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Desde la mañana, y hasta ahora, el jefe no borraba su ceño fruncido, el cual había aparecido desde que el menor mencionó lo del posible beso. Aquello le molestaba demasiado, pero no podía ir y golpear al amigo de su novio como si nada, por lo que ya se ingeniería un plan para restregarle en la cara a ese sujeto que Wooyoung era de él, y de nadie más. Ya había hablado con ese tipo después de la junta, así que esperaba que no volviera a pasar algo igual.

El rubio, por otro lado, se encontraba sentado en una de las sillas que estaban junto al escritorio de su superior, ambos brazos cruzados sobre la mesa y su mejilla izquierda recostada en estos. Estaba ya muy aburrido de estar esperando a San, más que nada porque ya era su hora de salida, y del mayor ni sus luces. Además, estaba preocupado por él, el pelinegro lo había estado ignorando desde hace horas, suponía que estaba molesto por una obvia razón, y no lo culpaba. Inevitablemente, su mente comenzó a recordar lo ocurrido, Johnny, su amigo, le había casi besado y no podía olvidarlo con facilidad. No se concentraba, trataba, pero no podía.

La puerta de la oficina se abrió, dejando ver a un hombre de cabello color café y ojos de color negro, era alto, delgado y con una apariencia bastante distinta a la de Choi. Sí, ese desconocido también usaba traje, solamente que dicho atuendo era de un color morado, camisa blanca, zapatos negros y una corbata lila que combinaba a la perfección.

—Buenas tardes, vengo a ver al CEO Choi San —. Habló.

El joven se levantó de inmediato y saludó, manteniendo una sonrisa cortés.

—Buenas tardes, el CEO Choi no se encuentra, pero si gusta... puede esperarlo aquí en su oficina, seguro no tarda —. El contrario sonrió de vuelta, solo que este añadió un guiño, logrando que el menor bajara la mirada.

—Muchas gracias, lindo —. Agradeció, la palabra "lindo" dicha por otra persona hacia él, no le agradaba.

Pocos minutos después, el mayor llegó a la oficina con cara de pocos amigos, la cual se mantuvo al ver al hombre sentado de espaldas frente a él.

—Go Sungho —. El mencionado se incorporó y lo miró.

—Choi San, cuanto tiempo —. Sonrió.

—Lo mismo digo —. Contestó. —Wooyoung, dile al presidente Park que venga —. Dicho eso, el rubio salió del lugar con semblante confuso.

—Las cosas, por lo visto están muy torcidas por aquí —. Bromeo el hombre. —¿Desde cuándo usted permite que su operario se quede solo en esta oficina? —. Dijo mientras miraba a su alrededor con los brazos abiertos. —Por lo que veo, el joven rubio debe portarse muy bien como para estar sentado haciendo nada —. Una sonrisa ladina se posó en su rostro.

Por ese y otros motivos, Choi odiaba a Sungho; más que nada por su manera tan descarada de decir las cosas.

—¿Desde cuándo a usted le importa lo que yo haga y permita en MI empresa? Porqué mejor no se ocupa de sus asuntos y me deja en paz —. Se quejó. —Hable, ¿A qué ha venido? ¿Mi padre lo ha mandado?

—Su padre no me envió, fue el señor Lee quien lo hizo —. Confesó.

—¿Y qué quiere? —. El tono de voz que estaba utilizando, no le gustaba para nada a Sungho.

—El señor Lee me mandó a decirle que el joven Chanhee, y su padre, pondrán una demanda en contra de esta empresa si no acepta otorgar el puesto de CEO a un tal Yeonjun —. Soltó sin expresión alguna.

El pelinegro lo miró y frunció el ceño. Pero... estaba tranquilo, tenía varios recursos con lo que bien podía hundir a su padre en la cárcel; documentos ilegales, copias de los cheques sin fondo que había entregado a varias personas, sin mencionar el intento de violación y trata de blancas. Eran pruebas fuertes que revelarían toda la verdad.

Lo intenté // SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora