CAPITULO 83

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Andrew.

Sabia que el corazón se encontraba en el pecho, ¿Por qué ahora cada latido lo siento en el cuello? ¿Por qué tengo la respiración tan pesada?

No supe cómo no tropecé en cada escalón con lo rápido que iba, ignorando cada una de las puertas principales, mis pies corrieron hasta la última. Sentí las paredes vibrar en cuanto me voltee para cerrar la puerta con más fuerza de la necesaria. Un peso que no era mío me estaba torturando, un aire caliente que no hacía más que salir y entrar por mi boca.

Eso se llama impotencia.

«Si son su familia»

—¡No!—grité al aire, raspando mi garganta en el proceso.

Me cubrí el rostro con las manos intentando ordenar todo el diluvio que tenía en la mente. Tania mil y un imágenes de como podía terminar esto, ninguna servía porque todas eran sin Annie. Bajé las manos con frustración a mis costados, negandome a qué esas ilusiones que me habían plantado fueran verdad, que no iba ni a necesitar pensar que no iba a salir bien para ambos.

Me molesté conmigo mismo cuando un ardor se instaló en la parte trasera de mis ojos. Negué incontables veces mientras los cubría, frotandolos para que ni una lágrima saliera de ellos.

Eso no iba a pasar.

Un escalofrío me cubrió la espalda cuando las manos todavía a lo alto de mis ojos empezaron a temblar. Tantas emociones contenidas iba a hacer que explotara en cualquier momento. Cómo la mayoría de las veces sucedía para mal.

Necesitaba salir de aquí, así que con el mismo impulso que cerré aquella puerta, la abrí yendo a la de mi habitación. Sin tocar, me adentre no reparando que Annie estaba aquí. Me detuve en seco al mismo tiempo que ella alzó la vista sorprendida por el impulso.

Estaba sentada, abrazando una de las almohadas.

Sin decir nada me dirigí al armario, sacando cualquier par de medias junto con un pantalón de algodón negro. Me adentré al baño para cambiarme, todavía no la escuchaba. Sin embargo a lo que abrí la puerta, ella estaba de pie justo al lado.

—¿Vas a salir?—murmuró jugando con sus pulgares. Pasé por su lado mientras asentía.

—Si.—dije al ver que no me estaba viendo.—: Saldré a caminar—«O a correr»

—¿Otra vez?—preguntó con desánimo. Junté el entrecejo hasta que recordé aquella vez que la encontré esperándome a los pies de la escalera.

—No tardaré.—eso ni yo lo sabía.

Me senté dándole la espalda en el borde de la cama para ponerme el último par de deportivas que había usado, era el par que teníamos en común. Obviando lo incómoda que eran para ciertas situaciones me levanté, la encontré más cerca.

—Andrew..

El pecho se me hundió. La tomé del rostro con ambas manos para juntar mi boca con su frente en un beso castro. Negó repetidas veces con la cabeza, intentando tomarme por los costados de la camiseta con la que había estado toda la mañana. Le tomé las muñecas todavía sintiendo aquel zumbido que me estaba sacudiendo todo el interior.

«Necesitaba irme»

—Regreso ahora.—dije antes de verle los ojos, no lo iba a entender.

Bajé las escaleras casi con la misma rapidez con la que había subido, tomé las llaves junto con los audífonos que casi se caían del mostrador de lo poco que los usaba. Al asegurarme de tener el teléfono en el bolsillo, cerré la puerta bien y caminé al ascensor.

ANNIE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora