Capítulo 3

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Mientras se duchaba, Abbie aún tenía el cosquilleo en su mano por el rocé que había ocurrido. Aunque ella estaba totalmente convencida de que no le importaba su apariencia. Solo quería un amigo.

Abbie sufría de trastorno de ansiedad social, siempre sentía un temor intenso y persistente para observar por los demás.

Había pasado bastante tiempo cambiándose de pueblo en pueblo, no sabía cómo comenzar de cero en un lugar nuevo y un amigo cerca de su casa —Bills— la iba hacer acoplar más fácilmente.

Tomó shampoo en un puño y lo pasó por su cabeza. Amaba el baño, estar limpia era unas de las cosas más importantes de ella.

Bastó con solo cerrar sus ojos para verlo nuevamente en sus pensamientos. Su cabello negro moviéndose contra el viento en la noche, su lenguaje corporal mostraba incomodidad y nerviosismo.

Abbie sabía que lo había puesto nervioso.

—¿Debería contarle a mi hermana? —se cuestionó terminando de bañarse.

Limpió el espejo nublado con la palma de su mano y soltó un grito al ver a su hermana metida en el mismo baño.

—¿Contarme qué?

—¡Que haces ahí! —la regañó.

—Solo... —tomó el peine —Quería esto.

—Para la próxima podrías tocar la puerta.

Le respondió.

—¡Abbie vamos tarde a nuestro primer día de clases, debemos apurarnos y tu recién sales del puto baño! —Will gritó entrando también al cuarto del baño.

—¡Lo sé, lo sé! —gritó de igual manera, Abbie le echó un vistazo a su hermano menor entrar luciendo su uniforme nuevo. —Will, saca a Tom de mi habitación. Mejor dicho. ¡Todos, largo!

Abbie al quedarse sola, se quitó la toalla quedando desnuda y segundos después estaba lista. Se agachó a buscar su zapato perdido, llamó a Sally y juntas pudieron encontrarlo.

Los hermanos Roux salieron de casa, Abbie preparó dos sanduches de jamón y queso, los guardó en su mochila.

—¿Por qué llevas dos? —su hermana intrigada preguntó.

—Tengo mucha hambre. —hizo un gesto para irse.

Cada uno llevaba sus cosas materiales a la mano, Abbie era la única que no llevaba lonchera y estaba decidida a nunca llevar.

Se consideraba una chica responsable de sus cosas.

Abbie volteó su rostro y lo vio, Bills se encontraba apoyado en el portal de su casa. Él alzó su mano agitándola en el aire y la pelirroja se acercó apresurada entablando una rápida conversación.

—¿A qué se debe tanta tardanza en madrugar? ¿No estudia? —Bills sonrió.

—Cruzo los estudios de noche, mi querida Abbie. ¿Va a su primer día de clase? —ella asintió —Los chicos van a cortejarla en todos los parciales.

—¿No le aterran las calles? —negó —A mí sí.

—Llegaré bien —Bills suspiró sonriendo, se acercó suavemente y le susurró —Le informaré cuando llegue.

—¿Cómo voy a saber que es usted?

Bills apartó un mechón de su rostro y se alejó sonriéndole. —Ya lo sabrá. —le respondió.

Por la luz de esa noche no pudo apreciarlo lo suficiente, Bills era guapo. ¿Guapo? ¡Esa palabra le quedaba corta!

Bills era de los chicos que van a los lugares y se quedan con la atención de todos. Los chicos egocéntricos y divertidos, con vibras de un cachorro golden retriever.

Para él©Where stories live. Discover now