Capítulo 39 [+18]

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Narra Gustabo

Retrocedí inconscientemente desde que mi corazón reaccionó con fuertes latidos a sus palabras. Solté un jadeo al sentir el metal frío de las taquillas invadiendo mi blanquecina piel.

Conway: Y bien... -apoyó su brazo derecho sobre uno de los casilleros que se encontraban justo detrás de mí- Quiero que me confirmes, este fin de semana, dos días, tú y yo solos.

De nuevo una sensación de ardor recorrió mi columna vertebral, ya conocía ese efecto bien.
Moví ligeramente la cabeza hacia arriba y hacia abajo, me daba miedo articular palabra en aquel momento, a lo que él sonrió mordiéndose el labio disimuladamente.

Conway: Bien. Mañana cuando salgas de servicio espérame en la entrada de comisaría. Y algo a tener en cuenta. -hizo un silencio- Vas a estar bajo mis órdenes y vas a ser solo mío, ni se te ocurra hablarte con alguien más ¿entendiste?

Asentí sumiso a lo que agarró un cigarro y se dirigió hacia la puerta de salida.

Conway: Por cierto, ya te puedes quitar la cosa esa. Te van a entrar otras muchas próximamente.

//

Mi mano recorría la largura de mi miembro con un vaivén inquieto, insaciable, placentero.  La imagen del hombre de corbata no conseguía hacerme mas que gozar de una forma más intensa. 

Imaginaba a Conway delante de mí, observando mis acciones y acercándose poco a poco a mí.

Me tocaba de una forma lenta y torturosa, desgraciado de mí el que una de sus virtudes fuese la paciencia.

Quería que me tocase, que me hiciese gemir, necesitaba que su deseo se combinara con el mío...que me hiciese suyo y de nadie más.

Agarré con mi mano izquierda la sábana, ya arrugada previamente aunque con menos fuerza. Mi sobresaliente placer necesitaba descargarse de alguna manera mientras alcanzaba la cima.

Sentía que estaba por llegar, concretamente la tercera vez aquella noche. Después de imaginarme todo tipo de escenarios de lo que ocurriría ese fin de semana no podía evitar que mi cuerpo reaccionase.

Estaba absorto, completamente a su merced. Solo sentía aquellas manos imaginarias apretar de una forma perfecta y deliciosa mi miembro en las últimas sacudidas.

Sí joder, solo tuyo...

Una vez estas palabras se escaparon por mis labios lo mismo ocurrió con dicha sustancia blanquecina. 

Suspiré cansado tras aquel nuevo orgasmo que se sumaría a la invisible lista de veces que había alcanzado el clímax gracias a mi superior.

Fui a lavarme las manos para disponerme a dormir.
Agarré mi móvil que se encontraba cargando en el baño y leí el mensaje de Horacio que me había mandado hace 5 horas, cuando aún se estaba preparando para su cita con el ruso.

Le contesté lo necesario para que supiera que estaba bien en casa, pero prefería reservarme de decirle por el momento mis planes para el finde.
Me senté en el sillón para contemplar durante unos minutos el mar calmado y la luna llena cubrirlo con su dulce reflejo. 

No pensaba en nada. Realmente mi mente estaba cansada, no en un sentido negativo, sino refiriéndose a todas las cosas que estaban ocurriendo en mi vida.

Me sentía más feliz. Pogo no había dado señales ultimamente y estaba reconstruyendo mi vida.

Sonreí levemente y no me di cuenta en qué momento me quedé dormido.


Narra la autora.


Volkov: ¿Cómo ha dicho?

Sus mejillas ardían, las de él y las del ruso. Se declaró quizás algo temprano de cuándo debería, aún no habían tomado el postre. Sin embargo, el efecto del vino consiguió provocar en Horacio la valentía suficiente como para omitir aquella espera.

Ahora sentía miedo. No sabía si calificar aquel comentario como uno ofendido o esperanzador por parte del comisario, puesto que sus reacciones apenas eran expresivas.

Horacio: Bueno. Como has escuchado... Me gustas ¿te gusto?

El contrario hizo un mohín de confusión, pero por mucho que tratara de ocultarlo, bajo aquella fachada fría su corazón se encontraba bombeando el doble de sangre que hace unos minutos.

Las mejillas de Horacio se veían más rojizas además del maquillaje que ya traía consigo. Esto, por mucho que consiguiese ocultarlo, mataba al comisario por dentro.

Volkov: Y..¿a qué se refiere exactamente con eso?

La pregunta pilló de imprevisto al de cresta. ¿De verdad se podía ser más directo? Aquella frase era imposible de no pillarse.

Horacio: Pues... que me gustas tú, a nivel sentimental, no sé. -contestó no muy convencido-

Hubo un silencio en su conversación. Lo único que compartían en ese instante eran tres aspectos: la estancia, el silencio entre ambos y el nerviosismo. Éste último de forma positiva para uno y más negativa para otro quien ya estaba empezando a sudar tras notar que la podría haber cagado al confesarse tan rápido.

Ninguno de los dos tomaba la iniciativa para hablar. Estaban bloqueados, notando el aire entrar en sus pulmones para tratar de tranquilizar sus organismos. No se inmutaban, no se movían, pero uno de ellos optó por poner punto y final a esa inmadura respuesta.

Volkov: Al diablo. достаточно, чтобы скрыть то, что я чувствую
Horacio: ¿Perdón?

El menor se sintió ciertamente aterrorizado al notar la manera en la que el ruso se había levantado con ímpetu de su silla. Creía que el comisario no había reaccionado de buena manera puesto que estaba buscando a un camarero de forma impaciente.

La tranquilidad y pasividad con la que siempre lo había visto se esfumó de golpe, nunca lo había visto de aquella manera.

Ahora sí sentía que la había cagado.

Mi superintendente [INTENABO]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora