Capitulo 24

20 3 7
                                    

Tapó su boca con la palma de su mano, Abbie estaba en shock. Ya se le había bajado la embriagadez su mente se puso en blanco. Visualizó todo su rostro, seguía igual, pero por dentro ella sabía de qué ya no era el caballero escuálido que ella recordaba.

Sus ojos azules estaban tristes. Se había dejado crecer un poco de su bigote. Pero aun así, se seguía viendo encantador.

Bills ladeó una sonrisa, y soltó un largo suspiro. —Hola Abbie.

Ella no respondió, bajó lentamente su mano y apretó los puños a los costados de su cuerpo. Estaba enojada, ¡eufórica!

No bastaron pasar varios segundos para que Abbie se encontrara derramando lagrimas sin hacer ruido. Su rostro se contraía aguantando el llanto aunque fuese imposible.

Bills abrió sus labios y dio un paso al frente. Abbie se alejó.

—Abbie.

Ella negó. —No.

—Por favor. —suplicó en un aullido. La pelirroja viró sus talones y empezó a caminar lejos de su casa, se detuvo a media calle. Bills inmediatamente la siguió. —Déjame contarte.

—Bills para.

—No es lo que tu te imaginas, enserio. —Abbie lo enfrentó, dándose vuelta. Se encontraba muy cerca así que bajó unos tres pasos para guardar distancia. —No te alejes.

—Bills esto... —señaló su cuerpo y luego el de él. —Debes detenerte, estas cometiendo un grave error. Vete.

—¡No, déjame contarte lo que pasó! —alzó la voz. Abbie pasó por su costado caminando, dispuesta a cortar con esa conversación. —¡Abbie!

—¡No Bills! —gritó muy fuerte. —¿Qué pasa por tu cabeza? —cuestionó. Él alzó sus manos limpiando sus mejillas y siguió esperando su siguiente respuesta. —¡Estas casado! ¡Estas condenadamente casado! —soltó un gran sollozo. —No tienes que explicarme nada, entendí todo. Te marchaste y me olvidaste. Llegaste casado, tienes a una gran esposa y un hijo por venir. Lo comprendo, de verdad lo comprendo y no sabes cuanta felicidad me da. Es lo que siempre quisiste.

—No por favor, no mientas.

—No lo hago... —sonrió llorando. —te lo mereces.

—¡Es un matrimonio forzado! —Bills se acercó tomando sus hombros. —Cuando me fui, —Abbie empezó a forzar para deshacerse de su agarre, no quería escuchar nada de él. —cuando me fui no sabes cuantas veces quise enviarte una carta, te lloré miles de noches, quería volver y recuperarte.

—Todo lo que dices son puras palabras, ya no creo en eso. ¡Si me querías de vuelta, pudiste regresar! —su voz tambaleó. —¿Pero qué hiciste? Empezaste a jugar a los encuentros. Embarazaste a esa chica, eso quiere decir que no fui tan difícil de olvidar.

—Temí por cómo iba a ser tu actitud si regresaba, no pienses que me olvidé de ti fácilmente. ¡Abbie me conoces.!

—¡No! ¡No te conozco! —gritó. —¡Ya no conozco nada de ti! ¡Tú no eres mi Bills!

Con el pecho contraído, se arrepintió por lo que había dicho. Bills la haló a él abrazándola. Sintiéndose pequeño ante esos delgados brazos que apretaban su espalda.

Abbie apretó su camisa ya mojada, y lo empujó lejos de ella.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó. —¡Responde! ¡Porque mierda te casaste!

Bills sollozó, todo era tan tormentoso. La lluvia no dejaba ver claramente y tenían que entrecerrar los ojos luchando para no cerrarlos. —Fue un error...

Para él©Where stories live. Discover now