que le traía mal, aquellos ojos negros en lo que se perdía con suma facilidad; lo que le molestaba era el no poder dejar de pensar en él. Algo andaba mal y eso lo sabía a la perfección. Sus manos temblaban cada que su mente le recordaba esa mirada dura y fulminante del mayor, no podía creerlo.

Dejando de lado esos recuerdos locos, se puso a pensar en cómo tomaría el pelinegro el hecho de que él lo estuviese invitando a cenar sólo para platicar o hacer cualquier otra cosa.

Las dudas llegaron a él como una ola inesperada solo para hacerle temblar.

Uno; si llegaba y le decía así nada mas, seguro que el jefe le regañaría y hasta se ganaría un castigo.

Dos; si iba y le preguntaba... ¿Quiere ir a cenar conmigo? Sólo los dos, sonaría muy comprometedor y algo fuera de lugar.

Tres; no podía llegar y mencionar... Tengo hambre, ¿Usted no? ¿Qué le parece si vamos y yo le invito? Se escucharía mal, y conociendo a su jefe, seguramente se molestaría por eso.

Era complicado pero ya se le ocurriría alguna manera de como decirle sin que sonara tan mal.

Luego de llegar a su destino, ambos entraron a un salón de fiestas en donde había sillas con mesas bien decoradas, el lugar era hermoso.

—Este lugar es en donde se llevará a cabo la fiesta organizada por el señor Lee, algunos accionistas, socios y ese tipo de personas están invitados por lo que tendrás que ayudarnos a terminar de arreglar —. Mencionó Sunghyun sin siquiera mirarlo.

—Esta bien

—¡¡Sunghyun!! —. Un grito inesperado llegó a sus oídos causando que el joven soltara un respigo por el susto.

Segundos después vio a la persona que era dueña de esa voz. 

Una chica alta, de cuerpo delgado, ojos claros y un cabello color cobrizo, una chica linda con una sonrisa perfecta en sus labios.

Lo intenté // Sanwooजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें