Capítulo 4

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Abbie intentaba buscar en su mente las palabras adecuadas para no herirla, pero su única alternativa era decir la verdad.

Aunque duela, siempre será la mejor opción.

—No, no lo amas. Apenas eres una niña, no sabes el significado del amor. A esta edad no te puedes estancar porque todo es pasajero. —tomó el rostro de su hermana y la obligó a mirarle los ojos. —Algún día veras entrar a alguien por la puerta de nuestra casa a un chico que te respetará, que hará lo posible por introducir un estúpido anillo de compromiso en tu dedo y todos lo amaremos. Ahora... ahora solo estas ilusionada por un amor adolescente, no es para toda la vida.

—¡Abbie no lo entiendes! —gritó empujándola. —¿Por qué no lo aceptan?

—¡Porque es pobre, hermana!

Su hermana negó y empezó caminar dejándola sola.

—Sally —la nombró —¡Sally ven acá!

—¡Que! — Abbie besó su mejilla y se adelantó.

—¡No te conviene, él no es para ti! ¡Entiéndelo de una vez por todas!

Sally sollozó corriendo tras de ella.

Las hermanas Roux llegaron a casa, para su desgracia el señor Roux había llegado temprano de su trabajo. Abbie descolgó su maleta del hombro y lo tiró al suelo en la entrada de su casa junto con sus tenis.

Sally miró con preocupación a su hermana y ella señaló su espalda dándole entender que será su escudo. Respiró unas cuatros veces profundo y mantuvo su rostro serio mientras empezaba a caminar.

—¡Dulce! ¡Dulce donde estas! —habían empezado los gritos.

—Ya voy papá... nos tardamos porque —Diana se había levantado para cachetearlas, a ambas —¡Déjanos terminar!

—¡No tienen ninguna explicación! — le gritó y su padre cruzó a su lado.

—Deja que las niñas se justifiquen, no seas malvada mujer — Abbie lo miró.

—Fue mi culpa, me detuve por un trabajo.

—¿Por un trabajo o por un chico? —ella negó.

—Por Dios papá, no me gustan estas atrocidades. Fue por un trabajo de ciencias.

Él señor Roux se paró y le tiró un golpe en la mejilla, Sally retrocedió temblando mientras miraba con terror a su papá. Su mano estuvo a punto de tocarla cuando Abbie se metió, tomó a su padre por su espalda y lo tiró al suelo con mucha fuerza.

—¡A ella no la tocas! —gritó.

—Te atreviste a tirarme al suelo... —soltó una risa incrédula. Abbie empujó a Sally y con sus ojos le exclamó un ¨Vete¨.

—¡Si padre y lo volvería hacer! ¿Ya no es como antes sabes? Solo me faltan cumplir dos años para ser legal y puedo asegurarte de que estarás en mis manos y puedo hacer que te encierren tras las rejas por maltrato familiar.

Roux se sintió amenazado ante las palabras de su hija, sin embargo, ella no lo iba hacer. Abbie amaba tanto a su padre más que su vida, más que su madre y hermanos.

Abbie colocaba a todos primero antes que ella.

Y siempre fue así.

—Dulce, no me hables así.

—¿Así, cómo papá? ¿Cómo te lo mereces?

Su voz se rompió.

—Creí que la primera persona que me rompería mi corazón iba a ser un chico pero nunca se me vino a la mente que podría ser mi papá... ¡Me duele! —se tiró al suelo con él —¡Me arde y me lástima que seas así con todos nosotros! ¡Eres nuestro padre, no nuestro enemigo!

Para él©Where stories live. Discover now