Capitulo 30

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Junio 23/2020

—¡Ana no te duermas! —la señora Abbie sostenía a su hija en los brazos, asustada, viendo como la sangre de su brazo seguía saliendo. —¡Jofred, apresúrate!

Jofred conducía como un loco, Fernanda iba en el copiloto llorando a mares sin quitarle la mirada de encima de su hermana.

—Ana, resiste. —murmuró llorando.

Se pasaron semáforo tras semáforo, así llegando al hospital, donde las enfermeras sin perder el tiempo la tomaron entre sus brazos para acostarla en una camilla y correr.

Fernanda y Abbie se abrazaron, mientras que Jofred halaba su cabello con fuerza frustrado, arrimó su espalda en la pared y cayó al piso.

Abbie se preguntó como pudo haber pasado eso, ignorando las alertas que su hija le daba desde años anteriores. Sus cortes en los muslos o brazos, las quemaduras de su entrepierna, los moretones causados por la autolesión.

Ella estaba más preocupada en perder a un esposo y en no terminar en el hoyo sin salida en el cual ella ya había estado. Sin pensar que su hija ya estaba en el fondo de este.

Ana necesitaba ayuda, gritaba demasiado, pero nadie la oía.

Excepto Santiago Campbell.

Ana limpió sus lagrimas queriendo parar, lloraba por el dolor interior, el alcohol que Santiago regaba en sus muslos no le hacían ni cosquillas.

El chico con delicadeza limpió las cortadas, eran pocas, pero un poco profundas.

—Necesitas ir a urgencias —Santiago pronunció manteniendo su rostro serio.

—¿Qué? ¡No! Mi mamá me matará.

A Ana le asustaba la idea de que su mamá se enterara, aunque siempre se había parado frente a ella para quererle decir que lleva mucho tiempo mal y necesitaba ayuda.

Siempre se detenía, veía que su mamá tenía muchos problemas y al hacerlo, ella se iba a convertir en uno.

—Te amo Ana, pero no puedo verte así. Dijiste días anteriores que iba a ser la ultima vez.

Ella agachó la cabeza —Perdón...

—Hermosa, no es tu culpa tener estos problemas pero no puedes salir estando sola. —habló mientras le alzaba la quijada con las gemas de sus dedos.

Ana sonrió negando. —No estoy sola, te tengo a ti. Tú me sostienes la mano y yo la tuya.

Santiago la sostuvo de su cintura y juntaron sus labios.

¿Pero ahora que se fue? ¿Quién la tomaría de la mano para no rendirse?

HORAS ANTES

Abbie la sostuvo del brazo con fuerza para no dejar salir a Ana, pero ella inquieta se deshizo de su agarre saliendo de casa. Corrió como si se le acabara el mundo mientras escuchaba los gritos de su madre.

Ana agarró su cabello como sea mientras intentaba no caerse por la calle inundada, había llovido la noche anterior y vivía en un barrio donde las calles nunca se arreglaban.

A lo lejos vio su auto, su papá metía sus maletas dentro de la cajuela y la miró, alzó su mano agitándola en el aire. Ana sonrió y abrió la boca pretendiendo gritar pero él inmediatamente entendió asintiendo.

Segundos después salió y ella no dudó en correr en abrazarlo. Al sentir sus brazos, se quebró en llanto. La noticia había sido reciente, se había enterado por terceras personas y no lo podía creer.

Para él©Where stories live. Discover now