Capítulo 8

1.6K 144 7
                                    

Conway: Bien, ¿con quién voy a tener el disgusto de negociar?
Pablito: ¿Quieren que negocie yo?  -nos preguntó-
Gustabo: Yo me encargo. -dije sin apartar la mirada del superintendente, dando un paso hacia la puerta de cristal-
Horacio: Yo me quedo también.
Pablito: Está bien, me voy a vigilar a los rehenes con Trujillo.
Conway: Apunten Trujillo. Buscadlo en la PDA. -le dijo a los agentes-
Gustabo: Joder, tío cállate.
Horacio: ¿Eres tonto o que te pasa?
Conway: Bien, tenéis 4 rehenes por lo que veo ¿no?
Horacio: Así es.
Conway: ¿Qué pedís por ellos?
Horacio: Por un rehén queremos una huída limpia, es decir, fuera pinchos u obstáculos.
Conway: Mmm... por un rehén está bien.
Horacio: Vale, Willy dile nuestra segunda condición.

No estaba prestando mucha atención a lo que estaban diciendo. Sólo observaba a aquel sujeto que se encontraba a apenas 2 metros de mí y un cristal de por medio. Resultaba extraño que desde el último percance en la sala de interrogatorios y a pesar de habérnoslo cruzado pocas veces mi atención se enfocase tanto en él.

No sabía si el motivo era aquella corbata, ese cuerpo tan bien formado o esos ojos que se ocultaban detrás de sus gafas de sol pero había algo en específico que no sabría decir qué era en aquel momento.

Conway: Johnson baby, ¿necesitas un puto cafecito para despertarte o qué?

Me había quedado empanado mirándole. Por suerte la careta lo ocultaba.

Horacio: ¡Willy tío!
Gustabo: Perdón, perdón. Por el segundo rehén, fuera helicóptero, no queremos nada que nos pueda seguir desde el aire.
Conway: Así que los Buzz Lightyear no quieren helicóptero. Bien, se quitará si vais sacando ya a los dos rehenes.
Horacio: Tranquilo corbatitas, ¿tanta prisa tienes?
Conway: ¿Corbatitas, hijo de puta?
Gustabo: Anda que para venir a un atraco en corbata... que parece que vayas a la comunión de tu nieto, VIEJO.
Horacio: ¿Tendrá nietos o bisnietos? -nos reímos en su cara-
Conway: Mirad capullos, mi corbata vale más que vuestra puta vida así que como no saquéis a los rehenes os la meto por el culo y no cagáis en una semana.
Horacio: Me encantaría. -dijo apoyándose en el cristal y sonriendo levemente a modo de invitación-
Gustabo: Cuidado que mi amigo es muy atrevido.
Conway: Cuando os quite esas máscaras y os vea la carita igual seré yo el atrevido, nenas. -dijo especialmente mirándome a mí-
Gustabo: ¿...Perdón? -dije casi en un susurro-
Pablito: Superinfravalorante, antes de que siga diciendo joterías más vale que piense en los rehenes porque uno se desmayó allá al fondo. -dijo llegando a donde estábamos-
Conway: ¿Qué le habéis hecho capullos?
Pablito: ¿Nosotros? -dijo con tono de sorpresa- Él se desmayó de calor.
Conway: Bien, voy a decirte lo mismo que a tus compañeros mariconettis, o sacáis ahora a dos rehenes o no aceptamos vuestras condiciones, ¿entendido?
Pablito: Le saco a dos entonces, no se altere.
Horacio: Que ya tiene una edad, cálmese.
Conway: ¿Te digo a ti lo capullo que pareces con ese disfraz? Que parece que hayas salido de una puta guardería para anormales de carrito como tú.
Horacio: Por lo menos tengo reflejos para escapar de usted.
Conway: Eso te crees...espera a que te cace porque vas a chupar barrotes hasta que te pudras.
Pablito: Wey, ya tiene a los dos rehenes. Cállese ya o le meto la corbata por el culo.

Los dos rehenes salieron y negociamos los otros dos por 2 segundos desde que pitara el coche en el que iríamos y no barricadas ni clave Robert. No quedaba ningún rehén dentro del establecimiento, Trujillo nos había avisado de que ya tenía el camión y Rogelio de que estaba posicionado.

Conway: Bien entonces, recapitulando...
Volkov: Señor superintendente, hemos detenido a un sujeto que pretendía intervenir en la persecución.
Conway: ¿Dónde?
Volkov: Al lado de los patrullas. Iba en un camión robado, pero ya hemos solicitado un 10-37.

Justo en ese momento una notificación llegó a mi móvil:
Trujillo: La poli me ha quitado el camión.
Me imaginaba que fuese él y efectivamente no me equivocaba, estábamos jodidos, pero con suerte Rogelio nos ayudaría y saldríamos de la situación como mejor pudiésemos.

Conway: Llevadlo a la comisaría. -se giró hacia nosotros de nuevo- Bien, entonces fuera pinchos, obstáculos, no francotiradores, helicópteros, ni nada que os perjudique desde lejos, 2 segundos después de subir al coche y pitar y no se activa la clave Robert a no ser que ponga en peligro la vida de los policías o de algún civil.
Gustabo: Correcto.
Conway: Avisen a los patrullas 10 y 11 para estar preparados, actuamos en 2 minutos y preparen 10-38 si fuese necesario. -dijo por radio-
Pablito: Vengan jotos.

Nos fuimos al fondo de la tienda para hablar tranquilamente.

Pablito: ¿Rogelio está posicionado ya?
Segis: Sí, me ha avisado que tiene buen rango de visibilidad.
Gustabo: Escuchadme caras de nabo, que a Trujillo le ha pillado la poli y le han quitado el camión.
Pablito: Me cago en la chingada madre. Miren, a pesar de que pillaron al joto de Trujillo, tenemos que aprovechar que Rogelio tiene buena posición. El plan será ir al norte, lo más lejos posible y perderlos por las autovías para luego acudir al punto que marcaré en el GPS. Allí nos esconderemos en un garaje, nos cambiaremos la ropa y nos llevamos las joyas a mi casa ¿entendieron?
Gustabo: Esta bien, pero ¿quién va a conducir?
Segis: Yo conduzco, ya hice varios robos anteriormente.
Horacio: ¿Y escapasteis?
Segis: Em...bueno se podría decir que los policías eran muy buenos.
Gustabo: Madre mía... VAMOS A MORIR TODOS.
Pablito: Aunque no pinte como una de las mejores situaciones, pensar en positivo es lo único que nos queda.
Horacio: Vamos equipo, todavía se puede.
Segis: ¡Vamos a reventarles el culo!

Nos dimos un último abrazo para dar paso a la fase de persecución. Nos acercamos a la puerta de la joyería con las joyas y el dinero que Horacio llevaba en una bolsa. Cada uno se montó en su asiento, siendo Segismundo el conductor.
Afortunadamente o desafortunadamente fui el último en subir al Opel Corsa blanco, cuya matrícula habíamos quitado antes de ir a robar. Una mirada oscura me miraba profundamente con deseo, conecté con esta sin poder evitar cierto nerviosismo en mi cuerpo por aquella extraña conexión entre el Superintendente y yo.

Entré en el coche, me abroché el cinturón y Segismundo comenzó a conducir lo más rápido que el motor del coche le permitió.

Mi superintendente [INTENABO]Where stories live. Discover now