CAPÍTULO 41

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Manuel.

El frío del comienzo de la tarde nos agarro, Andrew se había cambiado y pasando por encima de mi palabra le dió a Annie una de sus chaquetas más gruesas. En medias ahora, me recordaba cada vez que la veía que tenía que ver si mi sobrina le podía prestar asi sea un par de zapatos.

Ambos en la parte trasera de la patrulla contemplaban por la ventana la cuidad. Annie parecía curiosa, pero el miedo se le notaba en lo tensa que estaba. Traté de buscar reconocimiento en sus ojos a través del retrovisor.  Algo que me indicara que era de aquí, o que en algún momento de su vida había paseado por estás calles.

Pero nada.

Mis ojos cayeron en Andrew cuando me detuve en un semáforo. Lo conocía tan bien que sabía que estaba nervioso, no sabía si por ella o por él mismo.

—Es lindo—escuché a Annie hablar.

—¿Qué cosa?—pregunté.

Alzó los hombros y tras unos segundos de silencio, me encontré a mi mismo buscando sus ojos por el retrovisor.

—Salir, las calles son lindas.

No me imaginaba por lo que había pasado, ésto no era lo más lindo de la cuidad. Tampoco una de las calles más pobladas, en realidad estábamos bastante lejos de lo que en verdad de conoce como la cuidad donde los sueños se cumplen.

—Hay sitios mejores, más grandes—comentó Andrew—: Turísticos, parques, tiendas,—asentí aunque no me podía ver—: Algún día te llevaré a alguno.

Frené en seco, haciendo que ambos rebotaran en su asiento.

—¡¿Qué mierda...?!

Decidí que lo mejor era quedarme callado. Nada bueno podía comentar de la confianza que había entablado con mi víctima. Respiré hondo y me concentré en el GPS, ya no estábamos tan lejos.

—Ese es el callejón—Andrew habló señalando la ventana.

«Por fin colaboras»

Frené de nuevo por unos segundos tratando de no olvidar aquel espacio. Asentí tomando una nota mental de que un grupo de los que estuvieran libres vendría a ver qué encontraba.

Cuando llegamos, Andrew y yo fuimos los primeros en bajar. El seño del primero se contrajo cuando vió que Annie no había movido ni un músculo.

Suspiré, una parte de mi sabía que no era fácil pero otra, solo pensaba que estaba perdiendo tiempo.

—Tengo miedo—soltó de pronto, jugaba con sus manos mientras veía las mismas.

Andrew se inclinó hasta meter el torso en la parte trasera de la patrulla. No sé que le dijo, tampoco pude escuchar pero lo que sea que haya sido sirvió para que ella se aproximara a la puerta.

El piso era arenoso, piedras y muchas plantas a medio crecer adornaban todo el lugar. Andrew notó lo mismo que yo y me ahorré tres insultos cuando le ví tomarla en brazos.

—Bájala—mascullé.

Negó con la cabeza mientras la prensaba en su costado para poder ver por dónde caminaba. Nos acercamos al equipo que estaba en lo que parecía ser el estacionamiento del lugar.

Sin rastro de ningún auto, sólo de mis patrullas. Frank estaba apoyado en la capota de uno cuando nos vio.

—Jefe, no hay gente por los arrededores—me comentó uno de los nuevos—: Falta ver si hay inquilinos en los apartamentos a unos kilómetros.

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