CAPÍTULO 18

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Andrew.

La annie que tenía enfrente me hacía recordar mucho a la misma que había visto en aquel callejón.

No me gustaba como la estaban mirando, tampoco es que me estuvieran mirando muy diferente. Desde que llegué me negué a dar nombre a menos que Manuel me diera autorización de hacerlo, me dijo que si lo llegaba a decir antes de ver a Annie era muy poco probable que me dejarán pasar a verla.

Muchas cosas estábamos haciendo mal, muchísimas. Más que todo Green, estaba dividido entre su compañero de toda la vida y su trabajo.

Tras el umbral parecía haber mucha más tensión de la que había afuera. Busqué rápidamente la mirada de Annie, una vez la obtuve me llevé el dedo índice hacía la boca, indicándole que hiciera silencio. Asintió sin dejar de verme, el mismo brillo de esperanza estaba en sus ojos.

«Dios, no me mires así»

—Oficial Green—el doctor con más edad en la sala le asintió a Manuel en seña de saludo, él respondió de igual forma.

—¿Me pueden dejar con la niña, por favor?—preguntó mirando a las enfermeras.

—No tiene caso oficial,—habló la que se encontraba a un costado de Annie—: No quiere cooperar con nadie, nos ha empujado a ambas aquí.

—Si señor,—asintió su compañera, de menor estatura—: A todo se ha negado, y tenemos trabajo que hacer.

Manuel y yo nos adentramos al mismo tiempo en la habitación, hacia bastante frío, más que en el pasillo. Mi expresión se contrajo al ver que la más descubierta de todos aquí era Annie. No parecía ser consciente de la temperatura de la habitación, sus dedos se apretaban en puños en la sabana que le cubría las piernas mientras miraba a todos los que la acompañabamos.

Me esforzaba para no decir palabra, no hasta que ellos se fueran. Si me mantenia en silencio, capaz y terminaba siendo omitido.

Las enfermeras abandonaron por su cuenta la habitación decididas a esperar una nueva orden por parte de su superior. Quedábamos tres, sin contarla a ella.

—¿Ya le entregaron los primeros resultados, doctor?—Manuel dio un paso adelante, me quedé a sus espaldas —: Los necesito.

—Dígame Dave, oficial Green—su mirada se alejó de Annie con un suspiro —: Los primeros todavía no, deben estar más tardar en una hora. Se le hizo un examen de sangre, ahí debería salir si tiene alguna anomalía,—ajustó las mangas de su bata—: Las fotos que nos entregó sólo nos sirve para suposiciones.

Alcé una ceja, Annie seguía muda.

—¿Qué más necesita?

—Las señoritas iban a proceder al examen vaginal pero no se ha dejado.

La imaginación me jugó en contra haciéndome pensar demás. Tragué duro intentando no devolver nada, sin embargo tenía una pregunta en la punta de la lengua.

—Es importante hacérselo,—continuó Dave—: Si fué abusada a esa magnitud podría haber algún residuo, algún desgarramiento interno que nos diera alguna señal.

Manuel la miro esperando alguna reacción de su parte a lo dicho, pero nada. Estaba cabizbaja, sus manos habían soltado la sabana y se encontraba jugando con sus dedos.

—Annie, ¿Te tocaron?

La pregunta salió de mi boca antes que pudiera pensar en las consecuencias. Los ojos de Manuel pasaron a  acribillarme por haber abierto la boca.

—No,—susurró y sino fuera por la tensión tan palpable que había en la sala no se hubiera escuchado.

—La verdad.

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