Capítulo 37 [+18]

1.2K 97 25
                                    

⚠GUSTACIO

Horacio: ¿Pasa algo? -susurró-
Gustabo: N..nada nada, me he mordido la lengua.

Asintió y volvió su mirada a los sujetos que estaban siendo acusados de falta de profesionalidad. No sabía si había sido mi imaginación que quería sacarme de aquel lugar o si realmente había tenido una alucinación pero mientras me lo cuestionaba la vibración volvió.

La notaba muy cerca de mi punto G, obligándome a retener los gemidos que desearía expulsar. Sin embargo se sentía mejor que nunca, aquella deliciosa sensación continuaba proporcionándome un continuo movimiento vibrante en ese lugar tan sensible. Mi cuerpo se removió tratando de acceder más a ese placer consiguiendo que éste tocase de lleno mi punto dulce.

Ahora la estimulación era poderosa y deliciosa. Fruncí el ceño tratando de disimular aquella sensación. La vibración aumento, consiguiendo que estuviera inquieto. Joder, ni siquiera sabía lo que estaba pasando, pero sentía mi ser desfallecer en ese instante.

Horacio: Gustabo ¿te encuentras bien? Te veo acalorado.
Gustabo: Sí, no te preocupes es solo que tengo un poco de calor.
Horacio: ¿Quieres que avise a alguien o te acompañe fuera?

La vibración aumentó chocando contra ese punto de una forma fuerte y deliciosa parando pocos segundos después dejándome hablar por fin.

Gustabo: No, es solo que, no sé creo que mi temperatura hoy está un poco alterada.

Horacio apoyó su mano en mi pierna disimuladamente, acercándola a mi hombría. Me sobresalté ante su tocamiento que poco después quitó.

Gustabo: ¿Qué coño haces?
Horacio: ¿Así que es eso? Estás caliente eh. Estás pensando en el super ¿verdad? -me preguntó pícaro-

Mis mejillas aún se sonrojaron más cuando la vibración volvió de forma aún más intensa provocando que aguantará mis gemidos agarrando la manga de Horacio lo más fuerte posible. Eché la cabeza atrás ya que era imposible contenerse recto.

Horacio: Pero Gus, ¿qué tienes un vibrador automático? ¿Dónde lo has comprado y por qué no me has avisado?
Gustabo: No, es sólo que siento algo en mi punto. Joder, no se cómo está pasando esto pero si sigue así me voy a correr.
Horacio: Buah... -parecía como si se le hubiesen iluminado los ojos- Gracias por la idea que me acabas de dar para un futuro. 
Gustabo: Que no lo controlo yo, que ni siquiera sé como parar esto y está subiendo de nivel.
Horacio: Salte, yo te cubro y digo que te estabas mareando.

Salí como pude sin hacer ruido, regresando al baño y volviendo a notar aquella vibración más fuerte que nunca.

Me recosté contra la pared, liberando mi erección la cual no aguantaba más. Estaba lleno de líquido preseminal y mi placer nublaba mi enfoque visual mirase a donde mirase. Era una de las mejores sensaciones de mi vida.

Cada vez que vibraba esa cosa que tuviese dentro me hacía temblar sin excepción haciendo que mi erección subiera aún más.

Sin embargo, todo cesó extrañamente. Habían pasado 30 minutos desde que dio inicio la reunión y 5 minutos desde que salí, a pesar de que escuchaba a los oficiales por los pasillos dando a entender que había acabado.

Gustabo: Mierda, pero qué es eso que me provoca tanto placer.
Horacio: Gustabo, estoy aquí. -dijo desde el otro lado de la puerta-

Abrí la puerta y él la cerró nuevamente una vez entró.

Horacio: ¿Sigue igual? ¡Joder como tienes la ping...!
Gustabo: Cállate coño. Me va a dar algo de tanto estímulo.
Horacio: Nunca te la había visto tan empinada. -comenzó a masturbarla-
Gustabo: Puto guarro.

Comencé a cerrar los ojos frente al tacto del de cresta y las intermitentes vibraciones.

Gustabo: Mierda, vuelven. -gemí cada vez que mi punto G era estimulado de aquella manera-
Horacio: Te ayudo bebé, tú no te cortes.

Su mano me tapó la boca mientras comenzaba a masturbarme paulatinamente más rápido.

Llegó un punto en el que ambos estímulos coincidieron tan de seguido que me corrí al momento en una de las maneras más deliciosas de mi vida.

Horacio: Que rápido. -dijo limpiándose la mano-
Gustabo: Calla, que siempre que me espiabas se notaba que querías hacérmelo tú. 
Horacio: Si sí pero solo para reforzar la confianza no te flipes.
Gustabo: Si ya se que tienes a ese ruso inútil.
Horacio: No es inútil.
Gustabo: Pero tú sí. -le acaricié la cresta y me levanté-

Nos limpiamos y salimos disimuladamente del servicio. Sin cruzarnos con nadie, fuimos con el coche a patrullar el resto de la mañana. Parecía que aquellas extrañas vibraciones habían parado.

Mi superintendente [INTENABO]Where stories live. Discover now