𝐒𝐄𝐌𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎 ❛estábamos jodidos, pero no importaba porque te tenía conmigo.❜
Feyla Brigton había vivido en carne propia los peores sucesos a su corta edad, al ver la oportunidad de tener una vida a salvo de los caminantes la tomará sin pensa...
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━━━━━━━━━━━━ the end ━
QUIZÁS EL TIEMPO podía ser demasiado cruel con ciertas personas que no lo merecían, eso estaba claro, en un mundo apocalíptico, los buenos morían de formas desgarradoras al punto de llenar de traumas a los pocos que vivían. La agonía podía ser tu peor castigo, al final, vivir ya no se sentía como una bendición, ya ni siquiera eras capaz de considerarte un afortunado. O tenías una suerte del demonio o habías hecho tantas cosas malas en tu vida que merecías aquel castigo.
En un pestañeo lo más querido para ti podía ser arrancado, como si la vida no fuera más que un fino hilo que podía ser cortado como si nunca hubiera existido, tu vida dependía de aquel hilo.
Y si aquel mundo estaba dispuesto a cortarlo de la forma más cruel y desgarradora, solo tendrías que aceptar tu destino.
Y Ron Anderson lo había aceptado, porque en el momento en que agarró a Theodore entre sus brazos y lo empujó en dirección contraria al caminante, supo que su muerte ya había sido sentenciada, pero nada lo tenía preparado para eso, el sentir los dientes de aquel mugroso desgarrar su hombro, quitando la piel, haciendo que la sangre brotara de sus entrañas, sin embargo, no fue hasta el momento en que el pedazo de carne fue arrancado que pudo reaccionar y rematar al caminante. Pero definitivamente eso no fue lo más doloroso, lo que más dolió, lo que le quemó el corazón y sintió que este se volvía cenizas, fue imaginar el rostro de Feyla al enterarse.
Nada lo tenía preparado para tener que despedirse de ella, absolutamente nada lo tenía preparado para que ella sufriera por su culpa.
El cuchillo en el cráneo del caminante se escapó de sus manos y pestañeó aturdido, sintiéndose demasiado paralizado para poder hacer que la sangre en su hombro dejara de salir a montones, sus piernas flaquearon y las rodillas chocaron contra el suelo en un ruido seco.
No era el dolor físico el que lo tenía de aquella manera, era el saber que debía de abandonarla. Porque Ron Anderson estaba tan enamorado que no le importaba lo que sucediera con él, solo podía pensar en ella, en los iris verdosos con manchas azules de Feyla, en su sonrisa radiante, en su cabello dorado y en como en sus peores momentos seguía pareciéndole la mujer más perfecta que había pisado la Tierra. Y ahí fue cuando reaccionó, las lágrimas bajaban por sus mejillas ante el yano recuerdo de lo que era vivir sin saber que se iba a morir, sujetó con fuerza su hombro, intentando quitar el dolor ardiente que sucumbía sus nervios.
Theodore lloraba, como si supiera lo que sucedía, como si supiera que su padre iba a morir por salvarlo de aquel caminante.
- Hey, papá está bien, vamos a casa, no pasó nada.- Susurró acariciando el rostro del menor, pero el niño veía la sangre que brotaba de la piel de Ron, con esfuerzo y notablemente adolorido, tomó a Theo entre sus brazos y empezó a caminar en dirección a Hilltop. Luego de alrededor de diez minutos llegaron, y nada más tocó el portón, y las puertas se abrieron, dejó a Theodore en el suelo y empezó a correr con todas sus fuerzas.
