CAPITULO 77

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Annie.

—¿Qué es tan importante?—la voz de Andrew al teléfono fué lo que me despertó.

Aunque se notaba que intentaba susurrar, no lo consiguió.

Mis ojos se negaban a abrirse por lo seguí haciéndome la dormida. Todavía con párpados cerrados sentía el peso de Andrew sobre la cama. El calor que desprendía su cuerpo lo sentía cerca, sabía que estaba ahí por más que no lo pudiera ver.

—¿Cuando?—su voz pastosa por el sueño no me ayudaba a diferenciar si estaba molesto o no—: ¿Qué dijeron?

¿Quienes? Por las preguntas suponía que estaba hablando con Manuel, el rubio no hablaba con mucha gente, menos para averiguar sobre algo. Me tensé cuando Andrew se removió, haciendo que dejara de respirar por segundos.

—¿Cómo sabes que son ellos?—estaba más lejos, se había sentado.—: No la vas a presentar ante cualquier extraño que diga ser su familia.

Ahogué un jadeo apretando la tela de la sábana entre mis dedos.

—Es que no está a discusión,—lo escuchaba, ya totalmente despierto su peso abandonó la sábana. Pareció percatarse que alzó la voz o que yo seguía aquí, carraspeó antes de continuar—: No es buen momento para hablarlo.

«¿Y cuando si?»

Mis dedos se empezaron a mover, todavía bajo la tela. Al apenas entreabir los ojos pude ver qué me daba la espalda, seguía con el teléfono en mano dando vueltas por la habitación. Andrew estaba escuchando como posiblemente los policías ya habían dado con alguien, alguien que le dijo que me conocía siendo lo más triste que yo no recordaba nada.

En mi mente habían tantos espacios en blanco, tantas lagunas repletas de voces, de susurros, de insultos incluso. Pero una parte de mi sabía que no sentía ansiedad por quién sea que dijera saber algo de mi, o porque me trajeran a alguien para conocerme. Mi miedo interior era porque en sus planes —o en los de todos—; estaba sacarme de aquí.

Alejarme de él estaba escrito en tinta en cada una de las mentes de todos los que se han involucrado conmigo en las últimas semanas.

—¡Y ni siquiera conmigo!—comentó al teléfono, dejando escapar un resoplido al final. Cuando quise darme cuenta ya tenía los ojos abiertos por completo, todavía hundida en las almohadas Andrew volteó a verme, su expresión preocupada me alarmó—: Después hablamos.

Colgó para instantes después abrirse un espacio en las sabanas otra vez. Sus manos fueron directo a mis mejillas y sólo cuando las acarició me percaté de la humedad. Sus ojos todavía un tanto somnolientos me pedían respuestas.

—¿Encontró a, a..?—tartamudee, apretando los párpados mientras buscaba concentración.

Andrew no lo negó.

—Eso dice,—acercandose más besó mis mejillas, ambas, quitando las lágrimas—: Igual no está totalmente seguro.

—¿Por qué?

—Necesita interrogarlos, saber que tienen para decir,—su vista vagaba entre mis mejillas y mis ojos—: Le dejé saber que ante cualquiera no.

Asentí.

—Si escuché,—no sabía si decirle lo demas—: Andrew no quiero..

No quería y sabía que no iba a querer. Por miedo a su reacción terminé haciendome ovillo mientras me acercaba de nuevo a su pecho, siendo yo ahora la que estaba apoyada en el. Sus brazos no tardaron mucho en envolverme, me hizo pensar que cuánto tiempo más estarían ahí.

ANNIE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora