Capítulo 13

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Nuestra querida Abbie se encontraba en el patio de comida frente al patio de tierra mientras miraban a los jugadores de fútbol que entrenaban para un partido a mediados del año.

Uno de ellos la saludó, la tomó de sorpresa haciendo que sonriera, pero se detuvo.

¿Debía sentirse mal por haberle sonreído?

Marcia tomó su hombro preguntándole algo, pero ella no escuchaba nada. Abbie negó sonriendo, volteó la cabeza y por segunda vez sus ojos cruzaron nuevamente con los de aquel chico de piel morena.

No, no tenía la misma sonrisa de Bills. No tenía los mismos ojos de él ni mucho menos la estatura.

¿Quién era él?

Esa pregunto estuvo en su cabeza en todo el día.

Abbie tomó su mochila pasándola sobre su hombro derecho, estaba a punto de retirarse dejando atrás a sus amigas pero no pude contenerse.

—¿Quién era el...? —todas la miraron un silencio, se sintió sumamente incomoda al no tener una respuesta. Rascó su cabeza y negó —Lo siento, no era nada.

Marcia sonrió.

—¿Hannath? — Abbie volteó, no estaba segura de que la habían entendido.

Sonaba como un apodo de mujer.

—Jofred Hannath, —Daysi pronunció —repitió el año por una materia perdida. Está en el último periodo, como nosotras.

—Pero no estudiaba acá, nunca lo había visto — Abbie dijo —Es que... me sonrió y me dio curiosidad saber.

—Es deportista pero su sueño es ser maestro de informática, lo sé porque mi hermano me lo dijo, Están en el mismo curso, ¿es guapo verdad?

Abbie asintió no muy bien convencida pero al final terminó huyendo, arrastrando sus tenis a las afueras del colegio.

Mientras peinaba su cabello se encontró con el grupo de los futbolistas, estaba él. Como cualquier chica, se le revolvió el estómago por los nervios. Caminó rápidamente a un lado del chico rezando para que sus pies no le fallaran y la dejaran quedar en ridículo.

Jofred la miró de pies a cabeza, admiró lo lindo que ella era y les sonrió a sus amigos coquetamente, ellos le golpearon el hombro como si hubiera ganado un trofeo. Pensó en pedirle una cita, pero se detuvo al rato de verla correr a los brazos de un chico.

Su sonrisa se fue desvaneciendo hasta solo quedar una mueca de disgusto y entró nuevamente con sus amigos.

No les dijo nada al respecto, estaba claro que aquella chica pelirroja y pequeña ya tenía su vida planeada.

En los tiempos de los setenta, si había parejas andando por las calles agarrados de la mano, era un compromiso planeado donde los padres de ambas personas sabían y estaban de acuerdo con que juntaran sus almas para formar una sola.

Pero el de Abbie y Bills no. Aunque estaba a punto de serlo.

Abbie empezó a reír y tomó el ramo de rosas que le había llevado.

—¿Te gustan? —Bills besó su frente y asintió —Vayámonos antes de que nos descubran.

Ambos corriendo a dos cuadras del colegio, por ratos volteaban a ver si alguien los perseguía, y cuando por fin estuvieron a solas Abbie soltó las rosas y tomó el rostro del pelinegro para besarlo.

Las manos de Bills bajaron a su cintura y apretó.

—¡Te extrañé! —jadeó.

—Gracias por venir a verme, tenía miedo de ir sola por las calles.

Para él©Where stories live. Discover now