𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎 ❛estábamos jodidos, pero no importaba porque te tenía conmigo.❜
Feyla Brigton había vivido en carne propia los peores sucesos a su corta edad, al ver la oportunidad de tener una vida a salvo de los caminantes la tomará sin pensa...
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╭┈˖⋆ ❁the beginning.┊ ˖⋆࿐໋₊ ☆
LA MENOR DE LOS BRIGTON caminaba pesadamente por la escuela, cualquiera cerca de ella podría escuchar sus pies siendo arrastrados y los suspiros de la niña, poco a poco sentía el sueño vencerla, luego de una noche llena de pesadillas lo último que quería era ir a clases, sus labios se encontraban rotos, como si alguien hubiera mordido y arrancado el cuero de sus finos y pálidos labios, pero eso era ajeno a cualquier adulto, todos pensarían que la misma rubia se habría hecho eso.
Pero no, la verdad era totalmente un secreto entre la relación morbosa que mantenía Johnatan Brigton con su sobrina, nadie tenía idea de lo que sucedía cada vez que ese hombre tocaba la puerta de la habitación de la pequeña, nadie tenía idea de todo lo que Feyla había sido obligada a hacer. Pero parecía que ese día al fin el sufrimiento se detendría, pero empezaría uno nuevo.
Los desesperados gritos de ayuda fueron los que hicieron a Fey levantar su cabeza, ladeó su cuerpo hacia la izquierda y a paso rápido se dirigió al salón de donde provenían aquellos lamentos. Entró en silencio a la sala y lo que vió la dejó atónita, había una niña comiéndose a la profesora, lo primero que pasó por su mente fueron aquellas películas de zombies que había visto junto a sus padres.
- Oigan, salgan...- Susurró viendo al grupo de niños arrinconados y temerosos, poco a poco fueron saliendo del salón y por último la pequeña ojiverde cerró la puerta con llave, creyendo que así estarían a salvo. Pero por los pasillos de la escuela aquel infierno se estaba desatando, y su calma no duró mucho cuando varios niños se acercaban a ella hambrientos.- Ay no...- Murmuró sintiendo como su cuerpo temblaba, empezó a caminar de espaldas y logró ver la puerta del gimnasio a su lado, entró con rapidez y cerró la puerta trás sus espaldas.
- ¿Feyla?- Preguntó el profesor de educación física, la chica respiraba agitadamente y observó a un grupo de alumnos observándola.
- Hay zombies.- Dijo asustada, un golpe se escuchó en la puerta que aún sostenía.
- ¿Es una broma?- Preguntó un chico algo mayor que ella, se acercó a la ventana que daba hacia los pasillos y su rostro se quedó totalmente pálido.- Santa mierda, hay zombies.
- ¡Traigan las mesas!- Dijo e inmediatamente el equipo de fútbol llevó las mesas directo a la puerta.- Puedes salir, la puerta no se abrirá.- Dijo poniendo pestillo, pero un grito de dolor se escuchó desde los baños del gimnasio, y de ahí, una chica salió corriendo mientras presionaba una herida en su cuello.
- ¡Profesor, algo le pasa a Marie!- Gimió, pero seguido de eso, una chica se abalanzó hacía la chica herida, mordiéndola con fiereza. La niña ignoró totalmente el pánico que nació en todos y abrió la ventana que daba hacia el patio.
- Por aquí.- Dijo una vez salió, algunos alumnos la siguieron, pero varios murieron devorados por aquellos seres.- Váyanse a sus casas y tengan cuidado.- Murmuró, empezó a caminar entre los autos con cuidado, pasando silenciosamente por al lado de esas personas que querían devorarla, para suerte de ella, su casa quedaba muy cerca de la escuela, así que pronto se encontraba dentro de ella.- ¿Papi, mami?
- ¡Dios, estás bien!- Una mujer rubia, con ojos aperlados de color azul, se acercó a la menor para estrecharla entre sus brazos, pronto, un hombre castaño y con ojos verdes también abrazó a la niña, Feyla tenía sus iris idénticos al color de ojos de su padre.
- ¿Te mordieron o arañaron?- Preguntó el hombre, su voz rasposa y arrastrada salió de su garganta con fuerza, la menor negó aún temblando por lo que había presenciado.
- ¿Por qué la gente se come entre ellas?- Preguntó, las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas al sentir el miedo crecer dentro de ella.
- Creo que desde ahora el mundo es distinto, pequeña, pero sobreviviremos juntos, lo prometo.- Dijo la joven con una sonrisa tranquilizadora.
En algo tenía razón, el mundo había cambiado, pero estaba muy equivocada en haberle prometido a su querida hija que sobrevivirían juntos.
