Capítulo 5

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La nariz de Abbie empezó hacerle cosquillas, hizo una mueca en sus labios y tapó su rostro. Bills mostró preocupación aunque no se quería meter en problemas, dio un paso hacia enfrente.

Él miró a ambos lado de las calles y caminó apresurado a ella. Estaba ya bastante cerca, había avanzado por la explanada unos veinte o veintidós pasos, los suficiente para que en ese momento Abbie pudiera sentir la fragancia de su cuerpo.

— Abbie. —la nombró.

—¿Está idiota o qué? ¡Debe irse, nos pueden ver!

—Señorita. —intentaba buscar su mirada —Míreme.

Rozó con sus dedos su barbilla y la vio, arrugó sus cejas y apretó sus dientes haciendo que se le marcara la mandíbula.

—Venga conmigo.

Retrocedió pasos y metió las manos en sus bolsillos, Abbie alzó su vista e intentó descifrar sus gestos. Él palmeó sus zapatos y rodó los ojos.

Estiró ambos brazos e hizo que Abbie pudiera bajar.

Tocó la piel de su ombligo, Bills pudo sentir la mirada de la chica en él, sin embargo, no se atrevió a desviar la vista,

Sin descaro, acomodó su blusa y Abbie lo detuvo.

Ambos se quedaron mirando sin decir una palabra, por la forma en la que lo hacían estaba notorio de que ambos tenían ganas de decirlo.

La tensión entre ellos era más fuerte que su orgullo y arrogancia. La intuición de ambos estaba totalmente clara de que ellos serían la pareja perfectamente imperfecta.

Podían darse todo el amor pero un corazón roto nadie lo repara.

Sí, el de ellos lo estaba.

Abbie cerró sus ojos con el contacto de la mano de Bills en su mejilla, la acarició suavemente procurando no lastimarla, ni siquiera asustarla.

—¿Quién lo hizo? —preguntó en un susurro.

—Mi padre...

Bills la soltó.

—Debo irme —masculló retrocediendo pasos —Iré al centro, ya es tarde por eso siempre voy. Me causa estrés la presencia de las personas. Pero... — Abbie aumentó un paso —Venga conmigo.

—¿Qué? —soltó una pequeña risa.

—Si, venga conmigo. —le agarró la mano. —Tenga su primera aventura a escondidas. Solo tiraré mi maleta por mi ventana y sacaré dinero.

—Ni siquiera estoy arreglada y... tengo este moretón.

Ambos empezaron a correr hacia la otra calle.

—¿Confía en mí? —ella negó —Comprendo, comprendo. ¿Pero acepta opiniones de los demás?

—Sí.

Admitió.

—Es muy hermosa, solo le basta sonreír y opaca todo el entorno en el que se encuentra.

Bills llegó a su ventana dejando a Abbie esperando un corto tiempo. Luego regresó con un bolso de maquillaje en manos, tomó la mano de la chica y la sentó en la vereda.

—Quédese quieta... —no paraba de moverse.

Bills tomó un poco de base en su dedo y lo rozó en la mejilla de Abbie, ella suspiró mientras apretaba las palmas de sus manos.

—Shh —Bills sonrió —Creo que está listo.

Empezaba a guardar sus cosas hasta que Allie le cuestionó algo que Bills no supo que responderle.

—¿Cómo sabe de maquillaje? —Bills la ignoró —¿Usted es parte de los gay's?

—¿Perdone? —la observó sorprendido —¡No!

—¿Entonces?

—No se lo diré...

Ella se encogió de hombros.

—Entonces seguiré pensando que usted es gay y se maquilla por las noches para ofrecerse en la esquina del centro.

— Abbie —la chica volteó a verlo —Podré ser pobre pero jamás vendería mi cuerpo, me amo tanto que no dejaría que me torturen por dinero.

—Buen argumento.

Abbie en el camino arreglaba su cabello al disimulo, miraba a todos los lados y quería preguntarle a Bills a donde se dirigían.

Quizás simplemente iban a dar una vuelta a la manzana y regresar a casa, pero llegaron a un parque solitario, Bills corrió a un pasamanos y la llamó.

—¿Que hacemos aquí?

—Solo disfruta pequeña, sube. —le ordenó.

Abbie escaló, tomó un tubo con ambas manos y Bills la empujó suavemente.

—Vamos, tiene que llegar al otro extremo.

—Si puedo.

Dijo segura.

No, no pudo.

Abbie se había caído de espaldas.

—¿Se encuentra bien? —Bills había corrido a ella, la tomó el brazos y la acostó en su pecho.

—¿Esta es una cita, verdad? —cuestionó.

—Si...

Bills susurró.

—Pero le dije que...

—Lo sé, lo sé Abbie. Pero realmente quería salir con usted — Abbie torció su cuello para mirarlo de frente —Esa noche que la vi llorando, me recordó muchas cosas. Mi actitud fue otra luego de lograr que se bajaras pero no es para nada similar a lo que siento ahora.

—¿Qué es lo que siente Campbell?

—Es difícil decirlo cuando aún somos unos niños.

—¿Me está cortejando?

—Sí y no he podido sacarla de mi cabeza. Se ha apoderado de mis pensamientos.

Abbie se levantó.

—Si se marcha, tenga en su conciencia de que me está enamorando hasta por la manera de respirar. Estoy dispuesto a todo. Festejar cada meta suya y acompañarla en cada lagrima. Porque la quiero, la quiero con la intensidad que existe en mí, pero...

—No me marcharé.

Los ojos grandes de Bills la observaron.

—No se sienta obligada a estar conmigo.

—Campbell, usted me salvó.

Para él©Where stories live. Discover now