Capítulo 11

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Ya había pasado una semana, la familia de Bills había vuelto, pero no él. Él seguía desaparecido y no tenía a quien preguntarle su destino.

Tampoco sabía el colegio en el que estudiaba y pensándolo bien Bills seguía sin incluir a Abbie en su vida.

Y ella no entendía el porqué.

Dio por hecho que ya no estaba prestando atención a la lectura de su libro ¨Maratón man¨ de William Goldman, y volvió a dejarlo en una esquina de la biblioteca, donde nadie podría encontrarlo ni leerlo.

Le gustaban los libros antiguos, le llevaban a la época en la que quería nacer y no pudo.

Siempre lo había dicho, había nacido en la época equivocada.

Pasó sobre su hombro la manga de su mochila y se dispuso en caminar hacia la salida, pero un libro con capa gris llamó su atención.

Rozó el final de las páginas con las yemas de sus dedos.

—Suicidio... —susurró.

Leyó la primera página mientras caminaba a la salida.

—¿Cuánto por este libro?

Le preguntó al joven que leía su periódico.

—¿Qué número es?

—¿Perdón? —Abbie buscó por todos los lados del libro y masculló —Numero quince.

—¿Libros de autolesión? Te entiendo, tampoco quisiera estar en este mundo de mierda. — Abbie sonrió incomoda, el chico hablaba con pereza. —Veinte dólares, cariño.

Supo que lo necesitaba, metió una mano dentro de sus bolsillos y sacó el dinero. Lo depositó en la mesa y guardó el libro en su mochila.

—Gracias, buen día.

—¡Si quieres ayuda para desaparecer, venden drogas a la vuelta de la esquina! —gritó, pero fue demasiado tarde.

Abbie ya se encontraba en camino a casa.

Su corazón se paralizó cuando viró a la derecha encontrándose a Bills a la entrada de su casa, él no la había visto. Estaba descalzo y se veía decaído, su rostro seguía hinchado por los golpes. Aun no se recuperaba.

Frunció el ceño cuando notó de lejos sus puños con rasguños. Él volteó su rostro sintiéndose vigilado, pero Abbie se había ocultado tras un árbol y entró guardando todo aquel dolor que sentía.

Quiso acercarse, besar sus cicatrices hasta que sanen. Pero recordó todo lo de esa noche y se preguntó a sí misma si realmente valía la pena seguir con ello.

Seguir en la vida de Bills.

Sabía perfectamente que ambos estaban rotos. Pero ¿dos almas rotas pueden estar juntas? ¿Qué sucede si lo están? ¿Y si terminan casados con hijos? ¿El matrimonio funcionaría?

Solo había una respuesta entre un sí y un no.

Al llegar a casa, tiró su maleta a la cama y sacó el libro, empezó a leer toda la tarde, hora tras hora.

¨La es un acto autolesivo sin intención de provocar la muerte. Entre estos actos se incluyen: infligirse rasguños o cortes en los brazos, quemarse a uno mismo con un cigarrillo e ingerir una sobredosis de vitaminas.

La autolesión no suicida puede ser una forma de reducir la tensión porque el dolor físico puede aliviar el dolor psicológico.

Estos actos no deben descartarse a la ligera porque las personas con antecedentes de autolesión no suicida presentan un mayor riesgo de suicidio a largo plazo.

Iba informándose en cada párrafo resaltando con lápiz los puntos que para ella eran importantes, —o los que les convenia — y mientras más se acercaba al final, estaba segura de que aquel libro había sido escrito para ella.

La mayoría de los adolescentes de un intento de suicidio lo hacen porque estaban intentando escapar de una situación que parecía imposible de enfrentar o para obtener alivio después de tener malos pensamientos o sentimientos. El deseo de escaparse de la situación en la que se encontraban era más fuerte que el deseo de morir.

Y en ese momento en particular, quitarse la vida es la única salida. ¨

¨Quitarse la vida es la única salida¨

¨Quitarse la vida es la única salida¨

¨Quitarse la vida es la única salida¨

¨Quitarse la vida es la única salida¨

¡No!

Fija tu vista hacia adelante en lo que puedes hacer y en lo que quieres ser, no hacia atrás en lo que no puedes cambiar.

¡No!

Por muy densa que sea la neblina, la claridad siempre vuelve abrir caminos entre las calles.

¡No!

El suicidio no acaba con las posibilidades de que el problema empeore, el suicidio elimina la posibilidad de que mejores.

¡No, no y no! No lo hagas por favor.

La noche cayó. Abbie miraba desde el filo de su cama la luna llena, un ligero viento frío soplaba las cortinas acariciando el cabello de la mujer.

Tenía lágrimas en sus mejillas, sus labios estaban enrojecidos e hinchados. Mantenía sus manos en su regazo junto con una tijera.

¿Qué has hecho?

Lo que una persona llama: Cerrando ciclos.

Abbie se había vuelto a lastimar, se había cortado su largo cabello cobrizo.

Ella bajó su mirada mirando los mechones de su cabello en el suelo, soltó una risa melancólica y se levantó. Buscó sus zapatos de casa y se lanzó por la ventana. Caminó en paso lento hacia la ventana de Bills.

—¿Bills? —masculló limpiándose las lágrimas mientras golpeaba la madera de la ventana —rota— provocando un eco en toda la cuadra del barrio.

Bills se levantó puesto sus lentes de dibujo y arrugó sus cejas con preocupación.

— Abbie ... —susurró — Abbie, ¿Qué hiciste?

Soltó una risa melancólica luego de responder.

—¿Me extrañaste?

Para él©Where stories live. Discover now