CAPÍTULO 17

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Annie.

Cuando uno está despierto sólo funciona la mitad de la mente, dormida puede hacer lo que sea. Desearía estar dormida y poder hacer todo a mi manera, hacer que todo estuviera bien. No más personas, no más sentimientos no más dolor.

Cuando mis ojos se abrieron me sentía adormecida, no cargaba mi ropa sino una bata demasiado delgada. La luz sobre mis ojos me incomodaba, era demasiado fuerte, pero no más que el dolor que sentí al ver mi brazo conectado a una vía. Me asusté, miré a mi alrededor y estaba sola.

Sollocé—: ¿Andrew?

Nada, sólo el pitido de la máquina a mi costado era el que me comenzaba el silencio. Momentos más tardes vino una enfermera, me preguntó muchas cosas pero no contesté ninguna. Seguido de ella apareció un hombre mayor.

—¿Te encuentras bien, querida? 

No sabía si era el frío del lugar, o la ansiedad que sentía que me hacía temblar.

Asentí, pero no más que eso. Y así como vinieron dos, fueron viniendo mas. Ninguno era el que esperaba. A todo el que pasaba por aquella puerta color beige le preguntaba sobre Andrew, ¿Él me dejó aquí?

—Queremos hacerte unas preguntas—aclaró Manuel apareciendo.

«¿Que preguntas?, ¿Más?»

Yo no quería estar aquí, yo quería volver a aquellas paredes que a pesar de ser oscuras estaban bajo el techo de la única persona que se había portado bien conmigo. Por encima de todas las preguntas que ellos querían hacerme, yo tenía una. Mucho más importante.

—¿Dónde está Andrew?—le pregunté a Manuel en cuanto cruzo la puerta con otro con su mismo uniforme.

Negó dispuesto a concentrarse en otra cosa que no fuera en mi. Me hicieron cientos de más preguntas que me negaba a responder, no así.

Me sentía más abandonada que nunca, me preguntaba si en algún momento lo hizo molestar con algo para que haya despertado aquí tirada como algún juguete usado.

Los ojos se me empañaron en lágrimas al pensar que me había mentido, que si estaba enojado por lo que le había hecho a su habitación, intento pensar en otra cosa. Lo que sea, ¿Qué pudo ser?

—Linda, ¿Te sientes bien para otros análisis?

«¿Ya me habían hecho?»

Un chillido que fácil pudo parecer un grito por el eco que había en la habitación hizo que el oficial Green entrara de forma apresurada. Un pitido ensordecedor empezó a emitir la máquina a mi lado.

—¡Quiero ver a Andrew!—lloriqueo—: Hay mucha gente aquí.

Manuel apretó la boca.

—Annie, mientras más rápido colabores con nosotros más rápido saldrás de aquí.

Negó, las palabras se le atascaron en la garganta cuando vio a dos enfermeras entrar con un carrito en mano. En la solapa superior sobresalía una carpeta. La identifiqué rápidamente cómo la que habían tenido esta mañana en el comedor.

Las fotos.

—Manuel no quiero estar aquí..—sollozó, sintiendo el brazo adormecido por el suero—: Sácame, me portaré bien..

—No te haz portado mal—aseguó el oficial, se veía cansado.

—Por favor..

Antes de que pudiera continuar, Manuel salió en cuanto su teléfono sonó. Quise llorar, y lo hice en cuanto las mujeres uniformadas con guantes en mano se acercaban cada vez más.

Retrocedí en la dura cama en la que había despertado.

—No quiero, ¿Que van a hacer?

Una de ellas miró a su compañera, antes de sacar un sobre del carrito. Movió las hojas hasta colocarse a mi lado con ellas en mano.

—Annie, ¿Verdad?—asentí—: Aquí dice que presentas heridas, golpes, magulladuras...—habló como sino entendiera, me molesté. Yo más que nadie sabía que me habían hecho—: Solo vamos a hacer unos últimos exámenes para saber sino hay que preocuparse más adelante.

—¿De qué?—demandó, sintiendo como la ansiedad corría rápidamente por todo su sistema—: ¿Qué exámen?

—Cariño, no dolerá—habló por primera vez la otra mujer.

—¿Qué exámen?—repetí.

—Mientras más relajada estes no dolerá—la primera me intento sonreír—: Necesitamos que abras las piernas.

Sintí como el vello de la nuca se me erizaba. Retrocedí todo lo que pude en aquella pequeña cama pero no valía de nada, estaba tan ansiosa que sabia que en cualquier momento le podía dar algo.

El corazón le bombeo con tanta fuerza que lo sentía en los oídos, la primera enfermera se tomó la valentía de acercarse e intentar acariciarme el brazo.

Sus manos no duraron mucho tiempo cerca de mi, el empuje que le dí la hizo perder el equilibrio. Su amiga más reservada intento tomarme de las piernas pero la patada que lancé la hizo retroceder.

Mi respiración perdió normalidad en cuanto entro el mismo hombre mayor de bata blanca de hace un rato.

«¿La máquina a mi lado no tenía botón de apagado?»

Su mirada vago desde mi postura casi en el cabezal de la camilla hasta dar con sus dos colegas bastante enfurecidas conmigo.

—¿Qué sucede aquí?

—¡Se niega a cooperar!—habló la que recibió la patada—: ¿Le puedo colocar tranquilizantes, doctor?

—No creo que sea necesario—intentó razonar, acercándose a mi—: Linda, ¿Te hicieron algo?

Asentí.

—Quieren hacerme algo que no quiero—me apresuré en decir.

—¡Es nuestro trabajo!—chilló una.

La puerta de la habitación se abrió de nuevo y antes de que pudiera tirarme a llorar de nuevo para que me dejarán en paz, fué Manuel quien llamó la atención de todos.

Pero no me alivió verlo a él, me tranquilizó ver a Andrew a sus espaldas.

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤

ANNIE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora