CAPÍTULO 33

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Escucha la canción durante todo el capítulo, es más rico con ella de fondo.

Andrew.

No bastaban gritos, no bastaba con sujetarla. Parecía tan sumergida en una burbuja de acero que daba miedo.

—¡Annie por favor, mírame!—giraba con desesperación la cabeza a ambos lados, tratando de alejarse de mi.

No era consciente de la fuerza que estaba usando para sujetarla hasta que la solté tomándola de la parte trasera de los muslos para arrastrarla fuera de la pared.

—¡No, no me hagan nada por favor!—seguía hablando en plural haciendo que algo dentro de mi se encogiera.

—¡No te voy a hacer nada!—grité tratando de entrar en ese espacio de su mente en el que estaba hundida. En cuestión de segundos cuando la tuve a mejor alcance la alcé en brazos.

Solté maldiciones en voz alta cuando trataba de empujarme de nuevo, si la soltaba se iba a dar un buen golpe. No parecía ser consciente de eso.

—¡Annie, escúchame joder!—me abracé a su espalda, saliendo de la habitación pasando por encima de aquellas asquerosas semillas.

No le vuelvo hacer caso a Manuel más nunca en mi vida.

De un empujón abrí la puerta de mi habitación con Annie llorando desconsoladamente sin dejar de moverse. Se me hacía difícil sostenerla hasta que entre a mi baño.

—¡No quiero, no quiero!—me gritó tan cerca del oído que aseguré haberme quedado sordo.

Nos empujé hasta debajo de la regadera de la ducha. Sin pensarlo mucho abrí con una mano la llave haciendo que la lluvia artificial cayera sobre nosotros, mojandonos por completo en cuestión de segundos.

Todo su cuerpo se tensó en cuanto en agua fría la cubrió. Lloraba con los cerrados, lágrimas gruesas se mezclaban con aquellas gotas de agua que seguían cayendo. Sus manos estaban apoyadas en mi pecho, detenidas en seco mientras parecía lidiar con una guerra en su interior.

—Annie, tu puedes—murmuré llevando una mano al interior de sus rodillas y acomodarla de nuevo en mis brazos, está vez si se dejó—: No te voy a llevar a un jodido hospital, tu puedes hacerlo.

Mi voz sonaba cansada, pero segura. Si ella no sentía seguridad yo mismo me iba a encargar de dársela. De transmitirsela como sea.

Poco a poco sus ojos se abrieron, dejando ver a unas largas pestañas llenas de pequeñas gotas de agua. Estás adornaban a unos ojos inyectados en sangre, su rostro estaba enrojecido y sus labios estaban juntos, formando una línea.

—Eso es...—murmuré apoyando mi espalda en las baldosas con ella en brazos. 

Sus dedos poco a poco dejaron de ejercer presión sobre mi camiseta. Cuando la soltó por completo, cayó sobre mí en un abrazo que me hizo tensar. Su cuerpo temblaba sobre el mío, llorando, ahora mientras me abrazaba.

—Lo siento, lo siento..—repetía una y otra vez, haciendo que mi corazón bombeara mucho más rápido con el montón de pensamientos que me tenían adormecido.

Me dejé caer lentamente por la baldosa hasta que caí sentado con ella llorando sobre mis piernas. Ambos, totalmente mojados.

Una mano la dejé en su espalda, la otra la llevé a mi pelo. Peinandolo hacia atrás, permitiéndome unos momentos para descansar de lo que acaba de pasar. Ahogué muchos suspiros en su hombro, cerrando los ojos con frustración y cansancio. No podía creer que había gente capaz de generar tanto trauma en una persona.

Mañana mismo me encargaría de sacar cada una de las semillas que ahora habitan en el cuarto de Annie. Con su reacción tenía todo lo que necesitaba para decirle a Manuel que donde sea que encontrara mierdas de esas se asegurara de quemarlo.

Inconscientemente estaba sobando su espalda sobre la tela mojada. Me pesaba el pants, me pesaba la camiseta, me pesaba hasta el boxer. Ella no debía estar muy diferente.

Con cuidado de su reacción la tomé por debajo de sus brazos, asegurándome que se fuera conmigo cuando me levantara. Sus piernas se enredaron en mi cadera y sus brazos a mis hombros, suspiré preparándome para salir mientras con una mano cerraba la ducha, dando paso a la orquesta de jadeos por el frío.

El eco del baño sólo los hacía más vivos.

—Annie, yava.—dije planeando levemente su muslo para que soltara su agarre.

La dejé en el suelo del baño antes de salir hacia mi armario y buscar entre las gavetas más de una toalla. Me regresé sin importarme el desastre de agua que había dejado en el piso de la habitación.

Abriendo una de las toallas más grandes, la envolví con ella antes de pasarle otra por encima de los hombros. Su mirada parecía perdida en un punto, cuando seguí sus ojos me percaté de que estaba viendo nuestro reflejo en el espejo.

La diferencia de altura era lo que más destacaba. Su piel pálida ahora brillaba gracias al color oscuro de la toalla a su alrededor, aquellos ojos concentrados en capaz algún pensamiento similar al mío y su boca. Labios rosados, ahora entreabiertos por el frío.

Me dí una patada mental antes de tomar con ambas manos la toalla blanca que había en un costado de la ducha. No era muy grande pero tenía que bastar.

—Cámbiate, te dejaré algo que ponerte afuera.

Dije y salí del baño, pasándome ambas manos por el rostro.

«Maldición»

Me sequé todo lo que pude sin cambiarme. Lancé la toalla a una esquina de la habitación antes de sacar una camiseta cualquiera de color azul oscuro junto con un pants blanco. Los tiré en la cama con más fuerza de la necesaria, no iba a buscar el bolso de Annie ahorita. No quería acercarme a aquellos granos del demonio hasta estar lo suficientemente cuerdo.

Tomé para mí sólo un pants negro antes de bajar hacia la cocina para hacer un té. Pero, sin paciencia alguna, hundí los sobres en ambas tazas con agua y los puse en el microondas.

Me cambié en plena cocina, asegurándome de hacerlo lo más rápido posible. El ruido del microondas hizo eco por toda la sala una vez que tenía la ropa mojada en mano, antes de sacar ambas tazas lancé la ropa dentro de la secadora sin encenderla todavía.

Me pasé las manos por los hombros desnudos sintiendo lo frío que estaba, aseguraba que después de esto iba a caer como un muerto a la cama.

Descalzo y con una taza en cada mano, subí hasta mi habitación. Annie estaba en uno de los lados de la cama totalmente dormida, vestida con lo que le había dejado. Me acerqué y dejando la taza en la mesa de noche, la ví dormir.

Tranquila y respirando pausadamente, no parecía haber sido presente de sus demonios hace tan solo minutos. Me pillé a mi mismo llevando una mano a su mejilla, deteniendome en seco retrocedí mis pasos hasta estar lo suficiente lejos para ir al baño.

El líquido caliente me acompaño mientras tomaba su ropa húmeda y la exprimía en el lavamanos antes de bajar con ella y meterla en la secadora junto con la mía. La encendí y coloqué el tiempo.

Cuando volví a subir, a mi té ya le quedaba una miseria. Dejé la taza a un lado y me acosté en el otro extremo de la cama, con muy pocas ganas de dormir en el sofá de nuevo. Esperando, no soñar con aquella desesperación que noté en ella, sino con aquellos labios rosados.

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Me encanta que esa canción sea tan Andrew, no puedo con tanto, no puedo con él. ¡Lo quiero compartir con todo el mundo para que lo amen como yo!

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Un beso, recuerden que son lo más bello de wattpad❤

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