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-¿Estás seguro de esto? -. Le miró con un semblante inexpresivo.

La persona sentada a su lado asintió, sintiendo como la angustia le consumía a cada paso que daba, era inevitable el no sentirse tan abrumado por las tantas cosas que estaban pasando de golpe.

-San, esto es peligroso, sabes bien que con la ley no se juega y... por dios, bien sabes que no será fácil -. Susurró esto último con el ceño fruncido.

-Lo sé, pero entienda que no tengo otra opción -. Aclaró, se levantó del suelo y le miró a la cara. -O salgo de aquí sin que nadie me vea, para ayudar a mis amigos y novio, o me quedo sentado en este lugar a esperar a que alguno de ellos muera a consecuencia de mi padre -. Soltó.

El mayor captó todo. No podía hacer que el pelinegro cambiará de opinión, lo conocía lo suficiente como para asegurar que San no se daría por vencido.

La mente de Choi estaba vuelta un caos enorme, los pensamientos que iban y venían de la nada, solo le causaban un fuerte dolor de cabeza, pero tenía que hacerlo, tenía que ir.

-Señor Lee, le pido que me ayude en esto, ya que, sé que usted también quiere que mi padre deje de hacer las cosas a su manera, manchando una y otra vez su empresa, y de paso, a usted y su familia -. El comentario dicho por San, le hizo suspirar pesadamente.

El contrario tenía toda la razón, estaba cansado de tener que afrontar las consecuencias que otra persona estaba ocasionando a su reputación, ya era hora de ponerle un fin a todo, aunque tenía en claro que no era algo sencillo.

-¿Te han dicho que eres un dolor de cabeza, Choi San?

-Mas veces de las que no tiene ni idea -. Sinceró. -Pero no me importa eso, nunca me ha importado

-De acuerdo -. Aceptó, al mismo tiempo que se ponía de pie. -Hagamos esto, así que espera -. Sacó su celular y marcó un número de teléfono. -DongHo, soy Lee Juyeon, tengo entendido que un chico rubio está encerrado en casa de Shiwon, así que no dejes que Choi se acerque a él, ¿Entendiste? -. Dicho esto, colgó la llamada, sin permitir que el mencionado respondiera.

-¿DongHo? ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Acaso no sabe que él...?!

-Si, él hace todo con tal de dinero fácil, así que le ofrecí un buena cantidad -. Contestó con desinterés. -¿Crees que soy inútil? Pues te equivocas, Seojeong me dijo lo que harían, así que intervine un poco y me adelanté, tarde o temprano me necesitarían. Por algo tenemos un lazo, ¿No? -. Expresó como si fuese lo más obvio del mundo.

De la nada, una sonrisa apareció en los labios del pelinegro, Lee lo miró estupefacto, hacia tiempo que no veía esa sonrisa natural.

-Solo espera aquí, ya regreso -. Habló, salió de la celda y desapareció tras la gran puerta de metal.

Por primera vez en varios años, Choi se sentía bien consigo mismo, agradecía que algunas personas a su alrededor aún estuviesen dispuesto a ayudarlo, a pesar de no ser alguien bueno para ellos.

****

Cansado, con sed, con una que otra punzada en su cabeza, con sueño... en fin; todo en él estaba mal. Todo le causaba una sensación extraña, su estómago se revolvía a cada momento, y las náuseas tampoco se quedaban atrás. Estaba muy seguro de que se volvería loco si no salía de ahí, pero no podía, no debía, o al menos no por ahora.

Recargó su cabeza en la pared, ya que estaba sentado en suelo, sus piernas estiradas y una mirada que reflejaba cansancio y unas inmensas ganas de llorar. Cada hora pensaba en su progenitora, en cómo estaría y si no se había puesto mal. Entendía que no debió salir así como así de su casa, y sin decir a dónde iba, la culpa le carcomía pero... no, él no tenía la culpa de todo lo que estaba sucediendo, sino más bien, el culpable de cada cosa mala que pasaba, era nada más y nada menos que el señor Choi; ese hombre de sonrisa perturbadora, de mirada penetrante y oscura, ese tipo con una enorme obsesión por tener el poder y a las personas a su merced. Le disgustaba tener que estar cerca de alguien así, y el miedo a ser tomado por el señor, le quitaba el sueño.

Lo intenté // SanwooWhere stories live. Discover now